Marylén Serna Salinas,
dirigente campesina del Cajibío (Cauca, sur-oeste colombiano), una de las
responsables a nivel nacional del Congreso de los Pueblos, espacio que reúne a
numerosas iniciativas, organizaciones y plataformas sociales, analizó el
proceso de negociación de la paz en Colombia, durante una reciente visita
europea. Para Serna, el Congreso de los Pueblos apuesta, junto con otros
actores sociales, a participar activamente en la construcción “de una paz con
justicia en Colombia”.
Sergio Ferrari / Especial para Con Nuestra América
Marylén Serna, dirigente campesina del Consejo de los Pueblos de Colombia. |
P: ¿Cómo percibe el movimiento social la actual coyuntura
de diálogo para la paz?
R: Con algo de
sorpresa, al principio, con una gran expectativa, ahora. Estamos generando las
condiciones para una participación efectiva en el proceso de paz. Queremos
afianzar un real movimiento por la paz que sea incluyente, en el que participen
todos aquellos que han venido contribuyendo desde años y desde distintos
escenarios y regiones a ese objetivo. Proponemos, también, consensuar y
construir entre todos lo que denominamos como *agenda social*, es decir las
propuestas y temáticas concretas, que expresan las reivindicaciones de los
diferentes sectores sociales. Somos conscientes que es esencial definir la
forma organizativa de la participación del movimiento social en el proceso de
negociación. Porque no vamos a poder ser miles los que nos sentemos en una
mesa. Nuestro dilema es cómo ser participativos, diversos, incluyentes y al
mismo tiempo, asegurar aportes reales, concretos, sistematizados, consensuados,
al proceso en marcha.
P: ¿Quién y cómo puede convocar al conjunto para que desde
la sociedad civil, desde la base, se participe en el proceso de paz, dada la
multiplicidad de actores sociales en la Colombia actual?
R: Es una pregunta
clave. Es inimaginable que solo el Congreso de los Pueblos lo logre. Ni
siquiera, me animaría a decir, solo el movimiento social articulado puede abogarse la representación de la
sociedad colombiana en su conjunto. Hay que ir más allá. Conscientes de esta
realidad, hemos convocado desde hace seis meses a la promoción de la Ruta
Social Común para la Paz. A donde han
ido confluyendo diferentes sectores y plataformas que coinciden en la necesidad
de una salida política al conflicto armado. La Ruta se lanzó públicamente el
pasado 8 de octubre en el marco de una movilización nacional convocada en la
semana de la indignación. Soy optimista cuando veo que en los últimos dos años
se ha ampliado el espacio de unidad popular, que ahora reconoce a esa Ruta
Social Común para la Paz como una propuesta importante. Participan o la apoyan,
entre otros, movimientos de víctimas, las organizaciones estudiantiles, algunos
sectores de los trabajadores, Colombianos y Colombianas para la Paz, la Marcha
Patriótica, la Red de Iniciativas de Paz desde la Base, el Congreso de los
Pueblos, la Coalición de Movimientos Sociales de Colombia. Y un sinnúmero de
otras iniciativas...
La representación del movimiento social
P: ¿Cuál es el debate más complicado al interior de un
espectro tan diverso?
R: Pienso que va a ser
aquel en torno al concepto de la paz y de
la participación. A nivel de agenda, todas nuestras organizaciones y
escenarios han ido trabajando los contenidos. Y tenemos hoy una serie de
insumos. No queremos inventar nada nuevo. Sino sistematizar mejor lo
consensual. Intuyo que la dificultad más grande a lo interno del movimiento
social será sobre la cuestión de la representatividad del mismo en el diálogo y
la negociación. Porque somos muchos: hay organizaciones locales, plataformas,
regiones enteras, pueblos indígenas, los afros…Y de la misma manera que no le
queremos entregar nuestra vocería de movimientos sociales a las insurgencias ni al Estado, va a ser denso definir a quién
le entregamos nuestra representación en el proceso de negociación de la paz… Y
ahí vamos a poner a prueba los avances reales que hemos hecho hasta ahora en
cuanto a la unidad.
P: Se trata de un movimiento social amplio. Pero por el
momento, los que están montados en el
tren de la negociación son un sector de
la insurgencia y el Gobierno. ¿Cuál será la reacción de uno y otro cuando el
movimiento social unificado exija participar también en ese proceso?
