El
triunfo de la Revolución Cubana el 1° de enero de 1959 irrumpió como un
vendaval en el planeta, en particular en América Latina y el Caribe. Se vivía
una etapa caracterizada por un sistema internacional bipolar rígido que se
trastornaba tan solo ante la posibilidad de cualquier vaivén que pusiera en
entredicho los severos mecanismos de control tácito que cada polo de poder,
Estados Unidos y la Unión Soviética habían establecido como forma de
“ordenamiento” del sistema jurídico internacional.
Sergio Rodríguez Gelfenstein /
Especial para Con Nuestra América
Desde
Caracas, Venezuela
La crisis de octubre de 1962 mantuvo en vilo a América Latina y el mundo. |
Estados
Unidos entendió con mucha rapidez la profundidad y alcance de la Revolución
Cubana fue. Casi desde el mismo 1° de enero de 1959 comenzaron sus acciones
agresivas en contra de la Isla. Las mismas se manifestaron en el terreno del sabotaje económico y financiero y en el
militar a través de agresiones directas y el apoyo a acciones terroristas que
afectaban a ciudadanos y bienes cubanos.
El
4 de marzo de 1960, Estados Unidos estuvo tras la voladura del barco francés La
Coubre, en el puerto de La Habana. Este criminal atentado ocasionó 101 muertos,
entre ellos varios franceses, mas de 200 heridos y numerosos desaparecidos. Al
año siguiente se intensificaron los actos terroristas, que incluyeron la quema
de cañaverales durante la zafra azucarera, el sabotaje a fábricas y ataques de
diversos tipos contra la economía. En estas acciones fueron asesinados 281 ciudadanos, en su
mayoría campesinos, mujeres y niños, así como milicianos y jóvenes voluntarios
que participaban en la Campaña de Alfabetización.
Así mismo, el 29 de junio de 1960 las transnacionales Texaco, Esso y Shell, tradicionales suministradoras de petróleo a Cuba, interrumpieron el suministro del producto y se negaron a procesar el crudo adquirido en la Unión Soviética como resultado de las presiones ejercidas por el gobierno de Estados Unidos. En otro ámbito, a través de la ley pública 86-592 de 6 de junio de 1960 se autorizó al Presidente de Estados Unidos a determinar la cuota azucarera cubana para el resto de 1960. A partir de esto, el Presidente Eisenhower redujo las importaciones de azúcar cubana en un 95% durante ese año. Como colofón de esta escalada agresiva, en abril de 1961, un importante contingente de mercenarios organizados, entrenados y armados por la CIA invadió el territorio de Cuba a fin de derrocar al gobierno revolucionario. En menos de 72 horas el pueblo cubano derrotó la intentona que tuvo siempre el apoyo logístico de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.
En el funeral de las víctimas de los bombardeos
aéreos que sirvieron como preludio a la agresión, en una multitudinaria
manifestación. Fidel Castro proclamó el carácter socialista de la Revolución
Cubana. La guerra fría se había trasladado al continente americano. Ahora, la
centenaria ambición de Estados Unidos de apoderarse de Cuba se insertaba en la
lógica del mundo bipolar. En fecha tan antigua como 1805, Thomas Jefferson al
entregar la presidencia de Estados Unidos le dijo a James Monroe “Nosotros
debemos tener las Floridas y Cuba…”. El argumento lo daba el mismo Jefferson
ese mismo año en carta al Embajador francés en Washington cuando le informaba
que la ubicación de Cuba “es necesaria
para la defensa de Luisiana y la Florida”.
Con estos antecedentes que habían llegado a su
punto cúlmine con la invasión en Playa Girón,
en abril de 1962, el líder soviético Nikita Jruschov arribó a la
conclusión que Estados Unidos intentaría nuevamente una agresión en gran escala
contra Cuba, pero que esta vez sus Fuerzas Armadas tendrían una participación
directa a fin de asegurar el éxito en la operación. La pregunta era qué podía hacer la Unión
Soviética para evitarlo considerando la gran distancia que la separaba de Cuba
y las complicaciones que ello significaba dada la cercanía geográfica de ésta
con Estados Unidos.
