El embajador de
Estados Unidos interviene en un acto político opositor en el Ecuador, bajo la
reconocida pátina de pretendida "defensa de la libertad de
expresión". Retornan los fantasmas del pasado, el Gran Garrote, la
pretensión de ser el Gendarme de la región.
Roberto Follari
/ El Telégrafo
Estados Unidos
ha perdido la paciencia (y la prolijidad) y, confundido de épocas; cree que
llegó el momento de atropellar sin más en Latinoamérica. Tras años de
concentración en la lejana Asia, vuelve ahora a mirar a su "patio
trasero" con la prepotencia de siempre y la delicadeza de un elefante en
una florería.
De tal manera,
ahora se cree en posibilidad de dictar lecciones de democracia a los países con
gobiernos populares del subcontinente. Obama declara, en típica charla con
sentido de amenaza, que no se dan condiciones democráticas en Venezuela, país
donde elecciones limpias han dado por ganador al actual gobierno 15 veces en
los últimos tres lustros (y 3 veces en los últimos meses). Se mete con la
justicia argentina, y una reforma a ese poder un tanto cristalizado y vetusto
-amén de siempre politizado- que ha lanzado el gobierno argentino es
"mirada con atención" desde Estados Unidos (eufemismo que implica que
"estamos dispuestos a intervenir sobre este asunto").
El embajador de
Estados Unidos interviene en un acto político opositor en el Ecuador, bajo la
reconocida pátina de pretendida "defensa de la libertad de
expresión". Retornan los fantasmas del pasado, el Gran Garrote, la
pretensión de ser el Gendarme de la región. Retorna la decisión de alinear a
todos como lacayos del imperio y -en los casos en que ello no ocurre- la
voluntad de desestabilizar y atacar, so pretexto de "defender la
democracia".
Democracia como
la actual, pocas veces se ha tenido en los países latinoamericanos,
precisamente con gobiernos que miran a su población y no a los mandatos de los amos extranjeros.
Mejoras económicas y sociales tangibles para las mayorías: menos desocupación,
menos indigencia, menos pobreza, más trabajo, más participación social, mejor
cubrimiento de derechos. Esto no le gusta a Estados Unidos pues, obviamente,
ello no responde a sus políticas libremercadistas al servicio de los grandes
monopolios y los pulpos negociantes.
¿Qué lección de
democracia podría dar Estados Unidos?, país de asesinos seriales que cada tanto
salen con armas largas a matar compatriotas en escuelas y cines; país que opera
ilegalmente en Pakistán, como en el asesinato de Bin Laden; país que ha usado
secretamente los aeropuertos de Europa para trasladar prisioneros clandestinos;
país que usa drones (aviones no tripulados) que matan tanto a enemigos como a
civiles inocentes, sin discriminación alguna; país que atropella la soberanía
de todos los otros países, pretendiendo una providencialidad que lo haría dueño
virtual del planeta; país que no cubre ni los menores criterios de derechos
humanos con sus prisioneros en Guantánamo; país que ha perpetrado vergonzosos
golpes de Estado en Latinoamérica, y que parece querer volver a operar contra
la voluntad política de la región. ¿Qué lecciones de democracia podrían dar a
nadie?
Que nos dejen
en paz, y se ocupen de sus enormes lacras (consumo generalizado de drogas
incluido). No nos metemos con sus problemas, que no se metan con los nuestros.
Porque somos pequeños y no tenemos pertrechos militares, pero nuestras
poblaciones son muy conscientes. Y, en esos casos, las aventuras imperialistas
suelen terminar con no muy buenos resultados.
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