Lo que
ocurre hoy en nuestro país no es novedoso, teniendo en cuenta hechos anteriores
similares ocurridos en la región Indolatinoamericana. Las sublevaciones
policiales en Ecuador, Brasil, Bolivia y ahora Argentina, son nuevas formas de
desestabilización promovidas por el imperialismo.
Jorge
Luis Ubertalli / Especial para Con Nuestra América
Desde Buenos Aires, Argentina
Oficiales de Prefectura y Gendarmería se alzaron en huelga y ocuparon edificios y cuarteles. |
El
aterrizaje del 17 de agosto pasado en nuestro país de Frank Mora, subsecretario
de Defensa de EE.UU. para el Hemisferio Occidental ha desatado, habida cuenta
de las razones que impulsaron su periplo, malolientes efluvios
primaverales. (ver “Hay Mora en la Costa”). Uno de ellos, consignado en
un matutino local, enrareció los buenos aires porteños al dar la nueva sobre
una disertación frente a uniformados y civiles locales de tres enviados del
Pentágono, quienes, como no, fieles a sus tradiciones democráticas, auspiciaron
una vuelta hacia las actividades de seguridad interna de las Fuerzas Armadas.
Coincidente
con la perorata pentagonal sacada a luz en el matutino citado, una caceroleada
de sectores ideológicos presuntamente desideologizados, manejados entre
bambalinas por titiriteros agrupados en la Asociación Empresaria Argentina
(AEA), extensión de aquel Consejo Empresario Argentino (CEA) que financió,
auspició y usufructuó los golpes de Estado de 1966/73 y 1976/83, inundó las
calles lanzando epítetos contra la “negrada”, la presidente de la Nación,
Cristina Fernández, Cuba, Venezuela y otros variopintos símbolos del
“populismo” y “comunismo”.
Ahora,
hace tres días y en el marco de amenazas a un testigo y del secuestro, golpiza
y posterior aparición de otro, que deben declarar acerca del asesinato del
militante ferroviario Mariano Ferreira en manos de una patota sindical
vinculada al delito organizado, un grupo de uniformados pertenecientes a
Gendarmería Nacional y Prefectura Naval se halla ocupando los edificios
centrales de sus instituciones, cortando arterias y solicitando demandas
salariales que, una vez satisfechas, progresan geométricamente y se proyectan
hacia otros ítems reivindicativos.
Los
hechos generan comentarios, réplicas, desmentidos y repudios, máxime cuando
algunos cartelones exhibidos por los facciosos exhiben loas a militares
fascistas y reaccionarios-ya fallecidos-a rabiar. Sin embargo, quien esto
escribe no se asombra ante lo que ocurre. Y no es porque haya perdido la capacidad
de asombrarse ante la barbarie que el capitalismo irradia hoy como lo ha hecho
siempre, sino porque advierte desde hace tiempo, al igual que otros colegas,
que las nuevas tácticas del imperialismo norteamericano para con su
“patio trasero” consisten en:
-
auspiciar desestabilizaciones de gobiernos no afines a los dictados de
Washington a través de amotinamientos policiales y de otras fuerzas de
Seguridad que, propagandizados por medios de información hegemónicos,
subvierten el orden democrático provocando climas de “caos” e “inseguridad”;
- sugerir
tácita o directamente a los gobiernos afectados la recurrencia a las Fuerzas
Armadas para contener los desbordes facciosos, restaurar el orden y la
“tranquilidad”, y de paso volver a inmiscuirlas en los asuntos de orden
interno, revitalizando la Doctrina de Seguridad Nacional y dando a los
elementos castrenses, a falta de hipótesis de conflicto externas, la potestad
de inmiscuirse en conflictos intestinos de cada país.
La tríade
crimen organizado-fuerzas de Seguridad-Fuerzas Armadas serían piezas de un
mismo ajedrez imperial jugado en el “patio trasero”, a fin de reubicar a los
uniformados, inútiles en cuanto a la inexistencia de hipótesis de conflicto
regionales, desactivadas a través de políticas de integración y unidad
regional y subcontinental llevadas a cabo a través de organismos como la
UNASUR, el ALBA y la CELAC, entre otras, en una renovada tarea policial, que
implica la subsunción, como ya ocurre en varios países, de los Ministerios de
Seguridad con los de Defensa.
