Con motivo del Bicentenario de la Constitución de Cádiz, se ha convocado
para el 16 y 17 de noviembre en esa ciudad andaluza a la XXII Reunión Cumbre de
Jefes de Estado y Gobierno de Iberoamérica.
Sería este un buen momento para rendir homenaje al general Riego y a los
liberales españoles que con su acción y el sacrificio de sus propias vidas
jugaron un papel decisivo en la lucha por la Independencia de nuestras
naciones.
Sergio Rodríguez Gelfenstein /
Especial para Con Nuestra América
Desde
Caracas, Venezuela
España
es un país de origen multicultural establecido en una región en la que a través de la historia se ubicaron
diversos pueblos provenientes del norte de África y el oeste de Europa.
Sufrieron diversas ocupaciones hasta que los romanos se asentaron en su
territorio e impusieron por primera vez una autoridad política única hacia el
siglo I a.C.
La
península ibérica fue ocupada por los visigodos entre los siglo V y mediados
del VIII d.C. Posteriormente los árabes invadieron el territorio y se
mantuvieron por 7 siglos. Los descendientes de los visigodos concentrados en el
norte de la península fueron organizando reinos (Castilla, Aragón, Cataluña,
Navarra y León entre otros) y comenzaron el proceso de unificación por
oposición a los árabes.
Este
proceso tuvo su punto cúlmine a través del matrimonio de Isabel de Castilla y
Fernando de Aragón, cuyo nieto Carlos V llegó a ser Emperador del Sacro Imperio
Romano Germánico que abarcaba la mayor parte de Europa. En 1492, estos monarcas
expulsaron de España a los árabes y a
los judíos paralizando el desarrollo del país y sumiéndolo en un atraso del que
sólo pudieron reponerse bien avanzada la segunda mitad del siglo XX. Por esa “obra”, el Vaticano les otorgó el
título de Reyes Católicos.
La
monarquía de los Borbón, actualmente reinante en España, se estableció en el
país al comenzar el siglo XVIII. A pesar
de las gigantescas riquezas que expoliaron de sus colonias en América, su
incapacidad administrativa y las repercusiones de la Revolución Francesa de
1789 ocasionaron una profunda crisis en el Estado. Al inicio del siglo XIX se
empezaron a revelar expresiones de esa crisis cuando se produjeron diversas
conjuras y manifestaciones populares en contra de la realeza. En estas
condiciones Fernando VII asumió el trono para tratar de salvar a la monarquía e
impedir que estas ideas libertarias llegaran
al otro lado del Atlántico, donde vientos de libertad e
independencia agitaban sus colonias en
el continente americano.
Los
movimientos independentistas de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX en
Sudamérica, tuvieron su concreción en 1810 en Caracas cuando el 19 de abril se
declaró la independencia de Venezuela, otras colonias tomaron el mismo camino
durante ese año y los posteriores. La respuesta de la metrópoli no se hizo
esperar, momentáneamente la contrarevolución se impuso y los patriotas se
vieron obligados a desatar la guerra por
la Independencia.
En
España, el 19 de marzo de 1812 en una reunión extraordinaria de las Cortes en Cádiz
fue promulgada la primera
constitución del país, un instrumento jurídico bastante avanzado para su época.
Su articulado considerado muy liberal para ese momento contenía un articulado
que consagraba entre otros aspectos la soberanía en
la Nación (ya no del rey), la monarquía constitucional, la separación de poderes y la limitación de los del rey.
Esta constitución estuvo vigente durante dos años hasta que en mayo de
1814 fue derogada tras el regreso de
Fernando VII a España. El monarca ordenó la detención de los diputados
liberales e inició la más brutal persecución contra ellos. Los enunciados que significaban
la pérdida de poder político y económico de la monarquía en favor de los
ciudadanos provocaron una respuesta sanguinaria y atroz del Estado que
nuevamente se refugiaba en el absolutismo más férreo para conservar la
autoridad.