En ese momento, Estados Unidos desarrollaba la
“Operación Mangosta” con el objetivo de atacar a Cuba. Desde su aprobación por
el presidente Kennedy en noviembre de 1961 hasta enero de 1963 se realizaron
5780 acciones terroristas contra la isla caribeña, tal como lo señala el
investigador Rubén Jiménez Gómez en un pormenorizado estudio que el diario Granma de La Habana ha publicado en 23
entregas hasta ahora.
Según Jiménez, el 10 de abril de 1962 el presidente
Kennedy le ratificó al líder contra revolucionario José Miró Cardona “la disposición de su Gobierno de resolver el
problema cubano por medio de las armas”. Ello dio paso a un infinito número de
preparativos tanto en acciones de desestabilización en territorio cubano, como
entrenamientos y maniobras en otras regiones del Caribe para crear condiciones óptimas para la
invasión.
Por su parte, a los líderes soviéticos les
preocupaba el emplazamiento en Turquía de cohetes con cargas nucleares
dirigidos contra la URSS los que sólo demorarían 10 minutos en hacerse presente
en su territorio. Los cohetes Júpiter con un alcance de 1500 KM. se encontraban
en número de 15 en Turquía, pero se habían hecho acuerdos similares con Italia
para instalar 30 Júpiter y con Gran
Bretaña donde se planeaba ubicar 60 Thor, todos ellos apuntarían contra el
Estado soviético. Jruschov pensó que podía “pagarle a Estados Unidos con la
misma moneda” e instalar cohetes en secreto en Cuba, porque en esas condiciones
un ataque estadounidense contra la Isla podría ser considerado un ataque contra
la Unión Soviética y en esa situación se imponían otras reglas de juego, pues
no pensaba el dirigente soviético que se pudiera producir un irracional ataque
estadounidense contra objetivos que estaban bajo su protección y control.
Después de mucho reflexionar sobre el tema y
de consultas a sus principales asesores militares y civiles quienes no tenían
una opinión homogénea, Jruschov “llegó al convencimiento de que no era posible
garantizar la defensa de Cuba con armamentos convencionales, solo los cohetes
nucleares podían resultar un medio seguro para contener una posible
agresión” de acuerdo a lo que señala
Jiménez en el artículo antes mencionado.
En ese marco, el 21 de mayo de 1962 se
efectuó en Moscú una reunión del Consejo de Defensa a la que fue invitado el
Embajador en Cuba, Alexander Alexeiev. El Consejo era presidido por Nikita
Jruschov en su calidad de Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas de la URSS. Ahí
se discutió acerca de cómo reaccionaría Cuba y su líder Fidel Castro ante la
propuesta de instalar cohetes soviéticos en su territorio como medio para su
defensa y seguridad ante la inevitable agresión armada que Estados Unidos
preparaba. El Embajador Alexeiev era contrario a la idea y opinó que el máximo
dirigente cubano la rechazaría. Jruschov expuso que todas las evidencias
confirmaba la inminencia de un ataque estadounidense contra Cuba, que no tenía
dudas de cual iba a ser la respuesta de su pueblo ante tal hecho pero que “era
necesario emplear un medio de disuasión
que hiciera comprender a los norteamericanos que si atacaban a Cuba no solo
tendrían que vérselas con un pueblo indomable, sino también con todo el poderío
militar de la Unión Soviética, y resumió que semejante medio de disuasión
solamente podía ser el arma nuclear.”
Según su opinión “esa operación no perseguiría el objetivo de
desencadenar una guerra, sino solo el de contener al agresor”.
Dada la importancia y trascendencia del tema,
en esa reunión no se tomó una decisión, sólo se creó un equipo de trabajo para
preparara una propuesta. A cargo del mismo fue designado el jefe de la Dirección de Operaciones, mayor
general Anatoli Gribkov.
El 24 de mayo se reunió nuevamente el Consejo
de Defensa de la URSS. Se discutió el documento preparado por el equipo del
General Gribkov que proponía crear una Agrupación de Tropas Soviéticas de hasta 53 00 efectivos, compuesto de
unidades de las Fuerzas Terrestres, la Fuerza Aérea, las Tropas Coheteriles
Estratégicas, las Tropas de Defensa Antiaérea, la Marina de guerra y
Aseguramientos Combativos.
Después de un profundo debate el documento
fue aprobado, pero se ratificaría después de recibir la aprobación de Fidel
Castro, por lo que se enviaría una comisión a Cuba para efectuar
conversaciones. Con ello, se había dado inicio a la “Operación Anadir”.
CONTINUARÁ
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