Palabras en el acto de homenaje del 82 aniversario del
"tránsito a la inmortalidad del General de Hombres Libres Augusto César
Sandino", el 21 de febrero de 2016, atendiendo amable invitación
formulada por S. E. Antenor Ferrery P., embajador de Nicaragua en Panamá.
Olmedo Beluche / Para Con Nuestra
América
Desde
Ciudad Panamá
El 21 de febrero de
1934 fue asesinado el general Augusto C. Sandino, quien había librado una lucha
victoriosa contra la ocupación militar norteamericana de Nicaragua, lucha en la
que recibió el respaldo, la simpatía y la admiración de las fuerzas
antiimperialistas latinoamericanas. Su lucha contra el imperialismo yanqui
trascendió nuestro continente de tal manera que fue el intelectual francés
Henri Barbusse quien, en 1928, le otorgó el título que quedó grabado junto a su
nombre: "General de Hombres Libres".
Quienes no pudieron
vencerlo en el campo de batalla, planearon arteramente su asesinato, igual que
sucediera con otros legendarios héroes populares de ese período glorioso de las
revoluciones latinoamericanas de principios del siglo XX: como Pancho Villa,
Emiliano Zapata, nuestro Victoriano Lorenzo y tantos otros.
Una historia
hermanada entre Nicaragua y Panamá
A propósito de
Sandino y Victoriano, es notable el paralelismo tanto en las vidas de estos
héroes populares, como en la historia de nuestros dos países: unidos por la
colonización de los pueblos prehispánicos que llegaron a Centroamérica hace más
de 10 mil años; unidos nuevamente por la conquista y colonización europea,
particularmente en la persona de Pedrarias Dávila, fundador de la ciudad de
Panamá y de León y Granada; nuevamente hermanados por el transitismo del siglo
XIX, la fiebre del oro, los ferrocarriles y el intervencionismo yanqui.
Justamente, la lucha
del pueblo nicaragüense, y de todos los pueblos de Centroamérica coaligados
contra la ocupación de Nicaragua por el filibustero William Walker, está en la
médula de la primera gesta panameña contra la presencia norteamericana, el llamado
Incidente de la Tajada de Sandía. El pueblo de Panamá, reaccionó con
violencia a la ofensa cometida contra el frutero Manuel Luna, a sabiendas que
el ofensor Jack Olivier era un filibustero camino a Nicaragua y con posibles
intenciones de repetir lo hecho por Walker aquí en el Istmo, donde ya se había
perdido el control sobre la zona de tránsito a manos de la Panama Railroad Co.
Ese intervencionismo
norteamericano en la región no acabó con la derrota de Walker en 1857, sino que
continuó a lo largo del siglo XIX, haciéndose especialmente exasperante durante
las negociaciones para la construcción de un canal interoceánico, en la que los
políticos yanquis jugaron con los intereses soberanos de ambos países, para
finalmente decidirse por Panamá.
Era la época del
“Gran Garrote” de Teodoro Roosevelt, es decir, la época del imperialismo
desembozado en que las potencias capitalistas se apoderaban de países enteros.
Cuba y Puerto Rico en 1898, Panamá en 1903 y posteriormente Nicaragua a partir
de la década del diez para acabar con el desarrollo independiente de un
gobierno liberal. Sandino, con apenas 17 años de edad fue testigo directo de
esa agresión norteamericana, en 1912, y del vil asesinato del general patriota
Benjamín Zeledón en Masaya, por los marines yanquis. Hecho que lo marcó y forjó
sus convicciones antiimperialistas.
Sandino y Victoriano
Lorenzo tienen mucho en común: de humilde extracción campesina ambos, pese a
las vicisitudes, crecieron para convertirse en reales líderes populares, con
capacidad de convocatoria a las armas, para luchar por demandas democráticas
elementales como la tierra para quien la trabaja, democracia y soberanía
nacional.
Si bien cada uno tuvo
sus peculiaridades distintivas, y sus énfasis (uno la lucha del indígena por la
tierra, otro la lucha contra la ocupación extranjera), ambos descollaron dentro
del ala más radical del partido liberal de inicios de siglo, perspectiva
política en que se expresaba el progresismo revolucionario de la época
antes de la legada de las ideas socialistas.
