Por caos entendemos
algo impredecible y que se escapa a la miope visión que únicamente pueden
esbozar nuestros ojos ante hechos que se escapan de los parámetros conocidos,
pues nuestra mente es capaz de secuenciar únicamente fragmentos de la secuencia
total del inmenso genoma del caos.
Germán Gorraiz López / Especial para Con Nuestra América
Desde España
El biológo francés
Jacques L. Monod en su ensayo “El azar y la necesidad” (1970) explica que las
variables del logos y el azar de la evolución humana serían aspectos
complementarios de las necesaria adaptación evolutiva de los seres vivos ante
los cambios drásticos para asegurar su éxito reproductor (supervivencia) con lo
que asistiríamos a la irrupción de un “escenario teleonómico” en contraposición
al llamado “escenario teleológico” vigente en la actual sociedad occidental y
en el que la finalidad de los procesos creativos eran planeadas por modelos
finitos que podían intermodelar o simular varios futuros alternativos y en los
que primaba la intención, el propósito y la previsión.
Shakespeare, por boca
de un asustado Enrique IV expresa el miedo y la impotencia del hombre debido a
la ausencia de certezas ante el caos de la mudanza : “¡Dios mío, si tuviésemos
la opción de leer en el libro del destino y ver del tiempo las revoluciones,
ver cómo la ocasión se burla y cómo llena el cambio la copa de Mudanza con
diversos colores”. Así, la entrada en recesión de las economías mundiales en el
2008 implementó el estigma de la incertidumbre y la incredulidad en una
sociedad inmersa en la cultura del Estado de Bienestar del mundo occidental y
derivó posteriormente en un shock traumático al constatarse el vertiginoso
tránsito desde niveles de bienestar hasta la cruda realidad de la pérdida del
trabajo, posterior desahucio e inmersión en umbrales de pobreza, piezas
desgajadas del puzzle inconexo del caos en el que estamos ya inmersos.
Por caos entendemos
algo impredecible y que se escapa a la miope visión que únicamente pueden
esbozar nuestros ojos ante hechos que se escapan de los parámetros conocidos,
pues nuestra mente es capaz de secuenciar únicamente fragmentos de la secuencia
total del inmenso genoma del caos, con lo que inevitablemente recurrimos al
término “efecto mariposa” para intentar explicar la vertiginosa conjunción de
fuerzas centrípetas y centrífugas que terminarán por configurar el puzzle
inconexo del caos ordenado que se está gestando. El citado “efecto mariposa”
trasladado a sistemas complejos como la Metereología, Detección y Prevención de
Epidemias, Movimientos Migratorios o la Bolsa de Valores, tendría como efecto
colateral la imposibilidad de detectar con antelación un futuro mediato pues
los modelos cuánticos que utilizan serían tan sólo simulaciones basadas en
modelos precedentes, con lo que la inclusión de tan sólo una variable
incorrecta o la repentina aparición de una variable imprevista provoca que el
margen de error de dichos modelos se amplifique en cada unidad de tiempo
simulada hasta exceder incluso el límite estratosférico del cien por cien, de
lo que serían paradigmas la agónica situación del Ártico y del Mar de Aral, el
colapso de los refugiados en Europa, el riesgo de pandemia global y el próximo
crash bursátil.
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