Las FARC expresan
que no irán a las negociaciones de paz a buscar “una revolución por
contrato”. No esconden sus ideales socialistas y afirman que hasta ahora han
tenido que pelear con las armas por estos ideales porque no han tenido opción.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
Las FARC nacieron
oficialmente el 27 de mayo de 1964 en
medio de una vasta ofensiva del ejército colombiano contra las llamadas
“Repúblicas independientes”. Éstas no
eran sino zonas de dominio de las autodefensas campesinas en Marquetalia, Río
Chiquito, El Pato y El Guayabero en los
departamentos de Tolima, Cauca y Caquetá. Desde el asesinato del líder
antioligárquico Jorge Eliecer Gaitán, el 9 de abril de 1948, la violencia se enseñoreó
en Colombia y de ella fueron víctimas bases campesinas liberales y comunistas
en diferentes regiones del país. Quienes
deploran la violencia que llevan a cabo las FARC, deberían reconocer que esta
violencia la originó la violencia del Estado
a partir de 1948 y luego con la ofensiva de mayo de 1964. Las autodefensas campesinas de todas estas
regiones lograron sobrevivir a la ofensiva iniciada en mayo de 1964,
terminaron influenciadas por el Partido
Comunista Colombiano y finalmente se
constituyeron en las Fuerzas Armadas Revolucionaria de Colombia-Ejército del
Pueblo (FARC-EP).
Durante muchos años las
FARC conservaron un discurso que las identificaba con un marxismo ortodoxo aun
cuando no pudieron evitar la impronta de
la realidad campesina de la que provenían. En julio de 1964, en medio de la
ofensiva lanzada por 16 mil efectivos
del ejército colombiano, las FARC proclamaron su programa agrario, básicamente
una reforma agraria para los campesinos sin tierra y arrendatarios a partir de la confiscación de tierras de los
latifundios, respeto a la propiedad de
los campesinos ricos que trabajaran su propiedad, créditos blandos y asistencia
técnica, sistemas sanitarios para atender la salud pública rural, precios
básicos garantizados para los productos agropecuarios, protección a las comunidades
indígenas y alianza en todo este
proyecto con el movimiento sindical. En abril de 1993, las FARC emitieron la
“Plataforma para un Gobierno de Reconstrucción y Reconciliación Nacional” que
hoy hasta podría ser el proyecto de los gobiernos de izquierda en
América latina: control del Estado de los sectores estratégicos de la economía
nacional; fomento del mercado interno; autosuficiencia alimentaria; estímulo a la pequeña, mediana y gran
industria privada; fomento a la
autogestión, microempresa y economía solidaria; 50% del presupuesto invertido
en bienestar social; 10% en investigación científica; proteccionismo estatal frente a la desigual competencia
internacional; establecimiento de un gobierno pluralista, nacional y
democrático; división de poderes, parlamento unicameral.
Muchos de estos
elementos programáticos serán enarbolados por las FARC en el contexto de las
negociaciones con el gobierno colombiano que
apenas están comenzando. Su
planteamiento general para las negociaciones
es el de una paz con justicia
social y respeto a la soberanía. Ello implica un desarrollo agrario que ponga
freno al despojo que están sufriendo los
campesinos colombianos por los grandes capitales invertidos en
megaproyectos mineros e hidroeléctricos,
eliminación de las bases militares estadounidenses, defensa de los recursos
naturales nacionales, eliminación del
Tratado de Libre Comercio, garantías a la vida de los luchadores
sociales y de los eventuales guerrilleros desmovilizados, solución integral y no punitiva al problema
del narcotráfico, medidas en contra de
la corrupción.
En voz de los
integrantes del Secretariado Rodrigo Granda e Iván Márquez, las FARC
expresan que no irán a las
negociaciones a buscar “una revolución por contrato”. No esconden sus ideales
socialistas y afirman que hasta ahora han tenido que pelear con las armas por
estos ideales porque no han tenido opción.
Lo que quieren ahora es hacerlo
pacíficamente pero exigen garantías de que no se repita la historia
de la Unión Patriótica. Este
frente amplio en el que participaron las FARC entre 1985 y 1990 y que fue aniquilado en 5 años, al ser asesinados 5 mil de sus militantes y sus dos
candidatos presidenciales.
Colombia tiene una
oportunidad para la paz, pero el camino será largo.
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