Con este artículo
queremos dar cuenta como la enajenación por parte del Estado de Chile del mar
chilote y la industria salmonera han provocado la devastación de la vida tanto
humano como marítima del borde costero del archipiélago de Chiloé. Y, sobre todo,
queremos destacar y revelar la responsabilidad política e histórica del Estado
como de los diversos gobiernos que lo han administrado desde 1974 a la fecha,
en la destrucción de la vida en la zona.
Virginia Ramos Poseck y Juan Carlos Gómez Leyton[i]
/ Especial para Con Nuestra América
Desde Traiguen y
Santiago de Chile
“Uno empieza a
pensar, que somos un país que tiene una inmensa costa, más de cuatro mil
kilómetros de costa y no hay una entidad seria que pueda llevar eso, que pueda
hacer estudios, ver todo el tema marítimo, que no se haga daño. Si acá ustedes
ven, ves tú que no hay nada, que acá
cualquiera llega y saca 900 mil toneladas, o arrasa con maquinaria pesada un
banco natural de almejas del que vive un pueblo chico para botar residuos
industriales. Esto yo lo denuncié le
hicieron reportaje y salió en la tele, de nada sirvió”.
Fabián Teca. Pescador Artesanal y Procesador temporero en la Planta de Procesos Pacific
Star en Quellón[ii].
El estallido social y
político protagonizado por los pescadores artesanales y ampliamente respaldado
por la ciudadanía de Chiloé, más allá de los factores coyunturales que lo
explican, tiene raíces en la historia reciente de la zona y del país.
Específicamente, en la forma como el Estado de Chile impulsó el cultivo del
salmón desde 1974 y cómo lo entregó a un proceso de industrialización acelerada
en 1980. En dicho año se negoció la deuda externa de Chile, un mecanismo de esa
negociación fue la entrega a la explotación industrial del salmón al capital
transnacional. En aquellos años se declaró que “el mar e(ra) la promesa
alimentaria para Chile”, al mismo tiempo se materializó la total liberalización
de la economía nacional. Entregando, vías licitaciones, sus recursos naturales
marítimos al mercado global. Dándose inicio a una nueva fase expansiva de su
larga historia social y económica extractivista.
El nuevo extractivismo
marítimo opera bajo el principio “laissez faire,
laissez passer” exacerbado, tan propio de la forma de acumulación neoliberal.
Ello implico que el Estado dejo prácticamente de actuar en los espacios
marítimos concesionados, ni estableció las trabas legales adecuadas ni ejerció
las fiscalizaciones ni controles necesarios que evitaran la devastación medio
ambiental, territorial y humana, o sea, sobre la vida, que generó la
explotación indiscriminada e irracional del salmón. En otras palabras, el
Estado dejó, en los hechos, de gobernar en los territorios enajenados al
capital trans-internacional. Fue reemplazado por el poder de las grandes
empresas transnacionales. Las que han ejercido en la región una absoluta
“soberanía productiva” tanto sobre las áreas de explotación marítima como sobre
los hombres y mujeres que laboran en esas empresas.
El impacto de la
industria salmonera ha sido integral en la sociedad chilota. Transformando
completamente la vida y la cultura de los habitantes originarios e históricos
de Chiloé. Los chilotes construyeron desde antiguo, es decir, ancestralmente,
una activa cultura terrestre-marítima. El Estado, al momento de entregar el mar
al capital extranjero, lo hizo como si esos espacios hubieran estado
deshabitados. No fueron considerados como un espacio geo humano y cultural. Es
decir, donde naturaleza y el ser humano constituían una unidad vital
inseparable. La explotación y la intervención industrial masiva e intensiva del
mar quebró dicha relación provocando una alteración permanente del ecosistema y
de la vida de la Isla. La destrucción de la vida en Chiloé no solo tiene relación
con el cambio climático, con la marea roja, o con la contaminación del mar
producto de haber vertido toneladas de salmones descompuestos, sino por la
constante sobreexplotación “racional” de la naturaleza por parte de la moderna
industria salmonera.
