sábado, 25 de mayo de 2013

Costa Rica en la Alianza neoliberal del Pacífico

La Alianza del Pacífico es un ALCA con lo que se pudo rescatar de ese fracaso que sufrieron los Estados Unidos en Mar del Plata. Conformada por Chile, Perú, Colombia y México, tiene haciendo cola en la puerta de entrada a Panamá y Guatemala. Costa Rica, presurosa, y pidiendo que se aceleran los procesos para su plena incorporación, fue aceptada en esta Cumbre como  miembro pleno.

Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica

La foto de familia de la Alianza del Pacífico: la presidenta Chinchilla  de Costa Rica
y el presidente español Mariano Rajoy participaron del cónclave neoliberal. 
La Alianza del Pacífico, cuya VII Cumbre culminó ayer viernes en Cali, Colombia, ha sido pensada desde dos perspectivas: 1) para hacer contrapeso a los esfuerzos integracionistas que se llevan adelante en América Latina sin la presencia de Washington y 2) darle continuidad a la idea norteamericana de una integración continental bajo la hegemonía del  modelo neoliberal, que fue detenido en la Cumbre de Mar del Plata de noviembre del 2005.

A la Cumbre de Mar del Plata en Argentina, América Latina llegó en condiciones adversas: salvo los casos de Venezuela, donde la Revolución Bolivariana y el presidente Chávez habían derrotado el golpe de Estado de 2002 y el paro patronal; de Brasil, donde Lula da Silva sentaba las bases de una nueva hegemonía del Partido de los Trabajadores; y de la Argentina de Néstor Kirchner, que poco a poco se levantaba de los escombros de la crisis del 2001; el resto de gobiernos latinoamericanos (menos Cuba, aislada por el consenso panamericano, pero firme en su resistencia antimperialista) adherían sin mayores reticencias al neoliberalismo privatizador y entreguista, y al proyecto de libre comercio impulsado por los Estados Unidos como alternativa –única- de desarrollo para la región.

A pesar de esto, los llamados a la unidad y la integración de signo latinoamericano se escuchaban desde mediados de la década de los noventa. En 1993, ante el Foro de Sao Paulo reunido en La Habana, Fidel Castro dijo que la integración: “es una cuestión vital, es una cuestión de supervivencia, estamos viviendo en un mundo de grandes gigantes económicos e industriales, de grandes comunidades económicas y políticas. ¿Qué perspectivas de independencia, de seguridad y de paz, qué perspectivas de desarrollo y de bienestar  tendrían nuestros pueblos divididos?”

Sin embargo, eran tiempos difíciles para las izquierdas de la región, y aquellas palabras no encontraron eco entre la clase política –seducida por el discurso de la globalización neoliberal- ni entre partidos y movimientos progresistas que recién intentaban sobrevivir en medio de la tormenta política e ideológica de aquellos años.

Ese desconcierto fue aprovechado por las élites políticas y económicas de los Estados Unidos, que a través de las Cumbres de las Américas, y bajo el alero de la Organización de Estados Americanos (OEA), impulsaron su proyecto de creación del ALCA, una iniciativa con la que, en palabras del Secretario de Estado norteamericano Colin Powell, “héroe” de la primera guerra del Golfo Pérsico,  se garantizaría “a las empresas norteamericanas el control de un territorio que va del Polo Ártico hasta la Antártida”.

Pero la Cumbre de Mar del Plata marcó un punto de inflexión en la historia reciente de la integración político-económica del continente, al menos en los términos y condiciones que Estados Unidos intentaba imponer desde su proyecto de hegemonía continental y global. Al mismo tiempo, abrió un frente de confrontación de imaginarios sociales e ideológicos, entre el ALCA -el modelo del libre comercio panamericano- y los nuevos esquemas y mecanismos de integración (ALBA y UNASUR, fundamentalmente), que está implícito en el desenlace de los acontecimientos político-electorales posteriores a esta cita, en prácticamente toda la región.

La Alianza del Pacífico es un ALCA con lo que se pudo rescatar de ese fracaso que sufrieron los Estados Unidos en Mar del Plata. Conformada por Chile, Perú, Colombia y México, tiene haciendo cola en la puerta de entrada a Panamá y Guatemala. Costa Rica, presurosa, y pidiendo que se aceleran los procesos para su plena incorporación, fue aceptada en esta Cumbre como  miembro pleno.

La presidenta de este país, Laura Chinchilla, envió un mensaje a sus conciudadanos, especialmente a los diputados de oposición que en su país se opusieron al Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y los Estados Unidos, desde la conferencia que dio a empresarios en Cali: que “eliminen los discursos retóricos que se contraponen al libre comercio”.

La Alianza del Pacífico pone, como requisito imprescindible, que todos sus miembros hayan firmado tratados de libre comercio entre sí, es decir, que adscriban al libre comercio bajo cánones neoliberales. La señora Chinchilla y su gobierno no cejan en impulsar este modelo, a pesar de los datos que muestra cómo la industria nacional se ha visto fuertemente desfavorecida con él, especialmente después de la firma del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos de América, según lo muestra en el articulista Ronald Solís:

“1. El último informe del Estado de la Nación 2010, reporta que en 1998 existían 2403 empresas exportadoras y en la actualidad de ellas, solo sobreviven 732. Es decir, de cada 10 desaparecieron 7, básicamente Pymes. También menciona que aunque las exportaciones han crecido considerablemente en este periodo de 12 años, se ha dado bajo un modelo de alta concentración, como lo evidencian los siguientes datos: - El 82.2% de las empresas que exportan menos de $1 Millón de dólares, representaron en las ventas internacionales solo el 3.1% del valor exportado en el 2009. Por el contrario, el 1.5% de las empresas exportadoras más grandes, representaron el 70% de estas ventas. Esto deja como evidencia que las políticas públicas han sido ineficaces en siquiera mantener con vida a las medianas y pequeñas empresas exportadoras.

2. En un estudio realizado por la OIT (Organización Internacional del Trabajo) y el INEC (Instituto Nacional de Estadística y Censos), Costa Rica en el año 2000 tenía 5.7 patronos como porcentaje de los trabajadores asalariados, siendo el país de América latina con el mayor porcentaje de patronos, pero 10 años después pasa a ser el segundo más bajo con 3.2 patronos. Es decir, desaparecen los patronos a nivel general y nos transformamos en un país de asalariados que ofrece cada día menos oportunidades a los costarricenses para convertirse en empresarios o productores por cuenta propia.

(…)

5. Esta situación en que las políticas gubernamentales han colocado a la mayoría de nuestros empresarios productores de bienes, de tener que operar en un mercado altamente cautivo en cuanto al acceso al consumidor, por la existencia de grandes cadenas de supermercados (transnacionales, n.n.) sumado a competir con países que nos ofrecen productos con dumping social ( salarios más bajos que los nuestros ), dumping ambiental (no cuido del ambiente) o subsidios directos a los productores, llevan a forzar cada día más a nuestra economía a la informalidad y al incumplimiento de las leyes laborales para poder sobrevivir. Esto aumentara el deterioro de nuestro estado social de derecho y nuestro sistema de seguridad social como son las pensiones, salud, educación, riesgos del trabajo, etc. Recordemos que estos cargos representan en la planilla patronal, más del 50% de salario adicional.”

Y todavía la señora presidenta pide silencio a los que se oponen a esta barbaridad.

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