La Nación no puede
reducirse a un negocio, tal como denuncian los miembros del Movimiento por el
fortalecimiento de la identidad panameña. El proyecto de Nación que todos
debemos construir es una ciudadanía educada, participativa y creativa, que
descansa sobre una base económica donde todos están empleados en actividades
productivas.
Marco A. Gandásegui, h. / ALAI
En lo que llamamos “el
mes de la Patria” –noviembre– surgió un movimiento por el fortalecimiento de
la identidad panameña. No faltaron quienes se sintieron atraídos por la
proclama de quienes “haciendo un llamado
desesperado, un grito de alerta” – como diría Ana Elena Porras – convocaron a
los panameños a sumarse a una lucha por rescatar el país.
El movimiento que reúne a una gran cantidad de personas, está
preocupado por el despilfarro que experimenta actualmente el país. Es un
despilfarro que va de lo económico a lo social, pasando por lo cultural. Señala
que Panamá “atraviesa por un proceso de transformaciones, generado en buena
medida por la incorporación del Canal a nuestra economía interna... que conduce
a nuevos negocios y operaciones vinculados a las comunicaciones
interoceánicas... al mercado mundial”. Sin embargo, no se percibe un avance, no
progresamos como país “Estas transformaciones pueden producir un país mucho más
próspero y equitativo, si corregimos a tiempo el rumbo de nuestras políticas
económicas y sociales hacia objetivos de inclusión social y sostenibilidad”.
Quienes se
preocupan por la identidad panameña, hacen especial énfasis en las luchas
nacionales de los panameños durante el siglo XX destinadas a recuperar la
soberanía secuestrada por EEUU a principios del siglo pasado. Consideran que en
la actualidad los panameños corremos un verdadero peligro. “El riesgo de
dejarnos arrebatar los frutos de la lucha patriótica contra el enclave
colonial, que son el resultado de muchas generaciones de panameños y panameñas,
es advertencia oportuna que hacemos, a juzgar por la desnacionalización del
país que observamos en el presente”.
La proclama
denuncia que “se ha reducido nuestra educación a una pura dimensión
instructiva, para formar empleados más dóciles y eso no nos hará más
competitivos”. Expresa seria preocupación por el “menosprecio (de las
autoridades por) el aprendizaje humanístico conducente a formar ciudadanos y
ciudadanas con capacidad analítica, pensamiento crítico y creativo, honestos y
con cultura de paz”. Además, la proclama expresa “indignación, porque nuestras
autoridades persisten en restarle importancia a la memoria histórica y a la
identidad nacional, generadoras de autoestima, cohesión social y personalidad
individual”. Igualmente, siente un “dolor frente
a las medidas económicas que profundizan la desigualdad educativa y toda
esperanza de que existe un sistema de igualdad de oportunidades”.
La proclama
denuncia el nuevo estilo de corrupción que se ha apoderado de los gobernantes
panameños. Han convertido los símbolos patrios en mercancía que pueden generar
ganancias por millones de dólares sin reproche alguno. Destacan las “inútiles
inversiones que remilitarizan el país, sin disminuir la violencia...
Construcciones insostenibles energética y ambientalmente... Propaganda
gubernamental que pretende hacer olvidar prioridades como la construcción de
escuelas suficientes y bien equipadas”. Se olvidan de la “educación integral y
de calidad, en horarios completos, que forme ciudadanos que defiendan la ética
y la democracia... La formación de científicos y profesionales, que impulse la
construcción de un país sostenible económica, social y ambientalmente”.
En una
conferencia de prensa la profesora universitaria, Ana Elena Porras, fue
enfática al decirle “a esos políticos que traicionan a sus electores y a
nuestro pueblo que no queremos limosnas, ni su circo, sino que reclamamos
nuestros derechos y exigimos justicia”. A nombre del Movimiento, también le
recordó a quienes se llaman autoridades políticas que los panameños “no somos
maleantes, estúpidos ni ignorantes”. De manera valiente levantó la bandera de
lucha y proclamó que “éste es el día en que nace la resistencia nacional, en
defensa de nuestra memoria e identidad nacional”.
El Movimiento tiene muy
claro que Panamá es un país con una historia rica en expresiones culturales,
políticas y luchas nacionalistas. Igualmente, destaca la coyuntura favorable
que presenta, actualmente, la realidad mundial para que Panamá aproveche su
privilegiada posición geográfica y saque provecho del enorme potencial marítimo
que posee. La proclama del Movimiento se quedó corto en un aspecto: ¿Cuál es el
proyecto de Nación?
Cuando hablamos de
Patria, estamos aludiendo a nuestro pasado, al legado de nuestros padres. Al
referirnos a los enormes negocios asociados a nuestra posición geográfica
hablamos del presente: Altas tasas de crecimiento económico y ampliación del
producto interno bruto. ¿Cómo se combinan estos factores para entregarle a las
futuras generaciones los elementos para que puedan construir esa Nación que
todos anhelamos?
Sin duda, se requiere
en forma urgente un plan de desarrollo nacional. Plan que han rechazado los
gobiernos liberales y neoliberales desde la década de 1990. En el caso del
gobierno del presidente Martinelli, han confundido una estrategia de
inversiones quinquenal con un plan de
desarrollo.
La Nación no puede
reducirse a un negocio, tal como denuncian los miembros del Movimiento por el
fortalecimiento de la identidad panameña. El proyecto de Nación que todos
debemos construir es una ciudadanía educada, participativa y creativa, que
descansa sobre una base económica donde todos están empleados en actividades
productivas. El proyecto de Nación es el conjunto de familias, organizadas en
comunidades, que cuentan con una distribución equitativa de las riquezas del
país. El proyecto de Nación es un territorio que es defendido y protegido por
su ciudadanía organizada políticamente sin estar sometido a fuerzas militares
extranjeras.
Panamá, 22 de noviembre de 2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario