La semana
que comenzó el lunes 24 de septiembre de 2012 fue una semana triste para
Guatemala: murieron dos grandes y decentes hombres.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
El lunes 24 a las 6 de la
tarde murió Eugenio Aragón Cruz, pedagogo y psicólogo quien había regresado
meses antes, a los 94 años de edad, para terminar su vida en la amada patria.
El miércoles 26 de septiembre en las primeras horas de la mañana murió Jorge
Sarmientos, genio de la música y revolucionario de siempre. Dos hombres
bastante distintos. Eugenio siempre fue un hombre modesto, de hablar pausado,
bondad interminable y su muerte pasó desapercibida a no ser por aquellos que lo conocimos y quisimos.
Jorge fue una estrella luminosa, sanguíneo, exuberante, hubiera sido notorio
aunque no hubiera sido notable como lo fue por su genialidad. Pero esos hombres
tan distintos y de notoriedad tan diferente, compartieron algo fundamental: su
amor por la humanidad, por la causa de los pobres del mundo, por la justicia y
la igualdad.
Eugenio egresó como maestro de la Escuela Normal para Varones, se involucró de lleno en la
lucha contra la dictadura de Ubico motivo por el cual fue encarcelado y
torturado, estudió psicología en Chile y regreso solamente para salir al
destierro en 1954 donde pasó aproximadamente
20 años vinculado al Partido Comunista de Chile razón por la cual se adhirió a
las diversas campañas electorales de Salvador Allende y conoció a
personalidades vinculadas a dicho partido como Pablo Neruda y el famoso
“capitán Veneno”, el líder magisterial, parlamentario y extraordinario tribuno
que fue Cesar Godoy Urrutia. Fue arrestado brevemente en Argentina en 1949
después de un viaje a Uruguay a realizar gestiones vinculadas con la salida
clandestina de Neruda al exilio por la persecución del presidente anticomunista
Gabriel González Videla. Vivió después en El Salvador de donde tuvo que salir
cuando la dictadura tomo la Universidad. Después de muchos años llegó a
Guatemala a principios de los setenta de
donde tuvo que salir nuevamente al exilio en 1980. Su ideología lo llevó a una vida azarosa pese a su
temperamento apacible y pacífico.
La muerte de Jorge ha motivado
los más exaltados obituarios que
destacan su extraordinaria carrera musical. Pero olvidan o esconden que Jorge fue
revolucionariamente convicto y confeso. Los que lo duden pueden consultar en
youtube el corto documental que produjo la Enciclopedia de Guatemala (http://www.youtube.com/watch?v=wKCCpURg0go). Es una suerte de
testamento musical y político. En ese
documental Jorge no esconde sus simpatías por la clase que lo vio nacer, la
clase trabajadora, por los campesinos, por la revolución de 1944, su
vinculación al grupo “Saker-Ti” y explica las motivaciones que lo llevaron a
componer su “Obertura Popular”. No fue
casualidad que en el contexto de las luchas de marzo y abril de 1962 devolviera
la Orden del Quetzal y que después fuera encarcelado con otros jóvenes
revolucionarios de aquel momento. Recordaré siempre aquel momento, siendo yo un
adolescente de 16 años, cómo una noche en su casa de la zona 2 nos confesó su
vocación socialista a su sobrino Byron Ventura y a mí.
Eugenio Aragón fue hijo de un campesino pobre de Jalapa. Jorge
Sarmientos de un proletario rural y marimbista de San Antonio Suchitepéquez.
Ambos caminaron por el mundo, sufrieron persecuciones y encarcelamientos y
proyectaron sus dotes intelectuales o artísticas y murieron pensando en la
justicia social. Lo dijo Jorge en 2009: “Yo quiero una Guatemala limpia, sin
impunidad, sin miseria, con satisfacciones para toda la ciudadanía, pero no
solo para nosotros, sino para toda la humanidad. Yo creo que existe tanta
lucha; hay que pensar en todo el mundo. Alguien decía: “Mi patria es el mundo,
y mis hermanos, la humanidad”.
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