Con este artículo
queremos dar cuenta como la enajenación por parte del Estado de Chile del mar
chilote y la industria salmonera han provocado la devastación de la vida tanto
humano como marítima del borde costero del archipiélago de Chiloé. Y, sobre todo,
queremos destacar y revelar la responsabilidad política e histórica del Estado
como de los diversos gobiernos que lo han administrado desde 1974 a la fecha,
en la destrucción de la vida en la zona. Pero, también aspiramos a llamar la
atención de que no solo el Estado es responsable de esa devastación sino
también la indolencia, indiferencia, apatía de la gran mayoría de las y los
ciudadanos nacionales quienes a lo largo de estos años han avalado y respaldado
ya sea de manera activa o pasiva la explotación irracional de la naturaleza.
Los actores de la
sociedad civil como del Estado y, sobre todo, del mercado, han desoído la voz
de muchos chilotes que durante años habían venido denunciando, la devastación
de la vida marítima y humana por la acción de la industria salmonera. Hoy que
gritan su rabia al país. Su voz se escucha. Sin embargo, durante décadas, nadie
escucho ni presto la atención a lo que allí ocurría. Salvo algunos
documentalistas nacionales y extranjeros, unos pocos analistas económicos y sociales
y, sobre todo, los defensores del medio ambiente, mostraron y divulgaron por
los intersticios y desde los márgenes de la sociedad neoliberal, el desastre
que allí se estaba padeciendo. Las voces que hoy se escuchan con fuerza son
también esas voces que llegan del pasado reciente. Han transcurrido 40 años
desde que comenzó la devastación que hoy todos atienden y muestran
preocupación. Nos podemos preguntar, con justa desazón, no será ya un poco
tarde para Chiloé y su gente.
Lo más atrayente de
Chiloé para el capital internacional, en la segunda mitad de los años setentas,
no eran sus leyendas ni sus mitos, ni la amabilidad de gente, sino sus aguas
marítimas: ideales en temperatura, PH, oxígeno y pureza ambiental para el
cultivo industrial del salmón. Unido al hecho que la Isla y sus alrededores
contaba con un excedente de población desocupada o semi-ocupada que prometía a
las empresas contar con una mano de obra barata. Además, de una oferta
permanente de harina de pescado (alimento del salmón) a muy bajo costo,
producido en el mismo lugar. Hacía que el interés por instalarse en la zona
fuera altamente codiciado y esperado por los inversionistas extranjeros.
El Estado y los
gobernantes de la época, respondiendo a ese interés de capital extranjero concesionó
a $22 el m2 de mar adyacente a la Isla. Según un dirigente sindical de la
época: “de 3 pesos, la empresa aportaba 1 y el Estado de Chile 2, por tanto,
era un negocio demasiado bueno para ser verdad”. El gobierno que necesitaba
urgentemente dinero acelero el proceso concesiones, por lo tanto, sin mediar
estudios de ninguna naturaleza, ni de impacto ambiental ni de capacidad de
carga, de nada, entregó el mar a la codicia de las empresas internacionales. Y,
el mar chilote fue enajenado a las empresas transnacionales. Nadie dijo nada.
El Estado, además,
respaldo financieramente y logísticamente de diversos modos el desarrollo de la
industria salmonera de manera directa o indirecta a través de Corfo, Fondef,
universidades públicas, subsidios y con el estableciendo de nuevas oficinas de
la administración pública para atender sus requerimientos logísticos y
operativos; realizó inversiones en carreteras, infraestructura, proyectos
hidroeléctricos, concesiones hipotecadas, etcétera. Al mismo tiempo que promulgaba
leyes laxas y reducía al mínimo la fiscalización sobre las actividades
extractivas de la industria salmonera. Todo contribuyo a la ampliación,
consolidación y desarrollo en el tiempo de la industria salmonera sobre las
bucólicas aguas chilotas.
