El domingo 4 de
noviembre, el salvadoreño Fabio Castillo
Figueroa emprendió su último viaje, para encontrarse en la memoria de los centroamericanos,
con otros muchos luchadores por los derechos de las grandes mayorías, que
dejaron huella en nuestra región.
Jaime Delgado Rojas / AUNA-Costa Rica
El Dr. Fabio Castillo Figueroa recibió un Doctorado Honoris Causa de la UES. |
¡Quién no lo recuerda!
En 1990 decidió terminar su largo exilio en Costa Rica y regresar a su querido
país, para asumir su candidatura… otra vez, a la Rectoría de la Universidad
de El Salvador (UES). Habían pasado casi 20
años. Y, de nuevo, esta vez ganó; pero ahora le correspondería reconstruirla y,
hasta refundarla. La reconstrucción fue hecha a la inversa de como cualquier
otro Rector de los que pululan en nuestras universidades públicas lo hubiera
hecho. Don Fabio empezó por las Escuelas y los jardines y al final por su
oficina. Mientras se movían escombros y se levantaban paredes, el Rector en persona reconstruía los jardines y las zonas verdes del campus con el trabajo
voluntario de alumnos y personal administrativo.
Su despacho era un tugurio
resultado de escombros de lo que fuera otra cosa, me parece que la soda
universitaria: ahí, entre cajas, cajones, cartones, con un personal
administrativo que se movía de un lado a otro, atendía a los cooperantes
internacionales que llegaban con su generosa oferta, a los periodistas que lo
entrevistaban para bien, o para fustigarle, a los académicos que le pedían esto
y lo otro y a los que él, al contrario, les decía qué debían aportarle a la
institución y, a los otros Rectores de las Universidades del CSUCA. Una vez se
fue la energía eléctrica, en una noche en que sesionaba el Consejo Superior
Universitario Centroamericano: como no podía ser ni un ataque armado, ni un
atentado, ordenó candelas para seguir la sesión.
Así, en aquel desorden
resultado de la guerra y las dictaduras, donde don Fabio Castillo dirigió la
reconstrucción de la Universidad, a partir de 1991, también estuvimos
conversando sobre la propuesta Declaración de Zona de Paz y Cooperación en
Centroamérica y El Caribe, cuyo texto, en forma de libro había sido publicado,
un año antes, en Heredia, Costa Rica y cuyo contenido, en una de sus partes, se
había constituido en Derecho Comunitario Centroamericano con la Declaración de
la Cumbre de Presidentes de Puntarenas de 1990.
Fue aquel proyecto y
este ideario, los que nos permitieron encontrarnos cuando lo impulsaba en la
Universidad para la Paz, en 1986, y el que me permitió conocerlo; pero también
conocer esa otra Centroamérica reprimida, perseguida, exiliada y expoliada por
los militares, la que don Fabio, como persona, exilado, luchador,
revolucionario, excarcelado, pretendía
libre de ejércitos y con seguridad democrática. Era el gran proyecto: frente a
la injusticia y la violación de los derechos de la gente, postulaba la defensa
de los derechos humanos; frente al planteamiento castrense de seguridad
nacional, planteaba la propuesta de la
seguridad democrática: no era simplemente una paz, sin balas, que podría
confundirse con la de los cementerios; sino una paz forjada sobre la defensa y
reivindicación de los derechos de las personas. En esto, también se marcó su
aporte, a la cumbre de presidentes de 1995 donde fue conocido y aprobado el
Tratado Marco de Seguridad Democrática de Centroamérica. Este concepto había
sido también cuidadosamente construido en el proyecto que había sido dirigido
por don Fabio, en la UPAZ.
En la UPAZ en el Cantón de Mora, en cualquiera de los
espacios que nos permitiera las autoridades de entonces, o bien, con la acogida
calurosa del expresidente de Costa Rica, don Rodrigo Carazo, en su residencia
en Escazú, o desde su casa en Granadilla de Montes de Oca, don Fabio y su
equipo propiciamos el primer encuentro de intelectuales a realizarse en
noviembre de 1987. Lo fue en una aula de la UPAZ con el nombre de “La Seguridad
de las Rutas Internacionales a través del Istmo Centroamericano, como Factor de
Paz y Desarrollo”; ahí fueron convocados intelectuales muy diversos:
sociólogos, politólogos, escritores y políticos que dieron su aporte y nos
contagiaron de entusiasmo. Con tales insumos continuamos con paso firme. Don
Fabio sabía hacerlo: escuchar y dirigir, con voz suave, pausada, pero con
autoridad; nos demandaba construcciones conceptuales novedosas, pero él tenía
claridad política e ideológica; pedía textos y contextos y él precisaba
contenidos. En la UPAZ, en casa de don Rodrigo, o en la suya, con los insumos
de aquel primer encuentro propiciamos el segundo “Seguridad de las Vías de
Comunicación, Seguridad Regional y Declaración de Zona de Paz en Centroamérica
y El Caribe”. Este se realizó en mayo de 1989 en la UPAZ: Esta vez fue más
numeroso, más rico conceptualmente, más realista en cuanto a la visión
política, y siempre consecuente, pues en ningún momento se abandonó el
contenido de su utopía.
Don Fabio era un
humanista procedente de las Ciencias Médicas y había estado metido en la
política desde muy joven. Fue integrante de una Junta de Gobierno en El
Salvador, cuyo mandato fue corto: en muy poco tiempo una propuesta de reforma
agraria, molestó demasiado a los militares y los intereses del imperio: la
experiencia guatemalteca era muy cercana en el tiempo y en el espacio. Esto lo
llevaría a su primer exilio. Luego volvería a la Universidad, como Rector en
1963-1967. Sería más tarde candidato presidencial, a disgusto de los oligarcas,
pero esta plataforma le permitió regar su sueño de justicia, reforma agraria y
educación, por todo el territorio cuzcatleco. Esa retórica esperanzadora para
las grandes mayorías y esa práctica consecuente lo llevarán, en 1972 a la
cárcel donde casi le llega la muerte; y de esa cárcel, donde fue sacado
esposado con su compañero de celda José Pineda, hacia su exilio forzado en
Costa Rica. En este país impulsará un Partido Revolucionario (el de los
Trabajadores Centroamericanos), una organización de Defensa de los Derechos
Humanos, con centroamericano memorable, el exrector guatemalteco Dr. Rafael
Cuevas del Cid y la propuesta a que hicimos referencia, de Zona de Paz en
Centroamérica y El Caribe, con la que lo conocimos.
El domingo 4 de
noviembre emprendió su último viaje, para encontrarse en la memoria de los
centroamericanos, con otros muchos luchadores por los derechos de las grandes
mayorías, que dejaron huella en nuestra región.
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