Resulta  inaceptable que los ciudadanos del Mercosur y
de la Unión Europea  tengan que confiar
en filtraciones para saber qué están negociando sus gobiernos.  Un acuerdo como el planteado implicaría
cambios  estructurales  en leyes, normas y políticas gubernamentales,
al ser negociado en forma clandestina  y
“a todo o nada” con  un anuncio político
de alto nivel  de  gobiernos.
Jorge Marchini / CLAE
| Los presidentes Tabaré Vázquez, Michel Temer, Mauricio Macri y Horacio Cartes. | 
A través de
redes sociales ha sido  posible conocer
la filtración de 19 textos de las negociaciones confidenciales que llevan
adelante con la Unión Europea (UE)  los
gobiernos del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay,  sin participación de Venezuela, suspendida su
membresía de forma controvertida,pese que podría tener enorme significación futura
para su economía y sociedad) para alcanzar en forma inmediata  un acuerdo de liberalización comercial y financiera
(TLC).
 
Doce  de los 
documentos   nunca habían llegado
a ser filtrados previamente, y menos aún puestos en el conocimiento público por
parte de los responsables de la UE y el Mercosur.  Entre ellos se incluyen los capítulos de los
entendimientos  alcanzados -o en debate
pendiente- que se han venido elaborando 
en forma secreta, incluyendo  los
relacionados con  servicios , inversión
y  comercio electrónico que pueden  restringir y/o distorsionar  en una medida inédita  la capacidad de regulación económica y
financiera de los países mercosureños.
Ha sido
la  intención manifestada por los
gobiernos desde fines del año pasado anunciar con bombos y platillos que se ha
alcanzado el  acuerdo. Con tal perspectiva
de “carrera contra el reloj” los analistas han puesto la atención en la reunión
prevista  de los presidente de Francia Y
Argentina , Emmanuel  Macron y   Mauricio Macri, en París  el próximo viernes, 26 de enero.
Voceros de la
cancillería argentina referían 
discretamente en las últimas horas 
la intención del presidente argentino de 
superar  las diferencias en
relación a dos temas comerciales emblemáticos (carne y biocombustibles) ante el
ostracismo  europeo de ofrecer una mayor
apertura  para  las exportaciones mercosureñas.
“El presidente
Macri está dispuesto a  reconocer  que Europa tiene una gran presión de sus
propios sectores agropecuario para flexibilizar inmediatamente el ingreso  nuestros productos, y destrabar las
negociaciones  a cambio de obtener  con promesas ambiguas de  mayor apertura en el futuro, y , de tal forma
`salvar la cara´ (facesaving) ante sectores 
sensibles y  una opinión pública
que intuye que el acuerdo será desventajoso”, refirió en forma discreta un
experimentado diplomático brasileño, conocedor de  las negociaciones.
Desequilibrios notorios
Entre las
filtraciones puestas al descubierto llama en particular el capítulo relacionado
con la solución de diferencias, ya que 
pone en evidencia  cómo podrían
ser forzados  los países del
Mercosur  a ceder soberanía jurídica y
aceptar  exigencias  aún mayores que las definidas por Europa en
otros TLCS con países periféricos.
 La UE podría demandar a los gobiernos del
Mercosur en un tribunal internacional por no cumplir con el TLC y si el país
mercosureño perdiera , la UE podría 
elevar los aranceles de importación 
para los productos del Mercosur hasta que estos cambiaran normas,
políticas y acciones de forma de cumplir con los fallos.  Los países del Mercosur también podrían demandar
a la UE bajo el mismo sistema, claro está que sería ello menos probable por el
mucho menor grado de internacionalización, menores recursos y  capacidad de reclamo de sus empresas.
Las  textos de TLC que se han filtrado
informalmente  de negociaciones hasta
noviembre de 2017 – ha habido reuniones posteriores-  muestran que no solo la UE  sostuvo 
en relación a documentos anteriores,  
también difundidos informalmente, 
que la UE  ha profundizado:
a) Sus
demandas exigiendo  una mayor
liberalización para la participación de las empresas europeas en  las  
compras  públicas de los países
del Mercosur ,  inhibiendo una
herramienta  tradicional elemental para
la promoción  de nuevas  industrias y servicios de economías con menor
grado de desarrollo
b) La exigencia
de mayor flexibilización y menor control en las normas de origen,  lo cual permitiría  dar mayor penetración , por ejemplo,  a  las
muy conocidas  marcas europeas de prendas
de vestir y diseño, para poder generar la mayor parte del valor de  su producción en países con bajos costos para
ser presentados , etiquetados  y contar
las ventajas de liberalización “europea” para su penetración en los mercados
sureños.  
c) Sobre todo,
sus demandas de una mucho mayor protección de la propiedad intelectual para
extender y profundizar privilegios monopólicos, lo que llevaría, como ya se ha
observado repetidamente en otros acuerdos entre países centrales y períféricos,
un aumento  sustancial de precios  de medicamentos,  restringiendo el desarrollo de la   industria farmacéutica local  de genéricos 
y limitando aún más el acceso  a
la salud a ellos, hoy  ya limitados por
las políticas de ajuste económico que 
golpean presupuestos públicos de salud.
El secretismo
Resulta  inaceptable que los ciudadanos del Mercosur y
de la Unión Europea  tengan que confiar
en estas filtraciones para saber qué están negociando sus gobiernos.  Un acuerdo como el planteado implicaría
cambios  estructurales  en leyes, normas y políticas gubernamentales,
al ser negociado en forma clandestina  y
“a todo o nada” con  un anuncio político
de alto nivel  de  gobiernos. Se 
fuerza  de hecho  a los Parlamentos  a legislar 
respecto a intereses regionales, nacionales o sectoriales  sin realizarse estudios previos  serios y un debate abierto  imprescindible sobre eventuales consecuencias
e impactos.
Hay otros
caminos para establecer vínculos más estrechos comerciales y económicos del
Mercosur con el mundo. Estos deben estar basados en la ampliación y
sustentabilidad  de las matrices productivas,
el mejoramiento  social  y no 
el “sálvese quien pueda” , la superación de abismos  tecnológicos y el reconocimiento básico que
deben superarse asimetrías notorias entre regiones y países con distinto grado
de desarrollo para un acuerdo armónico y dinámico.
No hacerlo
llevará solo a acentuar 
desequilibrios  tal como es
posible verificar por la experiencia 
de  los TLCs ya  firmados por  
países latinoamericanos con economías centrales  que fueron en su momento presentados como
“modelo de integración al mundo” y hoy muestran las estadísticas sus resultados
económicos, financieros y sociales crecientemente negativos.
*Economista y
docente universitario argentino, vicepresidente de la Fundación para la
Integración Latinoamericana (FILA). Difundido por el Centro Latinoamericano de
Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
 
 
 
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