Morir en el golfo es la trágica cotidianidad en Veracruz. Pero al igual de lo que sucedía
en América Latina en la época de las dictaduras, hoy la muerte en todo México se encuentra desatada.
Carlos Figueroa Ibarra /
Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
Tal es el título de la novela política que escrita por Héctor Aguilar Camín
fuera publicada en 1986. Muy bien escrita, relata una historia en el estado de
Veracruz en México, en la cual aparece un corrupto y asesino dirigente
sindical que aprovecha su poder para despojar de sus bienes a quien se le ponga
enfrente. La novela retrata al Veracruz del segundo lustro de los años setenta,
en donde el poder político es actor protagónico de una sórdida trama de
violencia inaudita. Tres décadas y media después de la época en que fue
ambientada la novela, Veracruz se encuentra en una situación de terror mucho
peor. Los distintos cárteles del narcotráfico, entre ellos los Zetas y el del
Golfo, han arrasado con la vida cotidiana de la gente. Han penetrado en los
ámbitos más altos del poder político del estado y, como está sucediendo en el
resto de México, merced a la corrupción se confunden con las policías y las
distintas instancias gubernamentales.
El martes 9 de febrero de 2016 fue publicada en la redes sociales la
estremecedora foto del cadáver de la periodista Anabel Flores, desaparecida el
día anterior cuando un comando penetró a su casa y la secuestró. La periodista apareció al día siguiente a la orilla de una carretera
en el estado de Puebla con las manos amarradas y el rostro cubierto. El crimen
recuerda el cometido el 1 de enero con Gisela Mota la alcaldesa de Temixco,
Morelos, también asesinada cuando un comando penetró en su domicilio. Con Anabel Flores suman ya 17 periodistas
asesinados en Veracruz durante los cinco
años del gobierno de Javier Duarte, a
los cuales hay que agregar cuatro más
que se encuentran desaparecidos. En estos cinco años, 3,345 personas han sido
asesinadas en Veracruz, cifra terrible que se debe ubicar en un contexto más general.
Estadísticas del Sistema Nacional de Seguridad Pública revelan que entre
diciembre de 2006 y mayo de 2015 poco más de 154 mil personas habían sido
asesinadas en México mientras que entre aquel año y octubre de 2015, 26, 670 más habían sido desaparecidas.
Mientras hallazgos cotidianos
revelan que todo el territorio mexicano se ha convertido en una inmensa
locación de fosas clandestinas, el Equipo Argentino de Antropología Forense,
integrado por peritos de seis países han concluido que no hubo un incendio en
el basurero del municipio de Cocula, al menos de la magnitud necesaria como
para incinerar a los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa. Cabe decir que
parecidas conclusiones había expresado el Grupo Interdisciplinario de Expertos
Independientes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. La “verdad
oficial” del gobierno mexicano, construida para encubrir algo verdaderamente
incómodo, se está haciendo trizas. Un nuevo escándalo azota a la pareja
presidencial: la anulación del matrimonio religioso de la primera dama habría
sido hecha con información falsa.
Morir en el golfo es la trágica cotidianidad en Veracruz. Pero al igual de lo que sucedía
en América Latina en la época de las dictaduras, hoy la muerte en todo México se encuentra desatada.
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