R: Pienso que va a
haber una mayor dificultad con el Estado. De hecho, el Gobierno ya planteó que
el método de participación de la sociedad civil será a través del Consejo
Nacional de Paz, que es una figura institucional, no autónoma y supeditada al
poder. En ese Consejo, el movimiento
social tendría una participación reducida ya que hay otros sectores como los
empresarios que van a estar también presentes. Esa propuesta oficial no es
suficiente. Incluso, en la Ruta Social Común para la Paz está en discusión si
participaríamos o no en ese espacio. Por lo tanto, vemos ya que esa va a ser
una disputa que muy seguramente la vamos a poder dirimir solo con la
movilización, como lo hicimos en la primera quincena de octubre. Para exigir la
participación amplia, para ambientar la paz, para posicionar la necesidad de
una agenda social. Con respecto a la posición de la insurgencia: el Ejército de
Liberación Nacional (ELN) siempre ha sido explícito en cuanto a la necesidad
que la sociedad civil participe en un proceso de paz. Las FARC, especialmente
en sus últimas intervenciones, también hablaron de esta necesidad.
El tren de la paz
P: El proceso de diálogo FARC-Gobierno ya está lanzado.
¿No hay un riesgo que los tiempos políticos de esa negociación no coincidan con
los del movimiento social que todavía no participa en dicho proceso? Y que por
lo tanto podría quedarse fuera de este tren en marcha…
R: Pensamos que la
agenda definida para esta fase de negociación entre la insurgencia y el Estado
no se puede cargar demasiado, porque sería reventarla. Para este momento de
negociación es suficiente. Aunque es insuficiente para un proceso de paz más
estratégico. Esta fase la acompañamos, la saludamos, y no reclamamos, en todo
caso como Congreso de los Pueblos, ahora, nuestra participación. Queremos
acelerar nuestra propia preparación en tanto movimiento social para estar en el
tren en una próxima fase donde se debata la agenda social. Que integre temas
estructurales como tierra-territorio; las políticas económicas; presencia de
las multinacionales en el país; los derechos del pueblo -como educación,
salud-; la justicia y reparación ligadas al debate sobre la impunidad…
P: Algunas organizaciones en Colombia insisten en que es
necesario que se inicien a corto plazo los diálogos humanitarios regionales
entre los actores armados, el Estado y las organizaciones sociales, para
discutir temas muy concretos como la no incorporación de los niños y jóvenes a
la guerra, el derecho humanitario etc. Dichos diálogos son todavía penalizados por las leyes. ¿Cuál es su
visión?
R: Sería importante
lograr un cese al fuego mientras avanza la negociación. Es esencial que el
conjunto del pueblo entienda la dinámica y la necesidad de la paz, lo que no se
va a lograr si continúa el conflicto en las comunidades, en el territorio.
P: ¿Cómo sintetizaría su mensaje a la comunidad civil
internacional?
R: Que hay un
resurgimiento del movimiento social y del deseo de la unidad. Ese movimiento
apuesta hoy a un proceso de paz con justicia social. Y que es imperante el acompañamiento,
la solidaridad y el apoyo de la comunidad internacional.
P: ¿Y el cese inmediato de hostilidades en los
territorios?
R. Sí, también. Señalo
tres conceptos importantes. Que participen de la negociación las dos
insurgencias, para evitar que el proceso actual se quede cojo. Que haya un cese
de hostilidades en los territorios. Y que nos aseguren garantías para la
inclusión efectiva del movimiento social. Porque no podemos imaginar que
nosotros participemos pero al mismo tiempo se nos amenace o persiga. Y eso es
un llamado muy concreto al Gobierno. Que no se repitan otras experiencias que
hemos vivido, donde la sociedad civil se batió por participar en la negociación
y fue amenazada, estigmatizada, perseguida y asesinada.
P: ¿Qué es lo diferente hoy que le da al movimiento social
confianza en que esta construcción actual de la paz pueda prosperar?
R: Que el movimiento
social se está apropiando realmente de la construcción de la paz y la exige.
Hemos ganado en unidad si bien hay mucho todavía para avanzar. Todo esto sin
olvidar que la gente en Colombia está muy cansada de la guerra. Por lo que
impera un marco favorable para construir la paz con justicia social.
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