Sandino y Victoriano,
marcan el punto culminante de la acción revolucionaria que alcanzó el
liberalismo criollo en nuestros países, y la traición de la que fueron
víctimas por sus propios copartidarios, marca la entrada en decadencia del
liberalismo y su cooptación por las oligarquías y el imperialismo.
Los lazos históricos
que hermanan a nuestros pueblos se extienden hasta el presente, y se hicieron
más fuertes durante la Revolución Sandinista de 1978-79, con la participación
combativa de la vanguardia de la juventud panameña de entonces, a través de la
Brigada Victoriano Lorenzo, fundamentalmente, y otros contingentes que se
sumaron directamente al FSLN o a través de la Brigada Simón Bolívar.
¿Cómo se forjó la
conciencia y las convicciones políticas de Sandino?
Sandino fue hijo de
su época y actor de primera línea de esa escena de la historia centroamericana.
Nació el 18 de mayo de 1895. Al día siguiente moría en el campo de batalla el
prócer cubano José Martí. ¿Casualidad?
Ese fin del
decimonono y comienzo del siglo XX es el momento de la expansión del
capitalismo en su fase superior por todo el planeta, el imperialismo. La vida
de esa generación conocería la violencia inusitada de las intervenciones
militares imperialistas por todos lados, hasta llegar a su paroxismo con la
Primera Guerra Mundial (1914-1917).
Pero esa generación
también conocería el heroísmo de millones de explotados que intentaron cambiar
el mundo, lográndolo en buena medida, mediante enormes revoluciones populares,
como la mexicana de 1910, o la rusa de 1917, y muchas otras, cuyo eco habrá
llegado hasta los oídos de Sandino, forjando sus convicciones políticas.
En este continente, y
en particular en Centroamérica y el Caribe, era la época del Gran Garrote,
como ya se ha dicho. Con toda seguridad, estuvieron en el proceso de formación
de la conciencia del joven Augusto C. Sandino, las noticias que llegaban a su
país acerca de la Guerra Hispano-Norteamericana de 1898, la intervención en la
separación de Panamá de Colombia en 1903, las invasiones a México de 1914 y
1917, la invasión a Haití y República Dominicana en 1915. Quizás haya escuchado
del desarme de la policía panameña por las tropas yanquis de 1915 y la
ocupación militar de la provincia de Chiriquí en 1917, que hicieron parte de
esa época.
Pero el
acontecimiento que fehacientemente lo marcó fue el derrocamiento del presidente
José Santos Zelaya, liberal progresista, partidario de la unidad
centroamericana. Derrocamiento propiciado por la intervención directa de los
marines yanquis y por orden directa del Secretario de Estado norteamericano,
Philander C. Knox, abogado y dueño de las minas de oro nicaragüense La Luz,
golpe de estado ejecutado bajo la dirección del cónsul yanqui Thomas Noffat.
A partir de allí, la
situación en Nicaragua degeneró en varios conflictos políticos y la subsecuente
Revolución liberal-conservadora contra el gobierno de Adolfo Díaz, agente de la
United Fruit Co., el cual pidió la intervención de las tropas norteamericanas contra
los sublevados. En esa revolución y lucha contra las fuerzas extranjeras cayó
en combate el héroe nacional de Nicaragua Benjamín Zeledón, en 1912, cerca de
Masaya. Sandino, que por entonces laboraba como peón en una finca, joven
de 17 años y que vivía en la zona, presenció cómo los marines llevaban el
cadáver del héroe en una carreta.
En 1921 un hecho
personal da un vuelco a su vida: hiere de bala al dirigente conservador de su
pueblo, Dagoberto Rivas, que había injuriado a su madre, lo cual lo obliga a
huir al norte de Nicaragua, luego a Honduras, Guatemala y finalmente a México.
Periplo en el que completó su formación personal laborando como obrero en un
ingenio azucarero, en la United Fruit Co. y en Veracruz en empresas petroleras.
