El ingreso de Guatemala y Honduras a
Petrocaribe es muy significativo, sobre todo porque, en buena medida, el golpe
de Estado en este segundo país tuvo como leitmotiv el acercamiento del entonces
presidente Manuel Zelaya precisamente a esa organización y al ALBA.
Rafael
Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
Los presidentes y representantes de Petrocaribe, incluido Porfirio Lobo de Honduras, en el Cuartel de la Montaña en Caracas. |
La visita del presidente de los Estados
Unidos a Centroamérica, y acontecimientos posteriores ocurridos pocos días
después en Caracas, ponen de manifiesto por dónde se desarrolla en este momento
la disputa geopolítica en la cintura de América.
A menos que el presidente norteamericano
haya llevado consigo una agenda oculta que, hasta el momento, nadie a revelado,
su visita no fue más que un gesto simbólico para poner de manifiesto que ellos
siguen estando ahí, y que su presencia es tan aparatosa como toda la
parafernalia que implicó el operativo montado en San José, Costa Rica, para que
estuviera apenas 22 horas en el país.
En efecto, el presidente llegó, se
reunió con la presidenta del país anfitrión,
y cenó con los presidentes de la región ese día por la noche. Al día
siguiente se reunió con empresarios, y partió sin pena ni gloria hacia el medio
día. El único aspecto que puede prestarse a especulación de lo tratado en ese
espacio de tiempo se deriva, primero, de las reuniones mantenidas con el
empresario y astronauta norteamericano de origen costarricense, Franklin Chang,
quien se encuentra investigando nuevas formas de energía, en este caso el
plasma, que piensa aplicar a motores de naves que deban realizar viajes
interplanetarios; y, en segundo lugar, el tema de la posible exportación de gas
natural de los Estados Unidos a Centroamérica.
El tema del gas fue tratado de forma
vaga y difusa por parte de la nación del norte. Como se sabe, los Estados
Unidos están próximos a poder autoabastecerse, estarán en la posibilidad de
exportarlo, y Centroamérica está interesada en sustituir con él el bunker con
el que mueve sus plantas térmicas y que encarecen el costo de producción de
electricidad.
Sin embargo, la respuesta norteamericana
no fue contundente, como esperaban con cierta avidez en la región, y se limitó
a prometer que, llegado el momento, se contemplaría con interés y simpatía la
petición. Se advirtió, eso sí, que existe una bastante compleja legislación en
los Estados Unidos, que es engorrosa y debe respetarse. Es decir, nada en
concreto.
No había terminado de despegar el avión
de Obama del aeropuerto Juan Santamaría de Costa Rica, cuando tuvo lugar, en
Caracas, la cumbre de Petrocaribe, en la cual ingresaron como miembros plenos
nada más y nada menos que Guatemala y Honduras.
Esta primera reunión de Petrocaribe en
la era poschávez tuvo una especial relevancia porque en ella se perfiló con más
claridad el objetivo de crear la Zona
Económica de Petrocaribe (Zep), y la creación del sistema de Fondos Bilaterales para la Integración
Petrocaribe (Fobip). Y, para cerrar con broche de oro, y como de gestos
simbólicos también trata esta relación, la declaración final de esta VII Cumbre
de Petrocaribe se realizó en el Cuartel de la Montaña, sitio en el cual yacen
los restos de Hugo Chávez.
El ingreso de Guatemala y Honduras a
Petrocaribe es muy significativo, sobre todo porque, en buena medida, el golpe
de Estado en este segundo país tuvo como leitmotiv el acercamiento del entonces
presidente Manuel Zelaya precisamente a esa organización y al ALBA. Para los
Estados Unidos (y para la oligarquía hondureña, pero eso prácticamente no cuenta)
era inconcebible que el portaviones Honduras, en donde tienen importantísimas
bases militares, se les fuera de las manos. Y resulta que, menos de tres años
después, el títere que pusieron a la cabeza del nuevo gobierno hace,
precisamente, lo que no querían que hiciera, y se acerca de nuevo a Venezuela.
Dos aspectos queremos remarcar de este
acontecimiento: 1) que, una vez más, los Estados Unidos se están quedando solos
en la región en relación con su política hacia Venezuela, pues solamente ellos
siguen apoyando las demandas y la agresividad de la oposición venezolana. Eso
queda evidenciado de forma clara y contundente con el ingreso a Petrocaribe de
dos regímenes centroamericanos que no pueden caracterizarse, ni lejanamente,
como “pro-chavistas”, y la simbólica fotografía de los jefes de Estado de esa
organización frente al Cuartel de la Montaña en Caracas; y 2) que esos mismos
Estados Unidos no logran salir de sus viejos esquemas en relación con América
Latina, a pesar del impulso del smart
power de la administración Obama. Un
ejemplo de primer orden lo constituye esta jugada geoestratégica que acaba de
protagonizar Venezuela en Centroamérica, que quita nuevamente la iniciativa a
los Estados Unidos.
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