Las izquierdas debieran comenzar a discutir sus
supuestos teóricos y políticos. Sobre todo en una nueva era latinoamericana,
donde apareció una nueva izquierda que no es necesariamente “marxista” y donde
la construcción del “socialismo del siglo XXI” nada tiene que ver con las
viejas y caducas fórmulas de la “estrategia” y la “táctica” de la “revolución
proletaria”.
Juan J.
Paz y Miño Cepeda / El Telégrafo
La semana pasada se realizó en el IAEN el “Primer
Encuentro de Historia y Sociología de las Izquierdas del Ecuador”, al que se
esperaba que asistan las diferentes izquierdas, porque precisamente son ellas
las que más necesitan debatir sobre su quehacer y sus propósitos, ya que las
derechas tienen claro su poder y su sociedad.
Las izquierdas pretenden erigir otra sociedad,
superar el capitalismo y eventualmente construir el “socialismo”; pero no han
sido capaces de discutir esos proyectos, y cada grupúsculo, sector o partido se
aferra a sus posiciones, con la idea de que mantiene la “línea” correcta, la
“verdad” teórica, la “objetiva” apreciación de las circunstancias y la
representación “auténtica” de los intereses populares.
Y, sin embargo, todo eso está por demostrarse y
está sujeto a la crítica contemporánea. Porque, en definitiva, ¿qué es ser de
“izquierda” hoy? ¿Contra qué “capitalismo” se lucha? ¿Cuál es el “socialismo”
al que se aspira? ¿Cómo se puede medir, hoy, que se avanza o no en la
edificación de ese “socialismo”?
Los peores dogmatismos siguen presentándose en el
campo de un tipo de izquierda “marxista” francamente dogmática. Según esta, el
socialismo que se derrumbó con la URSS y sus satélites era uno represivo y
totalitario, aunque muchos olviden que era “ese” socialismo al que defendían a
capa y espada, por más que hoy lo renieguen. Y hablan, por tanto, de la
necesidad de construir ahora el “auténtico” socialismo. Me pregunto, ¿cuál? Y
¿cómo será? Añaden, además, que si bien aquel socialismo se derrumbó, el
paradigma marxista no lo hizo.
Todo lo contrario: la verdad histórica es que el
marxismo también se derrumbó con la caída del socialismo “real” y una serie de
sus planteamientos hoy son obsoletos. Del marxismo, como bien lo señaló siempre
el propio Marx, queda, ante todo, su teoría materialista-dialéctica y su
metodología para entender el mundo, lo cual exige investigación concreta y no
reproducción palabrera de categorías “marxistas” de las que se abusa hasta
convertirlas en meros panfletos que desprestigian al propio marxismo.
Así es que las izquierdas debieran comenzar a
discutir sus supuestos teóricos y políticos. Sobre todo en una nueva era
latinoamericana, donde apareció una nueva izquierda que no es necesariamente
“marxista” y donde la construcción del “socialismo del siglo XXI” nada tiene
que ver con las viejas y caducas fórmulas de la “estrategia” y la “táctica” de
la “revolución proletaria”.
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