Allí traba conocimiento no solo de la rica historia dela recién pasada
Revolución Mexicana, sino de las ideas socialistas y anarquistas.
Nace el "General
de Hombres Libres
En 1926, coincidiendo
el retiro de las tropas norteamericanas de Nicaragua con la caducidad de su
sanción por el atentado contra Rivas, Sandino retorna a su patria. Intenta
radicarse en Niquinohomo, su pueblo natal, pero la persecución de su enemigo
personal le obliga a dirigirse al norte, a "Las Segovias".
Su retorno coincidió
con el golpe de estado del conservador Emiliano Chamorro contra el liberal Juan
B. Sacasa. Pero Chamorro no es aceptado por Estados Unidos, obligándolo a
renunciar para imponer al sempiterno títere Adolfo Díaz. Estos acontecimientos
desatan la llamada Guerra Constitucionalista de 1926-27. Los liberales
conforman el Ejército Constitucionalista exigiendo el retorno de Sacasa y desde
Puerto Cabezas (Bilwi) en el norte, hacen la guerra.
Sandino decide
incorporarse al bando liberal con un grupo de hombres, pero es rechazado por el
general liberal José M. Moncada. Aquí sucede unos de los hechos que parece
hundirse en lo "real maravilloso", concepto con que Alejo Carpentier
describía las cosas increíbles de nuestra historia: Sandino es ayudado por las
prostitutas de Puerto Cabezas a recoger un lote de armas que los marines
yanquis habían quitado a los liberales y habían echado al mar.
Con esas armas,
Sandino monta su propio grupo armado, Los Montañeses, y empieza a operar desde
el poblado de El Jícaro, el cual toma el 2 de noviembre de 1926, lo que le gana
el reconocimiento de los oficiales liberales, para dirigir el Ejército de Las
Segovias. Llegó a tener hasta 80 hombres y controlar Jinotega.
El ejército liberal
del frente occidental, avanza sobre León y Chinandega, tras encarnizadas
batallas, que obligan al presidente títere a solicitar al mayor norteamericano
James J. Meade que entren en acción los marines en refuerzo del ejército
Constabulario, como se llamaba al cuerpo armado de nicas creado por Estados
Unidos.
Más de 5000 marines y
400 oficiales norteamericanos entraron en la guerra utilizando incluso la
aviación para recuperar Chinandega. Luego de cruentos combates, el jefe liberal
José M. Moncada traiciona la lucha, se rinde y, con el representante
norteamericano Henry L. Stimson, firma el Pacto del Espino Negro, el 4 de
mayo de 1927.
A partir de este
momento cambia el curso de los acontecimientos, pues Sandino, que hasta aquí
había sido un actor secundario en la guerra civil, repudia la traición de
Moncada y lanza su grito de guerra: "¡Ni me vendo, ni me rindo. Yo
quiero patria libre o morir!".
Con apenas 30 hombres
y 40 rifles, se refugia en el cerro de El Chipote, e inicia la nueva fase de la
guerra, la cual pasó de guerra civil, a guerra de liberación nacional contra la
ocupación extranjera y contra los traidores conservadores y liberales que la
propiciaron. El nuevo ejército que construyó, de hasta 6000 hombres, pasó a
llamarse: Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN).
En El Ocotal, en
julio de 1927, se produce una de sus más memorables batallas en que asesta
duros golpes al ejército ocupante, el cual se vio obligado a recurrir a los
bombardeos aéreos para frenar la ofensiva sandinista.
En El Bramadero, en
febrero de 1928, derrota a los marines y saca a relucir un arma característica
del pueblo nicaragüense, el temible machete. El ejército yanqui le tomó respeto
y empezó a llamar a sus soldados "guerrilleros" y no bandoleros.
Atacó y destruyó la
mina aurífera La Luz, propiedad de Knox, así como propiedades de
norteamericanos, especialmente la United Fruit Co. Controló Las Segovias,
es decir, las provincias norteñas, pero también se expandieron las operaciones
del EDSN a Jinotega, Matagalpa, Chontales, Chinandega y León.
