La presencia china en
América Latina ha hecho que EEUU reaccione preocupada por su monopolio
petrolero en Venezuela. Mayor preocupación ha mostrado EEUU en el Medio
Oriente, donde China se ha convertido en el consumidor principal de petróleo en
la región.
Marco A. Gandásegui, hijo / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá
La semana pasada
interrumpimos la primera parte de este artículo cuando analizábamos los aportes
de Gramsci a la teoría de la formación del Estado nación.
Una vez consolidados
los Estados naciones capitalistas, cada uno se lanzó a la conquista del
planeta. Se inició lo que Gramsci llamaría la guerra de movimientos. Los nuevos
Estados-naciones pretendieron apoderarse de las rutas comerciales, de los
territorios con riquezas naturales y fundar colonias en los diferentes
continentes. Las guerras de los siglos XVIII y XIX entre Francia e Inglaterra
(apoyada por sus aliados rusos y austro-húngaros) son históricas. Después
siguieron las guerras entre Francia y Alemania. En el siglo XX Alemania (y, en
parte, Japón) se enfrentó a la alianza anglo-francesa y sus aliados
ruso-norteamericanos. Las guerras tenían como objetivo asegurar las rutas
comerciales, los recursos naturales y los territorios a escala global para
seguir acumulando capital.
En el siglo XXI los
objetivos siguen siendo los mismos: El control de las rutas, los recursos
naturales y territorios a escala global. En la actualidad, se ha sumado otra
potencia capitalista (que conoce y aplica muy bien las reglas) que es China.
Una vez consolidada su posición en el extremo oriente, la nueva potencia se ha
movido trazando nuevas rutas comerciales (las ‘rutas de seda’), firmando
acuerdos para tener acceso a recursos naturales y ha logrado hacer sentir su
presencia en todos los continentes.
La presencia china en
América Latina ha hecho que EEUU reaccione preocupada por su monopolio
petrolero en Venezuela. Mayor preocupación ha mostrado EEUU en el Medio
Oriente, donde China se ha convertido en el consumidor principal de petróleo en
la región. Washington también está decidida en no ceder su control de las aguas
del Pacífico oriental. En África ha logrado desestabilizar varios países del
sub-Sahara.
En forma indirecta,
EEUU ha enfrentado a China en el oriente europeo donde ha hecho retroceder a
Rusia. Los países del colapsado Pacto de Varsovia y algunas antiguas repúblicas
soviéticas han sido ocupados por la OTAN. Rusia se ha movido en forma
desesperada para proteger el Mar Negro y su salida al Mediterráneo.
En el contexto
geopolítico que enfrenta a EEUU y China, en el Medio Oriente surgió el llamado
Estado Islámico. En 2015 consolidó su presencia en Iraq y Siria, donde controla
aproximadamente 40 mil kilómetros cuadrados. Al igual que en Afganistán, donde
EEUU apoyó a los Talibán (Estudiantes del
Corán) en la década de 1990, los islamistas en el Medio Oriente tienen una
estructura militar, además de una militancia sunita. Su existencia sólo se
explica gracias al apoyo logístico de Turquía y financiero de Arabia Saudita.
Estos últimos, aliados claves de EEUU en la región.
Al mismo tiempo, EEUU
apoya a Iraq en su guerra contra el Estado Islámico y dice entenderse con Rusia
que apoya militarmente al gobierno de Siria en su guerra contra las milicias
islámicas. La confusión se aclara sólo cuando se identifican los verdaderos actores
en este enfrentamiento por los yacimientos de petróleo en la región: EEUU y
China.
En el caso de América Latina,
China se ha convertido en el principal comprador de materias primas (commodities) de la región. La reciente
pérdida de valor de las exportaciones latinoamericanas, sin embargo, están
teniendo un efecto político desestabilizador. Los neoliberales regresaron al
poder en Argentina, los conservadores ganaron elecciones parlamentarias en
Venezuela y en Brasil el gobierno tambalea ante acusaciones de corrupción. EEUU
ha logrado desestabilizar a los países de la cuenca caribeña, comenzando por
México, siguiendo por Centro América y Panamá, así como Colombia. Washington ha
utilizado como herramienta la política de la “guerra contra las drogas” que ha
costado miles de vidas y miles de millones de dólares en gastos militares.
Cuba se ha convertido
en un eje clave para la política exterior de EEUU. Washington quiere abandonar
su política de confrontación con la isla y adoptar una estrategia de acercamiento.
El objetivo que persigue sigue siendo el mismo: destruir la Revolución y
reemplazar el gobierno socialista con un régimen neoliberal. Pareciera que los
estrategas norteamericanos quieren descartar las propuestas de Brzezinski
(confrontación) y adoptar las ideas de Kissinger (acercamiento). Este último
insiste que la Casa Blanca debe aliarse con Rusia para contener a China. En
cambio, el primero sostiene que EEUU debe acabar de una vez por todas con Rusia
y establecer un acuerdo con Pekín para consolidar un nuevo eje de poder global.
La próxima semana
entregamos la tercera parte de este análisis.
18 de febrero de 2016.
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