El vuelo de
Susana Malcorra hacia la Secretaría General de las Naciones Unidas se estrelló,
antes de lo previsto, contra los votos en contra de siete de los 15 países
miembros del Consejo de Seguridad del organismo multilateral, uno de ellos con
el poder de veto que corresponde a los miembros permanentes de esa estructura y
la abstención de otros dos de ese selecto pentágono.
Carlos A.
Villalba / CLAE
Susana Malcorra y Mauricio Macri. |
El oxígeno
de su candidatura se había consumido antes, cuando la sobreactuación, la
impericia y la falta de respeto por los valores de las relaciones exteriores
por parte del presidente Mauricio Macri, nada menos que frente a Gran Bretaña,
hicieron que Londres apresurase su voto de censura, como lo adelantó esta misma
columna con antelación. (Ver estrategia.la/2016/09/21/se-complica-el-camino-de-malcorra-hacia-la-onu)
Con la
misma liviandad con que se expresa en el país e igual desparpajo que al
presentar como representantes sociales a los personajes inventados por su
equipo de comunicación, el presidente argentino había afirmado que la premier
Theresa May estaba dispuesta a “comenzar a conversar” sobre la soberanía
de las islas del Atlántico Sur. A diferencia de lo que implica el blindaje
mediático del que disfruta en la Argentina y del grado de tolerancia, ya
menguante, de la ciudadanía hacia sus políticas y sus dislates, el ámbito
internacionales mueve con lógica implacable y cobra los errores. El paseo hacia
la cumbre de la ONU terminó con el fracaso estrepitoso causado por la
desmentida del Foreign Office británico a la afirmación de Macri y el
consecuente aviso de veto londinense.
Los medios
dominantes se apuraron a intentar convertir a la canciller Malcorra en una
suerte de víctima británica, tratando de tapar las acusaciones de entrega de
los intereses nacionales que recibió por el acuerdo con Londres, en plena
campaña de convencimiento y que luego debió transformar en un sencillo
“comunicado conjunto”. Algunos firmas de los diarios de mayor tirada nacional,
que además transitan por las pajareras televisivas del escándalo político,
llegaron a asegurar que el resultado en la ONU “hizo trizas las teorías en
el kirchnerismo que la ingeniera ministra utilizaba su cargo de canciller para
seducir a los británicos”; la pluma, que incluso comete un error de redacción, sin
embargo decidió ocultar que la declaración redactada por el equipo de Malcorra
y firmada con alborozo por su par británico Alan Duncan, abre una brecha
favorable a una administración que libere totalmente a Gran Bretaña de trabas
para la explotación de hidrocarburos dentro del espacio soberano argentino.
El propio
presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, se encargó de confirmar que
el Ejecutivo estudia la derogación de la Ley 26.659, que impide a cualquier
argentino explotar el petróleo de Malvinas junto a británicos y sanciona a
empresas y personas que participen de actividades petroleras en las islas sin
permiso del gobierno nacional. De ese modo reconoció que de desmontar la
legislación que protege los intereses soberanos.
Part-time
La votación
negativa para Malcorra fue refrendada un día después, cuando el Consejo de
Seguridad confirmó que Antonio Guterres, ex primer ministro de Portugal,
ex presidente de la Internacional Socialista y Alto Comisionado para los
Refugiados de la ONU será el reemplazante de Ban Ki-moon a partir del 1º de
enero próximo.
El plan de
mutua conveniencia entre el presidente Macri y Malcorra quedó destruido. Ella
no podrá subir al escalón al que aspiraba después de ser Oficial Principal de
Operaciones y Directora Ejecutiva Adjunta del Programa Mundial de Alimentos
(PMA),Secretaria General Adjunta del Departamento de Apoyo a las Actividades
sobre el Terreno (DAAT) y Jefa de Gabinete del Secretario General de las
Naciones Unidas.
El tampoco
podrá decir con la liviandad que su política internacional coronó una dama
“propia” en el escalón principal del multilateralismo, lo que para el equipo
amarillo del PRO hubiese constituido un equivalente laico al obispo argentino y
peronista que se sienta en el sillón de San Pedro. Como se señaló en la columna
previa ya citada, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, se había atrevido a decir,
con una candidez impropia del cargo que ocupa y escasa fineza diplomática, que
“los argentinos ya tenemos a Bergoglio en el Vaticano, a Messi en el Barca y
sólo falta Malcorra en Naciones Unidas”.