En 1928, la táctica
de las tropas norteamericanas cambió para privilegiar la constitución de un
ejército de nicaragüenses que actuara en primera línea contra Sandino y el
EDSN. Para ello empieza la organización, entrenamiento y armamento de la
sanguinaria Guardia Nacional, a cuya cabeza se puso a Anastasio Somoza García,
pero cuyo control se mantuvo en manos de los marines hasta 1933.
La traición
En 1933, el gobierno
recién estrenado de Franklin D. Roosevelt decide dar un vuelco a su política
regional, acuciado por problemas mayores en el ámbito de la crisis económica
que asolaba a Estados Unidos y el mundo capitalista, e inaugura lo que se
denominó "la política del buen vecino", que sustituyó a la doctrina
del Gran Garrote.
Se inicia el retiro
de las tropas norteamericanas de Nicaragua y se deja el país en manos del
presidente Juan B. Sacasa, cuyo derrocamiento había dado inicio a los casi 10
años de guerra anteriores. Retiradas las tropas yanquis, el 2 de febrero de
1933, Sandino acuerda con Sacasa el cese de las hostilidades, y permanece con
100 hombres leales en Las Segovias.
Pero la creciente
hostilidad de la Guardia Nacional, que aún no tenía reconocimiento
constitucional, lleva a Sandino a Managua para denunciar abusos y violaciones a
los acuerdos de paz por esa entidad y su director. En función de discutir ese
problema con el presidente Sacasa, es que se produce la cena del 21 de febrero
de 1934, en la presidencia de la República.
Acuden a la cita con
Sacasa, Sandino, su padre Gregorio Sandino, el escritor Sofonías Salvatierra, y
sus generales lugartenientes Francisco Estrada y Juan Pablo Umanzor. Como a las
8:00 p.m., a la salida de la reunión, su automóvil es detenido por un comando
de la Guardia Nacional y son conducidos a la cárcel de El Hormiguero. De allí
son sacados Sandino y sus dos generales. Se les lleva al monte de La Calavera,
donde los fusilan a las 11:00 p.m.
Su padre Gregorio,
que pudo oír los disparos desde la cárcel, sentenció: "Ya los están
matando. Siempre será verdad que el que se mete a redentor, muere crucificado".
Antes del amanecer
caía asesinado su hermano menor, Gregorio Sandino. Y al día siguiente la
Guardia Nacional atacaba la cooperativa organizada por Sandino en Wiwilí,
asesinando y arrestando gente. Aunque formalmente, Somoza, alias Tacho, asumió
la presidencia en 1937, estos tristes hechos inauguraron la negra noche de la
dictadura somocista, que perduraría 40 años.
Andando el tiempo, el
propio Somoza reconoció que la orden de asesinar a Sandino provino del
embajador norteamericano Arthur Bliss Lane. Como una forma de autoconfesión, el
propio gobierno de Franklin D. Roosevelt le hizo un recibimiento triunfal en
Washigton, en 1939, con agasajos y festejos para el asesino de Sandino y
verdugo de Nicaragua. La doctrina del Buen Vecino era palabrería hueca.
Sandino vive, la
lucha sigue
Pero la dictadura
somocista no gozó de 40 años de paz, sino de diversas formas de lucha y
resistencia. La traición y el crimen cometido contra Sandino, fue vengado por
el intelectual y patriota Rigoberto López Pérez, el 21 de septiembre de 1956,
quien le asestó a Tacho cuatro balazos que acabaron con su vida, cinco días más
tarde, en el hospital Gorgas de la Zona del Canal de Panamá, donde sus amos
intentaron infructuosamente salvarlo.
Entre los pocos altos
mandos del EDSN y lugartenientes de Sandino que lograron salvarse de las
masacres de Somoza, estuvo José Santos, quien junto a Carlos Fonseca Amador,
fundó en 1961 el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Organización
que dirigiría exitosamente la Revolución Nicaragüense de 1979, en que se puso
fin a la dictadura somocista. Pero esa es otra historia.
¡Sandino vive, la
lucha sigue!
¡Patria libre o
morir!
Panamá 21 de febrero de
2016.
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