La
victoria no puede obviar un análisis crítico de las cifras que muestran un
crecimiento muy alto de la votación de la derecha en comparación con la que
obtuvo el Presidente Chávez. Ese es un dato que obliga a la reflexión crítica.
Sergio Rodríguez Gelfenstein /
Especial para Con Nuestra América
Desde
Caracas, Venezuela
¡Todo
ha concluido…Por ahora! Como cada evento electoral y como cualquier hecho en el
que se manejen cifras las interpretaciones son muchas, pero hay una que es
inobjetable: Hugo Chávez será presidente de Venezuela por seis años más porque
esa es la decisión del pueblo venezolano expresada en las urnas electorales. La
victoria popular fue un hecho cierto cuando un poco después de las 10 y media
de la noche de este pasado domingo 7 de octubre, la Presidenta del Consejo
Nacional Electoral, Tibisay Lucena, anunció los resultados preliminares que
mostraba datos irreversibles.
Aquí
hay dos grandes ganadores que han sido los protagonistas de este momento de la
historia: el pueblo venezolano y el presidente Chávez. Nadie más se puede
atribuir méritos que no le corresponden.
Un
estudio preliminar de los datos que arrojan las cifras finales del evento
comicial muestra una serie de informaciones que deben ser evaluadas de cara al futuro. La más importante de ellas es
el alto nivel de participación, más del 80% de las venezolanas y venezolanos
acudieron a votar, ello es expresión del alto talante democrático de la
ciudadanía que le concede cada vez más, mayor valor a la participación como
forma de hacer política, consolidando de esa manera el modelo democrático venezolano. Cuando se compara
esta cifra con las de otros países de la región, pero sobre todo con Estados
Unidos que vende su imagen de patrón de la democracia, se hace evidente que en
Venezuela la democracia y la participación han trocado en característica
nacional que invade como una totalidad el ámbito de la política.
En
la República Bolivariana no hay espacio para aventuras al margen de la
Constitución porque el compromiso de las Fuerzas Armadas con el pueblo es
garante de ese sentir. Así lo hizo patente el General Wilmer Barrientos Jefe del Comando Estratégico
Operacional de las FANB, para cerrar toda duda respecto a la actitud de los
militares ante cualquier intentona que se propusiera alterar la voluntad
popular. Fue enfático al decir que “ el Plan Republica seguirá garantizando la seguridad del país hasta que el
último de los votantes ejerza su derecho al voto”.
El
Presidente Chávez ha obtenido la victoria en 22 de las 24 entidades federales
incluyendo, Zulia, Carabobo, Nueva Esparta y Miranda (aunque por un margen
ínfimo), en las que gobierna la derecha,
además de Lara, Monagas y Amazonas en las que gobernadores renegados con
proyectos individuales que se pusieron al servicio de la oposición, fueron
aplastados por la avalancha de votos que apoyó al Presidente Chávez.
Los
factores internacionales jugaron un papel decisivo en la decisión de la derecha
que fue obligada por la embajada estadounidense a un comportamiento cívico. La
crisis mundial jugó en favor de garantizar la estabilidad en un país que envía
diariamente y sin contratiempos el petróleo que está convenido con Estados
Unidos y que significa el 11% de lo que este país importa. Los conflictos en el
Medio Oriente y en las cercanías del mar Caspio, las dos grandes regiones
petroleras del mundo obligan a Estados Unidos a destinar importantes
contingentes militares a la salvaguarda de sus intereses, lo que hace del
petróleo venezolano un recurso que además de importante, es el único que
obtienen sin enfrentar peligros de ningún tipo. En ese sentido la orden fue
terminante: tienen que aceptar los resultados.
Ello
se pudo observar en cuatro momentos durante el domingo, el discurso posterior
al voto de Capriles en el que por primera vez, con voz pausada y calma llamaba
a votar y a participar. Poco después, en la mitad de la tarde. Ramón Guillermo
Aveledo, coordinador
estratégico del Comando de Capriles,
ante una pregunta de un periodista rechazó enfáticamente la utilización de la
violencia de cualquier tipo para dirimir eventuales conflictos relacionados al
proceso electoral que pudieran surgir. Entrada la noche, Armando Briquet, Jefe
del Comando de campaña del candidato de la derecha, manifestó el apoyo de su
alianza a los resultados electorales y a la actuación de las instituciones
garantes del proceso comicial.