Se quedó
con las ganas de un absurdo que, además, hizo que el país tuviese una ministra
de Relaciones Exteriores a tiempo parcial, como ella misma reconoció al señalar
que “Hasta ahora tuvieron una Canciller part-time”, al brindar ante los
diplomáticos por su día, con una semana de atraso. El Palacio San Martín,
siempre receloso con las figuras que ocupan los cargos de conducción sin haber
transitado los pasillos del Instituto de Servicio Exterior de la Nación, ya
venía expresando malestares por la escasa actividad diplomática genuina,
desplazada por la “campaña” de su jefa, concepto que ella misma utilizó a través
del cable interno del MRECIC, circulado el 26 de mayo a las 15.21, cuando
intentó justificar sus andanzas.
Con un
sueldo de $152.908,37, calculados para una carga laboral full time y no
parcial, la ex funcionaria de la ONU también recibió críticas por el gasto
presupuestario que costaron sus 14 vueltas alrededor del mundo en 10 meses, con
594.000 kilómetros en 37 visitas oficiales, según el registro de audiencias al
promediar septiembre, incluidos las nueve visitas a Nueva York, según el
cálculo meticuloso del matutino El Cronista del pasado 22 de septiembre.
Barras y
estrellas
Días antes
de asumir como presidente, Macri se había rendido ante el currículum de
Malcorra y, sobre todo, frente a la hipótesis de un viaje a Nueva York un año
después, para lucirse con la designación de una funcionaria propia en el máximo
escalón del sistema multilateral y presentar el hecho como un “triunfo” de su
gestión, sobre todo de esa “apertura al mundo” de su “nueva Argentina”.
A su
colega, con paso por IBM y Telecom, créditos no le faltaban, tampoco apoyos,
como el de Ban Ki-moon y hasta del propio presidente Barack Obama.
En los
conciliábulos internacionales, dignos de la Florencia de los Medici, se
afirmaba que, en cumplimiento de un pacto no escrito, era el turno de instalar
en la ONU a un europeo, preferentemente del Este por ser la única región del
mundo que no ha ocupado el puesto de Secretario General. De no concretarse esa
expectativa, la posibilidad se desplazaría hacia América y, entonces sí,
Malcorra correría con buenos caballos, tan buenos como lo son los que provienen
del establo del comisario. Estados Unidos, en ese caso, hubiese tenido otro
resorte multilateral a cargo de alguien dócil a sus intereses.
Sin
embargo, no todas eran rosas en el camino hacia la meta nunca alcanzada.
Todo se
sabe
A partir de
2004 Susana Malcorra ejerció como Oficial Principal de Operaciones y Directora
Ejecutiva Adjunta del Programa Mundial de Alimentos (PMA), supervisando
operaciones humanitarias y de emergencia. De ese organismo pasó al DAAT,
encargado de cooperar con el despliegue de las “misiones de paz” de la ONU en
todo el mundo, con un presupuesto de u$s 7.000 millones y manejo sobre más de
120 mil personas, entre militares, policías y civiles.
Cuatro años
después se convirtió en jefa del gabinete del secretario general, Ban Ki-moon.
A lo largo de ese recorrido fue significativo el vínculo que logró con Susan
Rice, entonces embajadora de Estados Unidos en la ONU y luego consejera de
Seguridad Nacional del presidente Barack Obama.
Las
filtraciones de Julian Assange conocidas como “wikileaks”, realizadas a partir
de 2008, permitieron confirmar el acercamiento de la funcionaria hacia los
intereses de Washington, a pesar de distintos problemas logísticos y de
irregularidades administrativas registradas en diferentes misiones de paz, en
particular en la de Darfur, Sudán, donde Naciones Unidas, a instancias del
gobierno estadounidense de George W Bush, intentó desde 2007 contener un
conflicto armado que desembocó en un proceso de “limpieza étnica” de la
población negra, con entre 300.000 y 400.000 muertos y más de dos millones de
desplazados de sus hogares.
Los
malestares británicos, alemanes e italianos con la gestión Malcorra, al punto
de proponer saltear la coordinación con la ONU y operar de modo directo, y la
aceptación de las propuestas de los EEUU por parte de la funcionaria argentina,
quedaron documentados en veinte despachos del Departamento de Estado fechados
entre 2008 y 2009, que mencionan a la actual su paso por la DAAT
A pesar de
esas opiniones en su contra, Malcorra llegó a la Jefatura de Gabinete de la
Secretaría General ONU, tal vez gracias a diferentes nombramientos de
estadounidenses en altos cargos de la DATT, como fueron, a solicitud de la
influyente Susan Rice, los de Tony Banbury como subsecretario General
Adjunto en el Departamento de Apoyo a las Actividades en el Terreno, que ocupó
hasta el 5 de febrero de 2016 o a su propio ofrecimiento de llenar las
direcciones recursos humanos, logística, tecnología y finanzas con funcionarios
de Estados Unidos.
