Morena
ha copado el espacio desde la izquierda hasta el centro y ahora extiende su
influencia del centro hasta un buen tramo de la derecha. Es el mejor antídoto
para el terror psicológico que en 2006 convirtió a AMLO en “un peligro para
México”.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
El
fin de semana pasado, mi familia y yo fuimos invitados a comer por un querido y
destacado abogado que reside en Puebla y me distingue con su amistad. Me
sorprendió advertir que las opiniones con respecto a Andrés Manuel López entre los invitados, ya no eran tan
virulentas como las que había advertido en el pasado. Una amiga cercana de
nuestros anfitriones me expresó: “yo quiero votar por López Obrador y por
Morena, no solamente para Presidente sino también para todos los demás cargos.
Pero me da miedo que con él, México se convierta en otra Venezuela”. Después de
darle varias razones por las cuales
consideraba infundado este temor, recordé cómo las derechas mexicana y
venezolana han esparcido esta guerra psicológica con respecto a AMLO y Morena.
Hace unos días aparecieron en distintos
lugares de Venezuela unas inverosímiles mantas firmadas por el Partido
Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en las que se expresaba firme apoyo a
Andrés Manuel. Y en las redes sociales, en especial en twitter, el supuesto
apoyo del PSUV al candidato presidencia de Morena incluso se volvió tendencia.
La
guerra sucia contra López Obrador, de la cual forma parte la propagandista
ultraderechista guatemalteca Gloria
Álvarez, contrasta notablemente con lo que hemos estado viendo en los últimos
meses. Morena ha copado el espacio desde la izquierda hasta el centro y ahora
extiende su influencia del centro hasta un buen tramo de la derecha. Es el
mejor antídoto para el terror psicológico que en 2006 convirtió a AMLO en “un
peligro para México”. Hoy la presencia del empresariado en Morena, aun de
representantes de la cúspide empresarial, es evidente. No solamente por la
participación en la elaboración del Proyecto de Nación 2018-2024, de personajes
como el empresario Alfonso Romo y de Esteban Moctezuma Barragán, sino por las
características que tiene el gabinete de gobierno en el caso del triunfo de
Andrés Manuel.
En el
posible gabinete presentado por el líder de Morena el 13 de diciembre solamente
4 integrantes del mismo pueden pensarse como de trayectoria de izquierda: María
Luisa Albores, Luisa María Alcalde, Irma Eréndira Sandoval y Rocío Nahle. Entre
los demás integrantes encontramos a personas que provienen de las entrañas del
establishment neoliberal. Veamos a algunos de ellos: la Dra. Olga Cordero, ex
ministra de la Suprema Corte de Justicia y posteriormente funcionaria bancaria;
el Dr. Víctor Villalobos, reputado partidario de los transgénicos; Esteban
Moctezuma Barragán, largamente vinculado al duopolio televisivo a través de
TVAzteca; Josefa González Blanco-Ortiz Mena, hija del exgobernador de Chiapas,
Patrocinio González Blanco y descendiente del connotado secretario de Hacienda
de Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz, don Antonio Ortíz Mena; Miguel Torruco
Marqués, empresario hotelero y turístico y consuegro de uno de los hombres más
ricos del mundo, Carlos Slim Helú. A todos ellos habría que agregar al
integrante de un eventual Consejo Asesor de Seguridad, Marcos Fastlich Sackler
quien es empresario inmobiliario y suegro del dueño de Televisa, Emilio
Azcárraga Jean.
Empresarios,
tecnócratas, líderes sociales y académicos, tales son los integrantes del
posible gobierno del probable presidente López Obrador. Un gobierno con estas
características difícilmente emularía un proyecto como el que hemos observado
en Venezuela en los años pasados. Necesitado de una gestión estatal que
propicie una ruptura posneoliberal, la crisis y descomposición de México es tan
grande, que hoy lo que parece urgir es
un gobierno de salvación nacional.
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