La estrecha alianza
entre lo público-estatal --representado por la Subsecretaría de Pesca, órgano
estatal encargado de la jurisdicción de concesiones para cultivo de salmón, y
el departamento de Defensa de Bienes Nacionales, quien debía supervisar la
gestión de borde costero--, con el capital privado transnacional, posibilitó
que la industria del salmón se transformara en una actividad altamente
rentable. Y, un ejemplo de la iniciativa privada. Especialmente, cuando el
Estado deja operar libremente y, sin ninguna intervención, al mercado.
No obstante, en 1985 el
Ministerio del Medio Ambiente observó oficialmente que las jaulas de cultivo
del salmón estaban afectando el mar privándolo de oxígeno. Fue una voz que no
se escuchó o se relativizo la falta de oxígeno. En el entorno de las jaulas
existía ya el “copépodo caligus” por el uso irresponsable del pesticida
“benzoato de emamectina” así como algas tóxicas causantes de marea roja.
Si bien en el 2003
Noruega lideró el mercado del salmón y trucha y Chile le siguió en el segundo
lugar a nivel mundial. Produjo 600 mil toneladas al año, US$ 2.000 millones.
Para competir en el mercado global, en Chile, se sobrexplotaron las jaulas, así
el 2007 los salmones estresados estaban debilitados y contrajeron el virus ISA.
El crecimiento promedio anual de las salmoneras de 22% cayó en un 50%.
Los peces entonces
fueron afectados por “caligidosis”, “compépodo” o “piojo de mar”, por virus ISA
y por SRS o “Piscirickettsiosis”, considerado en prioridad antes del ISA como
la principal causa de pérdidas en la engorda y que puede llegar a producir el
90% de la mortandad en algunos centros de cultivo. La lista y cantidad de
antibióticos aplicadas en las jaulas es larga y diversa, entre ellos se
encuentra el Cristal Violeta prohibido en el mundo entero por cancerígeno, las
Quinolas (restringidos a nivel mundial), la Cipermetrina, prohibido en la
acuicultura de Canadá por sus negativos efectos ambientales y
sobre los recursos bentónicos silvestres, especialmente, los langostinos. Otro
pesticida es Deltametrina, también piretroide bio-acumulable. Los que impiden
la producción de mitílidos o choritos. De manera que, para evitar las
enfermedades de los salmones, las empresas enfermaban la vida marítima.
Por otro lado, la
producción de harina de pescado además de extinguir el jurel y la anchoveta,
contribuye al sedimento que desde las jaulas de engorda se esparce hacia el mar
mezclado con enormes cantidades de antibióticos. En Noruega en el
año 2007 ocupaban apenas 0.02 gramos de antibióticos por tonelada de salmón, en
Chile se usaron 732 gramos por cada tonelada producida, 36 mil veces más.
Antibióticos que se pierden en el agua marina, son consumidos por otros peces y
por los que consumen a esos peces.
De
acuerdo a cálculos estándar de contaminación generada por salmoneras, estimada
según los suministros de alimentos artificiales que recibe la sobrecarga de
salmones cautivos en balsas-jaulas, una tonelada de salmones requiere la
inversión de 1,2 toneladas de alimentos artificiales (pellets de harina/aceite
de pescado) y de esta alimentación se generan 800 kilogramos (Kgs.) de materia
orgánica (DBO7) y 78 Kgs. de Nitrógeno (N total) los excesos de materia
orgánica, por sobre las capacidades de carga de los sistemas intervenidos, han
producido condiciones “anaeróbicas” en 400 puntos del Mar de la Patagonia,
desde Puerto Montt a Capitán Aracena, en la Región de Magallanes, con una
concentración de centros anaeróbicos en las Regiones de Los Lagos y de Aysén.[iii]
La
sobreexplotación de jaulas, el alimento mezclado con sobredosis
de antibióticos provoca sedimento, centros marinos anaeróbicos
y exceso de materia orgánica rica en Nitrógeno alimento esencial de una
especie del Reino de los Protistas, intermedio entre el Reino Animal y el
Vegetal, la Alexandrium Catenella que
no es un alga, sino el dinoflagelado más eficiente para capturar nitrógeno
disuelto en la columna de agua marina, tiene la facultad de hacer fotosíntesis
para alimentarse provocando o
facilitando la emergencia de MAREA ROJA.