Macri jugó
la Reina
Contra
viento, marea y evidencias, el mandatario argentino creyó que la carrera de su
ministra le permitía instalar su idea de “la nueva Argentina”. Desde la
gestualidad, esos esfuerzos constituyen a su juicio una suerte de campaña de
comunicación internacional, incluso por encima del resultado de la elección del
Consejo de Seguridad.
Como el
“mini Davos” y sus discursos, Macri consideró que era un aporte a la mostración
de ese “nuevo país” que imprimió en los folletos bilingües preparados para la
reunión del CCK, a su vez fotocopiados de los que hizo distribuir en su
búsqueda dólares en medio de las negociaciones con los fondos buitre, en los
que se reconocen los logros de la década kirchnerista que se niegan puertas
adentro del país.
Al criterio
no escrito de “rotación geográfica” de la Secretaría General ONU, se sumaron en
esta oportunidad consideraciones y fundamentos tendientes a que el cargo vaya
por primera vez a una mujer, en función de un criterio nunca reglamentado que
dispuso la Asamblea General en 1997 para que se diese “debida consideración a
la igualdad de género”. Desde hacía rato, las filtraciones de los sondeos
“secretos” anunciaban que esa variable “no tuvo un papel relevante”; de forma
explícita el embajador de Rusia ante el organismo, Vitaly Churkin, aseguró que
algunos de los que hablaron en público “sobre la necesidad de apoyar a una
mujer no actuaron así en la votación real”.
Game Over
Los tiempos
de la elección se acabaron antes de lo previsto para la fórmula Macri-Malcorra.
La diplomacia argentina filtraba a los diarios que acompañaron la candidatura
de su jefa versiones acerca de que “ninguno de los países que ´desalentaron´ la
candidatura de Malcorra” era uno de los miembros permanentes, a pesar de que
ella ya había sumado evidencias acerca de que una de esas papeletas
efectivamente pertenecía a uno de “los cinco” y que otros dos avanzaban en la
misma dirección.
Los que más
preocupaban a la dama rosarina era Rusia e Inglaterra. El primero trató
de sostener a los candidatos el Este hasta el final, aunque siempre estuvo
dispuesto a avanzar en una negociación que llevase a Guterres hasta el sillón
principal de la ONU, a pesar de que su país forma parte de la Organización del
Tratado del Atlántico Norte (OTAN), dirigida desde Washington, sobre todo ante
la certeza de que EEUU vetaría a la búlgara Directora General de la
UNESCO Irina Bokova.
Todo el
tiempo y en todos los miembros del Consejo pesó además la certeza de que el
tema que abarcará la próxima década del mundo internacional será el de los
refugiados, especialidad de Guterres, que se desempeñó como Alto Comisario de
las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) desde junio de 2005 hasta
el 15 de diciembre de 2015.
Cuando ya
se veía la imbatibilidad del portugués, hubo un intento más del equipo
gubernamental argentino, que trató de instalar que cualquier rechazo que
recibiese sería pura misoginia y no tendría que ver con las acusaciones en su
contra por el supuesto ocultamiento de casos de abuso sexual a menores
perpetrado por Cascos Azules franceses de la ONU en República Centroafricana,
ni por su mala gestión durante el despliegue de las tropas de paz en Darfur,
Sudán, situaciones que pesaban en contra de su interés. Del mismo modo que lo
fue para muchos países su alineamiento con Estados Unidos. Con el europeo ya
triunfante por unanimidad, se atrevió a despedirse con el tweet “Nos queda
una asignatura pendiente con respecto al género”.
A lo largo
de los primeros once meses de gobierno, Macri recorrió el mundo a caballo del
conocimiento que los gobiernos tenían de Malcorra. Puede ser que crea haber
llegado a la cima, del mismo modo que, en esos mismos meses, condujo el país a
su “pobreza cero”.
*Sicólogo,
periodista e investigador argentino. Investigador asociado al Centro
Latinoamericano de Análisis Estratégico
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