Lo que
ocurre hoy en nuestro país no es novedoso, teniendo en cuenta hechos anteriores
similares ocurridos en la región Indolatinoamericana. Luego del golpe de Estado
en Honduras de junio del 2009, que subsumió posteriormente, como hasta ahora,
la Seguridad y la Defensa en un mismo ítem, se produjo en Ecuador un
levantamiento policial contra el presidente Correa, cuyo detonante fue, al
igual que el que hoy convoca a los prefectos y gendarmes locales, el tema de
los bajos salarios y otros supuestos beneficios conculcados. Ante la situación,
ocurrida el 30 de octubre del 2010, el presidente Correa debió recurrir al
Ejército para conjurar a los rebeldes, dándole a las Fuerzas Armadas la
potestad de intervenir en el mantenimiento del orden interno en el país.
En
febrero de este año otro hecho similar sucedió en Bahía, Brasil cuando policías
se sublevaron en pos de reivindicaciones sectoriales. El gobierno de Dilma
Roussef debió entonces recurrir a las Fuerzas Armadas para contener los
alzamientos, las que al unísono y dueñas de la situación reclamaron el no
juzgamiento de los militares torturadores y asesinos que escarnecieron a
militantes populares durante la larga dictadura entronizada en ese país. En
junio se produjo el golpe de Estado legislativo en Paraguay, a la par que la
policía boliviana se acuartelaba en La Paz, cercaba la Plaza Murillo, el
Parlamento y la Casa de Gobierno y reprimía al pueblo movilizado y desarmado
que pugnaba por que se restableciera el orden institucional al grito de “Motín,
motín, motín policial”, que se escuchó por varios días en distintos puntos del
país. Sus demandas, relativas a bajos salarios y “ninguneo” oficial, se
homologan hoy con la de sus pares argentinos.
Teniendo
en cuenta estos antecedentes y ante la situación creada aquí por gendarmes,
prefectos y otros acompañantes uniformados que parecen, según los voceros
oficiosos del caos y la desestabilización golpista, sumarse a sus acciones,
pueden ocurrir tres cosas:
- Que
los facciosos acepten las condiciones que el gobierno ha ofrecido y depongan su
actitud, habida cuenta que lo por ellos requerido en primera instancia ya ha
sido satisfecho.
- Que
prosigan con su escalada facciosa, obligando al gobierno a recurrir a las
Fuerzas Armadas para restaurar el orden.
- Que
los facciosos y sus supuestos represores se unan a sectores civiles golpistas y
pretendan tumbar al gobierno democráticamente elegido por el pueblo o a algunos
de sus Ministros, como la titular de Seguridad, Dra. Nilda Garré, quien desde
el Ministerio de Defensa primero y de Seguridad después ha desarrollado una
gestión tendiente a preservar la soberanía nacional y popular, y paralelamente
a combatir la corrupción y la impunidad en las fuerzas a su cargo.
Frente a
estas disyuntivas, al gobierno legítimamente constituido le quedan tres
opciones simultáneas a llevar a cabo, determinadas en última instancia por las
actitudes de los alzados:
- Movilizar
a las masas populares a fin de prevenir y abortar cualquier atisbo de quebrar
el orden institucional por parte de uniformados y civiles, sean cuales fueren.
- Convocar
a los países del MERCOSUR, UNASUR, CELAC y otros organismos, como el ALBA, a
fin de que a través de sus presiones hagan desistir de sus intenciones a los
facciosos.
- Armar
al pueblo, previa constitución de un Estado Mayor de Poder Popular, para
defender con todas las fuerzas al proceso de cambio- que deberá profundizarse a
fin de quitarle poder a las fuerzas locales e internacionales que auspician a
los facciosos- al gobierno legítimamente constituido y a las instituciones
democráticas, de la que tanto hablan los que a la vez atentan contra ellas
cuando les conviene a sus intereses de clase, conjugados con las apetencias
imperiales.
Ojalá que
no pasen a mayores estos hechos que, al cabo de las horas, huelen cada vez
peor.
Unidos y
organizados venceremos.
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