Causa de las muertes actuales de diferentes especies marinas. Durante su
ciclo de vida libera cistos o quistes de resistencia, “SEMILLAS” que se depositan
en el sedimento marino a la espera de condiciones ambientales y
nutricionales favorables que le permitan volver a proliferar. En esta
ocasión este florecimiento de A. Centella
proviene de quistes de resistencia depositados, en el año 2009, en el sedimento
marino de esas localidades. La marea roja que se extiende ahora por dentro y
por fuera de la Isla Grande de Chiloé y hasta Valdivia, es una marea roja
activa en la columna de agua y “latente”, en el sedimento marino.
La versión de las 9.000
toneladas de salmones pudriéndose en las costas de Chiloé como detonantes de la
crisis de la pesca artesanal, o la que acusa al cambio climático de causar las
pérdidas en las empresas salmoneras y por tanto del despido de sus
trabajadores, no corresponde a la verdad del proceso continuo de devastación
marítima y territorial llevado a cabo por el conocido cluster del salmón, forma
de organización sinérgica del proceso productivo local que el Estado eligió con
miras al crecimiento económico local orientado a la exportación de materias
primas puesto en práctica desde 1980 al
2011 año en que el entonces Intendente de Los Lagos declaró que “los clúster no
rindieron los frutos esperados sin generar la actividad público-privada
esperada”. Se aceleró la acumulación del capital financiero y las fusiones de
empresas salmoneras con deudas a los bancos, respaldadas por el Estado de Chile. El mar se agota, pero no así el afán de lucro
de las salmoneras que hoy muestran al mundo, su crisis en el mar del sur de
Chile.
Por las amenazas de
depredación marítima y faltas a códigos éticos mundiales de trato a
trabajadores, la transnacional Marine Harvest, especialmente, recibió la visita
de la OCDE y de otras organizaciones que investigaron tales delitos. Se
firmaron acuerdos de buenas prácticas, el Ministerio del Trabajo cursó multas,
ni cumplidas ni pagadas. Casi todos los años Chile recibe acusaciones de
dumping por abusos en el proceso productivo de las salmoneras en Chile, el
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile dispone de equipos de abogados
especializados en defenderlas.
Importantes
contravenciones fueron denunciadas ante el Senado ya en el 2012. En el 2013 se llevó a cabo en Chile la mayor
Feria internacional de acuicultura, con gobiernos del G15, empresas
multinacionales del cultivo del salmón, con noruegos que tienen 70% de
producción mundial. Las multinacionales salmoneras en Chile pidieron ser sede
probablemente como blindaje seguro ante instituciones del Consenso de
Washington (FMI, Banco Mundial, Departamento del Tesoro de USA) por probable
crisis. La FAO, Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, ha impulsado y sigue
apoyando el cultivo del salmón por considerarlo “una proteína para el futuro de
la humanidad” reconociéndolo como un “bien común de Chile”. En su rol de
coordinadora de la feria acuícola internacional del año 2013 la FAO pareció no
tener conocimiento de la situación de sobreexplotación del mar chileno por los
cultivos de salmones.
Las empresas pidieron
más concesiones y no han bajado la densidad de ocupación en jaulas. De
417 centros de engorda activos al año 2011 que declara la Subsecretaría de
Pesca, 322 (75%) estaban afectados por Caligidosis, piojo de mar, o copépodo.
Singularmente, la empresa salmonera declaró producir 450 mil toneladas en un
cuarto de los centros que tenía activos. Las jaulas han sido trasladadas en
nuevas concesiones en Aysén y Magallanes llevando consigo los peces y sus
infecciones, sus malas prácticas ambientales, sus malos manejos sanitarios, su
explotación laboral. La Subsecretaría de Pesca profetiza una producción de 1,2
millones de toneladas en los próximos años, independientemente de los tamaños y
profundidades de los mares, de las corrientes marinas y de la existencia de
otras actividades diferentes a las de la salmonicultura en las aguas
interiores. El Estado sigue destruyendo el mar.