Pero la mejor pieza oratoria surgida
desde la oposición el domingo pasado fue la de Henrique Capriles ya sabiéndose
perdedor. Fue, de hecho, su mejor discurso. Reconoció el resultado, despejando
la duda que nunca quiso aclarar durante la campaña, se mostró seguro, no
dubitativo como en los últimos meses y lanzó su propuesta de futuro, tratando
de salvaguardar en el momento crítico un liderazgo que ya hoy se cuestiona por
la menguada votación que obtuviera su partido Primero Justicia. Parecía haberse
quitado un peso de encima. Lució fresco y hasta las ojeras habían dado paso a
una mirada vivaz que trataba de sentenciar lo que explicaba por primera vez sin
las incoherencias que le caracterizaron. Parecía sentirse mejor en la derrota,
que siendo candidato.
Sabiendo que el comandante Chávez
entró a la historia al pronunciar el “Por ahora” que perdura en el espacio,
hizo un remedo para tratar de igualarse
“El tiempo de Dios es perfecto”. En los hechos, el tiempo de Dios
se puede interpretar como “El que no logró la victoria fui yo. Aquí que el
pueblo no se sienta derrotado, porque abrieron un camino y ese camino está
ahí”. El camino es elecciones de gobernadores en 2012 y alcaldes en 2013,
Asamblea Nacional en 2013 y Referéndum Revocatorio el 2016. Les deben haber
dicho desde Washington, “Podemos esperar, en 4 años no se va a acabar el petróleo,
podemos esperar que la fruta esté madura, caerá por gravedad”. En el
fondo, a Capriles le preocupaba salvar
su liderazgo ante los más de 2 millones de votos que aportaron adecos y
copeyanos, superando la votación de Primero Justicia. Ahora tendrá que negociar
con aquellos a quienes durante toda la campaña marginó, excluyó y humilló.
La
victoria, sin embargo, no puede obviar un análisis crítico de las cifras que
muestran un crecimiento muy alto de la votación de la derecha en comparación
con la que obtuvo el Presidente Chávez. De alrededor de 3 millones 200 mil
nuevos votantes en comparación con las elecciones de 2006, Chávez creció sólo
en unos 700 mil votos, mientras que las fuerzas que apoyaron al otro candidato
aumentaron en más de 2 millones. En 2006 Chávez obtuvo casi el 63% y ahora poco
más del 55%. Ese es un dato que obliga a
la reflexión crítica, no sólo de cara a las próximas elecciones de gobernadores
en diciembre y de alcaldes en abril de
2013 sino sobre todo, a la investigación de las causas de un fenómeno que podría marcar una
tendencia hacia el futuro y que tiene que ver con el quehacer político cotidiano, el cual debe
llevar a las fuerzas políticas que apoyan al gobierno a vincularse a la
ciudadanía no sólo en tiempos electorales, sino como necesidad vital para
nutrirse de la sabiduría y el empuje de un pueblo que una vez más ha sido capaz
de triunfar en otra contienda decisiva.
Por
ahora la victoria, por ahora la
celebración. El presidente Chávez
felicitó al pueblo venezolano desde Miraflores, habló de “renacimiento
de la patria” en “un día memorable, signado por el talante democrático de todos
los venezolanos y venezolanas”. Reconoció a todos los que votaron por la
derecha por “su participación democrática y demostración cívica”, así como “a la dirigencia opositora que no se prestó a
los planes que algunos estaban fraguando”.
En su grandeza de estadista y presidente de todos los venezolanos, el
Comandante Chávez consideró que se crearon condiciones para la reconciliación,
la convivencia y la construcción de la paz.
Hoy
es día de victoria, hoy es día de celebración, mañana tendrá que venir la
reflexión necesaria.
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