En un marco de crecientes contradicciones sociales y de incertidumbre económica, Panamá y EE.UU pusieron
en efecto esta semana un tratado de “comercio libre” cuya negociación se inició
hace más de diez años y que fuera firmado en 2007. EE.UU, sin embargo, no lo
ratificó hasta octubre de 2011 (junto con instrumentos similares con Colombia y
Corea del Sur).
Marco
Gandásegui, h. / ALAI
La economía panameña
representa aproximadamente una dos milésima (0.002) parte de la de EE.UU. Por
cada transacción que se realiza en Panamá, en el país del norte se realizan
500. En otras palabras, los panameños y extranjeros en el istmo producimos en
2011 – en bienes y servicios - cerca de 32 mil millones de dólares. Los
norteamericanos, y la gran población extranjera que reside en ese país,
generaron gracias a su trabajo cerca de 16,000 mil millones de dólares. Algo
como 500 veces más que los panameños.
Si analizamos estas
cifras por cada habitante, la diferencia entre los países también es
significativa. Los 320 millones de norteamericanos producen anualmente – cada
uno - en promedio, casi 50 mil dólares. En cambio, los panameños producimos por
cada habitante 10 mil dólares al año.
La desigualdad social y
económica en ambos países es muy marcada. Entre los países industrializados del
mundo, EE.UU tiene la tasa de desigualdad socioeconómica más alta. Panamá se
coloca entre los tres países de América latina con las tasas de mayor
desigualdad. América latina es la región con las tasas de desigualdad más
elevadas del mundo.
En Panamá, el 20 por
ciento más rico concentra más del 60 por ciento de todas las riquezas del país.
Algo parecido ocurre en EE.UU. La desigualdad social y económica en dos países
también explica las tasas altas de violencia, el porcentaje elevado de personas
encarceladas y los problemas en sus sistemas de educación y salud.
La clase obrera de los
dos países se reduce anualmente y los salarios pierden capacidad de compra. Las
capas medias tienden a disminuir en ambos países y su participación política se
hace sentir menos con el paso de los años. EE.UU era la potencia hegemónica
cuando encabezaba a los países del mundo en producción industrial,
exportaciones, educación y poderío militar. En la actualidad, sigue siendo el
país que gasta más en inversiones guerreras. (Invierte más en producir
armamentos que todos los demás países del mundo juntos). Sin embargo, ha
perdido su liderazgo en los campos de la producción industrial, exportaciones y
educación.
Panamá es un país
sub-desarrollado (en el sentido de su producción para el mercado capitalista).
En los últimos 20 años (1990-2010) ha visto su producción industrial y
agropecuaria disminuir. En cambio, los sectores que especulan con las finanzas
han crecido en forma significativa (representan el 80 por ciento del producto
interno bruto). Igualmente, las actividades económicas asociadas con el
comercio marítimo mundial: Canal de Panamá, puertos, seguros y otros.
En este marco de
creciente contradicciones sociales y de incertidumbre económica, Panamá y EEUU
pusieron en efecto esta semana un tratado de “comercio libre” cuya negociación
se inició hace más de diez años y que fuera firmado en 2007. EE.UU, sin
embargo, no lo ratificó hasta octubre de 2011 (junto con instrumentos similares
con Colombia y Corea del Sur). Además, Washington le impuso a Panamá un
conjunto de acuerdos que no estaban en el pacto original. Es un acuerdo que refleja
la asimetría entre las partes. El gigante económico de EE.UU manejará un
vehículo donde Panamá queda colgada de una ventana sin posibilidad alguna de
sacar ventaja del paseo. EE.UU podrá colocar (dump) en el mercado
panameño todo lo que produce. En cambio, Panamá no podrá vender sus productos
en el país del norte.
Según el director de la
Oficina de Comercio Exterior de EE.UU, Ron Kirk, “bajo los términos acordados
Panamá eliminará los aranceles y otros obstáculos a las importaciones
norteamericanas. El tratado, agrega Kirk, promoverá el crecimiento económico y
la expansión del comercio entre los dos países”. Obviamente, el gobierno
panameño no tiene algo que decir. Su silencio lo dice todo. Para Panamá el
acuerdo promoverá más subdesarrollo económico y menos exportaciones a ese
país.
El acuerdo final se logró
cuando hace unas semanas el presidente Ricardo Martinelli firmara una adenda
permitiendo que EEUU aplicara su legislación sobre propiedad intelectual y
patentes en Panamá. Panamá también permitirá que EE.UU utilice sus mecanismos
de resolución de conflictos en el país. Panamá es uno de los pocos países del
mundo que permitió que EE.UU reemplazará su propia legislación por reglamentos
norteamericanos en esta materia.
Según la oficina de
Comercio Exterior de Washington, el tratado le permitirá a EE.UU introducir al
mercado panameño, entre otros productos, arroz y azúcar. Panamá es un
importante productor de arroz para una población que privilegia el consumo de
ese rubro. El gobierno panameño ya les ha notificado a los agricultores de
arroz que cambien de producción para acomodar el arroz norteamericano. Cuando
la oficina de Comercio Exterior de EE.UU se refiere al azúcar hay indicios de
un cambio histórico de política. Desde principios del siglo XX, Panamá exporta
azúcar (de caña) a EE.UU.
En 2010 las exportaciones
de EE.UU a Panamá sumaron un total de 8.2 mil millones de dólares. Panamá, a su
vez, sin incluir los servicios marítimos (Canal de Panamá) y bancarios, le
exportó a EE.UU menos de 500 millones de dólares. Con el tratado, EE.UU
proyecta que sus exportaciones aumentarán a 20 mil millones de dólares. Panamá
no se beneficiará. La relación entre ambos países continuará con los mismos
vicios de desigualdad, asimetría y sólo beneficiará a una de las partes.
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