Para reducir sus costos
de producción las salmoneras mantienen a los trabajadores, en condiciones
precarias, sin protección social, a bajos salarios, hace despidos masivos para
debilitar la organización de los trabajadores, no se llevan registros de
accidentes en las jaulas, no se reconoce públicamente la labor de buzo, está
externalizada, mueren mas de 15 buzos al mes. A pesar de la ley Lafkenche que
prohíbe instalar jaulas en las costas en lugares considerados sagrados, las
empresas las instalan sin permiso impidiendo el cultivo de mitílidos o choritos
y otra pesca. Williches y pescadores en general quedan sin su acostumbrada
forma de subsistencia. Por distintas actividades secan el terreno para ganado.
Matan especies mamíferas costeras. Los trabajadores son impedidos de salir de
faena, varios han muerto en el mismo lugar de trabajo. Los ejecutivos de tales
empresas condenados por tribunales no cumplen sentencias. Multados por
Inspección del Trabajo no pagan. La total impunidad.
Desde el 2003 comenzó
el regreso migratorio de la ciudad al borde costero. Desde el año 2007 en que
se declara la crisis, se despiden a más de 50.000 trabajadores, el Estado les
subvenciona $111 mil por obrero contratado, sigue la cesantía, pagan a
subcontratistas con temporeros para terminar su cuota de cosecha en 5 días de
18 horas, al final de ello el trabajador queda cesante.
Por tanto, la muerte del mar de Chiloé viene
arrastrándose por años y junto a su mar su gente pierde sus bienes comunes,
salud, educación, vivienda, subsistencia, se disgrega su tejido social y
cultural. El daño
causado por las salmoneras es evidente y los gobiernos insisten que “El mar es
(la) promesa alimentaria para Chile” respaldándolas política y financieramente.
No solo el Estado ha
respaldado a la industria salmonera sino también la banca nacional. En el año
2008, la deuda de las salmoneras con la banca ascendía a US$Mill 4.000.
La entonces presidenta
de Chile entregó vía Corfo, US$Mill 450. Y anuncio en el discurso presidencial del 21 mayo 2008 la entrega US$Mill 600 en
auxilio de dicha industria. Con el objeto de que se recontratara trabajadores
cesantes otros US$Mill 500. Además, propuso abrir una línea de crédito bancaria
de US$450. Para lo cual los bancos exigieron que las salmoneras hipotecaran sus
concesiones pesqueras. Así en el párrafo clave de las modificaciones a la ley
de pesca de 2009 (previo fuerte lobby de los banqueros), se permite que las concesiones acuícolas sean
hipotecadas y con fórmulas para que la caducidad de estos permisos no se
haga efectiva y puedan ser intercambiadas como cualquier producto transable
entre acuicultores y entre estos y los bancos. Las salmoneras podrán usar las
concesiones otorgadas por el estado como respaldo bancario a los créditos.
Hipotecar bienes nacionales de uso público es: inconstitucional, porque no son
inmuebles.
Hoy el capital está
concentrado en 7 megaempresas. Los bancos negocian la deuda una por una. Cuando
los bancos se quedan con la propiedad de las Concesiones hipotecadas dejan
libre a las empresas para que vendan al precio de la deuda restante y paguen.
El año 2010 los bancos remataron las
concesiones a megaempresas extranjeras del salmón porque en Chile es el país que pone menos problemas a la expansión
y facilita la concentración de capitales.
Empresas noruegas,
canadienses, japonesas están en un proceso acelerado de concentración del
capital. Especulan con el 40% de concesiones dejando el resto pasivas para
venderlas cuando aumente su valor. No quieren las concesiones para otro rubro.