El símbolo más reconocido de la Constitución de Cádiz fue
el general Rafael del Riego. Con el
grado de Teniente Coronel, este valeroso militar asturiano juró la Constitución
en 1812. A través de su participación en la masonería estableció contacto con
los patriotas iberoamericanos y conspiró
junto a otros liberales durante los 6 años de la restauración
absolutista, hasta el establecimiento del llamado Trienio Liberal que volvió a
darle vigencia a la Constitución Liberal de 1812, desde 1820 hasta 1823
El
1° de enero de 1820, en las Cabezas de San Juan (Andalucía), el Comandante
Rafael del Riego proclamó la Constitución de Cádiz, restableció las autoridades
constitucionales y con ello evitó el
traslado a América, del Ejército con el que Fernando VII buscaba someter a los
patriotas que luchaban por la Independencia. En su arenga a las tropas Riego
expuso su rechazo a "…las órdenes de un rey ingrato que asfixiaba a
su pueblo con onerosos impuestos”, explicaba que la monarquía “… intentaba
además llevar a miles de jóvenes a una guerra estéril, sumiendo en
la miseria y en el luto a sus familias”. Finalmente el honorable oficial
informó a sus subordinados que “Ante esta situación he resuelto negar
obediencia a esa inicua orden y declarar la constitución de 1812 como válida para
salvar la Patria y para apaciguar a nuestros hermanos de América y hacer
felices a nuestros compatriotas”, finalizaba airoso exclamando “¡Viva la
Constitución!"
A partir de aquel 1° de enero de 1820
ningún soldado español sería enviado a restablecer el absolutismo en ninguna
parte de América. Esta decisión del
general del Riego y de los liberales españoles y su determinada oposición a que
se trasladara un nuevo ejército español a América tuvo una influencia decisiva
en la Batalla de Carabobo y en los posteriores combates que llevaron a la
Independencia definitiva en Ayacucho en 1824.
En ese contexto el propio Simón Bolívar
en carta dirigida a Melchor Aymerich, último gobernador español de Quito,
fechada el 18 de febrero de 1822 en Popayán en el que le insta a evitar mayor derramamiento de sangre ante
la virtual debilidad de las tropas españolas frente a la ofensiva patriota, le
informa de la rebelión de Riego como argumento para que Aymerich tome una
decisión a favor del fin del conflicto. Expone el Libertador: “Tenga V.E.
entendido que el gobierno español está reducido a una espantosa anarquía; que
el señor General Riego, con otros muchos ilustres jefes, están a la cabeza de
un partido republicano que en este momento debe haber derrocado al trono de Fernando
VII. Yo podría convencer a V.E. con documentos oficiales, si me atreviese a
exponerlos a los azares de la guerra, en un territorio que ha estado siempre
cubierto de bandidos. Estos documentos existen y yo celebraré infinito
mostrarlos a quien V.E. destine”.
La revolución liberal en España en 1820
propició otras en Nápoles, Sicilia, Portugal, Piamonte y Francia. La
respuesta de las potencias de la Santa
Alianza del Altar y el Trono (Francia, Austria y Rusia) fue invadir España y
derrocar el gobierno liberal en 1823. El 7 de noviembre de 1823 el general
Riego fue ahorcado en Madrid por orden de Fernando VII, y todos los liberales
cruelmente reprimidos en España. En abril de 1931 el Gobierno de la República
española adoptó como Himno Nacional “la Marcha de Riego”, sustituido desde la
dictadura fascista de Francisco Franco (1939-1977) por la denominada “Marcha
Real”.
Riego es el máximo exponente de los defensores de las
libertades civiles en España, y es considerado el mártir
por excelencia de la represión política contra el liberalismo.
Actualmente su retrato se puede ver en las Cortes Generales
junto a otros cuadros como la Jura de la Constitución de 1812.
Doscientos años después, y con motivo del Bicentenario de
la Constitución de Cádiz, se ha convocado para el 16 y 17 de noviembre en esa
ciudad andaluza a la XXII Reunión Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno de
Iberoamérica. Sería este un buen momento
para que los representantes gubernamentales de las naciones que fueron
colonizadas por España, rindieran un merecido homenaje al general Riego y a los
liberales españoles que con su acción y el sacrificio de sus propias vidas
jugaron un papel decisivo en la lucha por la Independencia de nuestras
naciones.
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