Toda la retórica sobre la
“democracia” y de que existe “una opción” que inunda al país a menos de tres
semanas de la elección se contrapone con la realidad de que por ahora, esta es
una democracia para, por y de los más ricos. O sea, plutocracia democrática.
David Brooks / Corresponsal de LA
JORNADA en Estados Unidos
Los candidatos presidenteciales Obama y Romney. |
En
el universo exclusivo de los más ricos aquí, la democracia es un concepto muy
bonito si se define como uno en donde su bienestar es el bienestar de Estados
Unidos, y están dispuestos pagar millones para asegurar que esa definición sea
la que triunfe en las elecciones.
Las campañas electorales
de los candidatos de los dos partidos nacionales –o sea el proceso necesario
para que esto obtenga el sello de “democracia”– son en gran parte financiadas
por los más ricos, asegurando que gane quien gane, ellos ganan.
Una y otra vez, críticos
desde el economista Joseph Stiglitz, Premio Nobel, el legendario y veterano
reportero Bill Moyers, el analista Noam Chomsky, y hasta Bruce Springsteen,
entre otros, han expresado que la extrema concentración de riqueza y su daño
colateral, la dramática desigualdad económica, están amenazando a la democracia
más poderosa del mundo. La desigualdad ha llegado a un punto sin precedente
desde 1928, con el uno por ciento de la población controlando 40 por ciento de
la riqueza nacional, mientras los indicadores de pobreza, hambre, ingreso medio
y más de todos los demás sigue empeorado. Moyers reporta que el uno por ciento
acaparó el 93 por ciento del ingreso generado en el primer año de la llamada
“recuperación”. No sólo eso, sino que afirma que “en ningún momento en la
historia moderna el .001 por ciento más rico ha sido dueño de tanta riqueza o
ha pagado tan poco en impuestos”.
Todo esto se ha logrado
bajo presidentes tanto demócratas como republicanos a lo largo de las últimas
tres décadas. O sea, ha sido un producto bipartidista, o en el discurso oficial
de aquí, “democrático”.
De hecho, en el momento
que algún político se atreva a mencionar el hecho más determinante de la
historia moderna del país, los multimillonarios critican a los acusadores de
ser “antidemocráticos” y “socialistas” y de buscar provocar “una guerra de
clases”.
Barack Obama se ha
referido muy cautelosamente al asunto, primero afirmando que “el genio del
sistema de mercado libre es el motor” de la prosperidad de este país, pero
argumentando que para recuperar el sueño americano, el gobierno y el
sector privado tienen que generar mayores oportunidades para la clase media, y
propone elevar de manera mínima impuestos sobre los ricos (los cuales están a
sus niveles más bajos en décadas).
En respuesta, algunos
ejecutivos de Wall Street, quienes le dieron más contribuciones que a su
contrincante en la elección de 2008, ahora castigan a Obama al invertir
millones en la campaña del republicano –y ex financiero– Mitt Romney (aunque
también siguen dando, pero menos, a la campaña del presidente). Romney, ni
hablar, es miembro del club del uno por ciento, quienes afirman que el gobierno
es el obstáculo a la prosperidad y que ellos son “los generadores del empleo” y
la prosperidad del país entero. Ninguno de los dos candidatos presidenciales y
casi ningún otro político cuestiona el “sistema” que generó esta desigualdad.
Una de las razones de
esto es que gran parte de la cúpula política pertenece al uno por ciento: la
riqueza promedio de un representante, en 2010, fue de 5.9 millones de dólares,
y de un senador 13.1 millones, según el Center for Responsive Politics. Otra es
que casi todos dependen del uno por ciento para ser electos.
Chrystia Freeland,
periodista y autora de un nuevo libro sobre los plutócratas Plutocrats: The
Rise of the New Global Super-Rich and the Fall of Everyone Else, comentó en
entrevista con Moyers que “a las elites les gusta pensar que están actuando por
el interés colectivo, aun cuando están actuando en torno a sus intereses
personales”.
Esa clase rica está
“capturando” el discurso político y enmarcando en gran medida el debate
nacional. Freeland afirma que Obama “piensa de la misma manera que ellos; es un
tecnócrata en la manera aceptada de la plutocracia actual. Eso les gusta, es
por eso que creo que fue tan bien recibido por ellos en 2008”.
Hay brotes de resistencia
a todo esto. De hecho, fue el tema en torno al que estalló el movimiento Ocupa
Wall Street, el cual continúa activo en diversas luchas contra “el uno por
ciento”, a pesar de estar pasando por un etapa de fragmentación y/o dispersión.
Continúan los ecos de luchas masivas de empleados del sector público en
Wisconsin y Ohio, y este mes, por primera vez en sus 50 años, la empresa
comercial más grande del mundo, Walmart, se asustó cuando trabajadores en sus
tiendas en Dallas, Miami, Washington, Los Ángeles e Illinois abandonaron sus
puestos y salieron en demanda de la reinstalación de compañeros cesados por
participar en los esfuerzos de una nueva entidad de trabajadores de la empresa
OUR Walmart dedicada a la lucha para mejorar condiciones laborales.
Y la campaña de Obama ha
tenido que abordar esta inquietud reclutando hasta el apoyo de Bruce
Springsteen mientras está de gira promoviendo su nuevo disco Wrecking Ball
con canciones llenas de ira justo sobre el robo de la democracia y de los
sueños de la gente común por los banqueros y sus cómplices (la gira culminará
en la ciudad de México el mes entrante).
“Ahora mismo, hay una
división de la riqueza cada vez más creciente en este país, con los beneficios
destinados cada vez más al uno por ciento... Ahora mismo, hay una batalla para
ayudar a que esta nación sea más justa y más igualitaria… Ahora mismo,
necesitamos un presidente que tenga una visión que incluya a todos nuestros
ciudadanos, no sólo a algunos... Obama es nuestra mejor opción porque tiene una
visión de Estados Unidos como un lugar en donde todos estamos en esto juntos”,
escribió Springsteen.
Pero mientras financieras
como Goldman Sachs reportan ganancias sin precedente, cuando uno de cada seis
estadunidenses están en la pobreza y un número similar padece hambre, eso de
que “estamos todos juntos” no es un coro que canten todos juntos ante la
realidad de un país cada vez más desigual. Toda la retórica sobre la
“democracia” y de que existe “una opción” que inunda al país a menos de tres
semanas de la elección se contrapone con la realidad de que por ahora, esta es
una democracia para, por y de los más ricos. O sea, plutocracia democrática.
No hay comentarios:
Publicar un comentario