Hacen figuras para mantenerlas, declaran al seguro infecciones en concesiones
inexistentes, alteran cifras de producción en Sernapesca central. As í el 2008 se avisó que el
año 2014, se produciría un proceso de reordenamiento total del mapa financiero
de las megaempresas del salmón y en todos los aspectos.
La mayoría de las
salmoneras están con deudas registradas entre US$500 mill y US$ 1.000
millones. Los bancos siguen reticentes a
prestar más. El Banco
Central (BC) en su Informe de Percepciones de Negocios de mayo 2016 dice que
“Varios bancos están realizando esfuerzos importantes para evitar el deterioro
de los pagos, tiene que responder por el dinero de los ahorrantes”.
Como
mera información, con el derramamiento de salmones muertos en la alta mar
chilota, el precio del salmón aumentó de US$3,50 a US$5,40 en el mercado
global. O sea, las nueve mil toneladas de salmones infectados vertidas en el
mar no fueron en vano.
En
Chiloé, Aysén, Magallanes y últimamente en aguas dulces de la IX y X región,
las salmoneras han mantenido sus prácticas habituales de evitar las
regulaciones ambientales y sanitarias, así como la sobre-explotación de los
sistemas marinos para sustentar su especulación financiera. Por esa razón, son
un peligro para la vida humana.
Por
último, es importante señalar que la marea roja no es causada en Chile solo y
exclusivamente por el cambio climático, ni por los salmones muertos en las
costas de Chiloé, factores coayudantes, que la actual crisis, pero no
determinantes. La crisis actual es el resultado de cuatro décadas de malas
prácticas de las salmoneras, las cuales desde su llegada a las costas de Chiloé
han ido dando muerte al mar. Y, si no se detiene “la producción del salmón”
será apocalíptica.
El
Estado de Chile debe dejar de respaldar las deudas de las salmoneras ni
permitir más su irresponsabilidad con el medio ambiente, con el territorio
chileno ni con sus habitantes. Las salmoneras se apropian de bienes nacionales de la
República, imposibilitan la vida humana y marítima en Chiloé y amenazan al resto
del mar del sur de Chile.
Pero también la
sociedad civil, los y las ciudadanos, los medios de comunicación, las
universidades públicas, los cientistas sociales, deben abandonar la indolencia
e indiferencia que ha permitido la destrucción de la vida en Chiloé como en
otros lugares del país. Tomar consciencia que el extractivismo, el uso
indiscriminado de los bienes comunes que nos ofrece la naturaleza, no es el
mejor camino para la sustentabilidad de la vida en el territorio nacional.
Debemos avanzar como sociedad en la discusión de un nuevo modelo productivo que
respete la naturaleza. En otras palabras, se debe exigir el fin de la soberanía
mercantil del capital transnacional como nacional.
La actual rabia
ciudadana chilota no puede quedar como otra manifestación coyuntural del
conflicto entre el Estado, Mercado y la Sociedad, el cual lo han demostrado
otros conflictos similares en la demanda parcial y particular, exigiendo al
gobierno de turno la solución momentánea de una situación crítica. Las cuales
son, por lo general, soluciones de mercado. Para que una vez, dominada la
rabia, todo vuelca a lo mismo. NO, la devastación de la naturaleza, por acción
humana, es irreversible. Si no se corrige hoy, el mañana será no será.
Traiguen-Santiago de Chile, mayo de 2016
[i] Este
artículo se construye en base a la información levantada por la Dra. Virginia
Ramos para su tesis doctoral: La
responsabilidad social de mega-empresas y Estado en el uso y administración de
bienes comunes. El caso de la intervención de la mega-industria del Salmón en
los bordes costeros del archipiélago de Chiloé, Chile 1983-2013. Leída y
presentado en el Programa de Doctorado en Procesos Sociales y Políticos en
América Latina, Universidad ARCIS, 2013.
[iii] Iinformación
2010 de SERNAPESCA cfr. Kol, Héctor, Comité de Defensa del Borde Costero Puerto Montt,
La Agonía, IV parte, derribando mitos. Conferencia Universidad de los Lagos, 6
de mayo 2016.
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