El No en Colombia es el triunfo
momentáneo de la oligarquía y de Estados Unidos, pero Latinoamérica sigue
resistiendo y el pueblo colombiano no es la excepción, a las puñaladas por la
espalda está acostumbrada la Patria Grande, una más no la desvanecerá. La Paz
en Colombia será, como también será un día en cada rincón de América Latina.
Ilka Oliva Corado / Especial para Con Nuestra América
Desde
Estados Unidos
Latinoamérica sigue llorando
sangre, ¿cuántos siglos agonizando? El No en Colombia es el resultado de
décadas de manipulación mediática, se ha aplicado al centavo la agenda
particular del Plan Cóndor en el país con las modalidades del tiempo y
tecnología.
La guerra siempre es más
rentable para las oligarquías que la paz. En las guerras los muertos siempre
los pone el pueblo vulnerado en sus derechos. Es más rentable para las
grandes mafias mundiales, mantener la impunidad estructurada en una falsa
lucha contra el narcotráfico; porque son millones de dólares los que se
mueven por encima y por debajo de la mesa y van a dar a unas cuantas familias
bien instaladas en la política y la oligarquía colombiana y de la región. Y
para maquillar las transacciones está el periodismo corporativo,
antiético y de doble moral. Los medios de comunicación que se encargan de lavar
cerebros y manipularlos. De hacer desaparecer todo rastro de opresión.
Para muestra en el país, el Plan
Colombia, con el que Estados Unidos financió una guerra letal contra el
narcotráfico. Quince años en los que militarizó el país y como daños
colaterales cientos de niñas, adolescentes y mujeres fueron
violadas por militares estadounidenses y paramilitares colombianos,
abusos que quedaron en absoluta impunidad. La misma estrategia se
está aplicando en el triángulo norte de Centroamérica con el Plan Alianza para
la Prosperidad, y el Plan Mérida en México, sin mencionar el Plan Frontera Sur
y el Maya-Chortí, que tienen como eje central: la supuesta
lucha contra el narcotráfico. Pero todos sabemos de qué lado masca la
iguana.
En Colombia pueblos enteros
desplazados, sin comida, sin trabajo, sin techo y sin ropa. Civiles torturados,
masacrados y desaparecidos por paramilitares. Colombia está llena de
fosas clandestinas, como prueba fiel del genocidio de los últimos 40
años. No sorprende el No, porque en Latinoamérica la clase media siempre ha
sido manipulada debido a su falta de identidad y de sentido de pertenencia, a
su insensibilidad. A su carencia de humanidad y de sentido común. El No y
la abstención es la forma en que la clase media dice: no nos importa el país ni
el bienestar de los más violentados por el sistema. Mientras no nos
molesten dentro de la burbuja en la que vivimos…
Los capitalinos clase media,
burgueses y oligarcas que no sufren de emboscadas paramilitares y que no se ven
obligados a salir corriendo de sus casas y buscar salvar sus vidas en otro
lugar. Ellos no sufren las carencias de un Estado que mata de hambre a los
marginados del sistema. Que les niega educación, salud, seguridad, y el
desarrollo integral para una vida sana. Abstenerse en este caso es como
haber votado No: es humillar nuevamente, es escupir en el rostro, es
apuñalar por la espalda al pueblo que sí ha vivido en carne propia los horrores
de la guerra. Es volver a violar niñas, es volver a torturar, a crear fosas
clandestinas, es volver a obligar a pueblos enteros a la segregación, es
obligar a migrar. Es abrirle las puertas a Estados Unidos para que continúe su
injerencia con el pretexto de luchar contra el narcotráfico que la derecha
señala como guerrillero.
No hay una sola razón para
decirle No a la firma de La Paz en Colombia, porque firmarla es el inicio de un
proceso de reconstrucción, si se hace de buena fe y para el bien del pueblo y
no de pequeños grupos lucrativos. Solo personas insensibles, inhumanas,
ignorantes, manipuladas y perversas pueden votar No en un país que clama un
alto a la guerra. Un irresponsabilidad para con la patria es haber votado
No o abstenerse. Una deslealtad para con la infancia que tiene derecho a soñar
y a vivir en paz. Con los abuelos que tienen todo el derecho a vivir la edad
dorada en paz.
El No en Colombia, el Golpe en
Brasil, en Honduras, en Paraguay. Los gobiernos neoliberales
en el triángulo norte de Centroamérica, Argentina, Perú y México,
son el resultado de la excelente aplicación de la agenda del Plan Cóndor
en cada región, y su brazo armado es su supuesta lucha contra el narcotráfico
(antes era su lucha contra los comunistas guerrilleros). Su as bajo la manga
siempre han sido los medios de comunicación de carácter corporativo.
Cualquiera que no tenga los
arrestos para hablar de frente y decir que votó No o que se abstuvo
porque su inhumanidad es más grande, buscará infinidad de pretextos y entre
estos dirá que no iba a dar su voto para que los guerrilleros vivieran libres
en impunidad y encima tuvieran derecho político (como les corresponde), porque
los muertos… Cuando los muertos a ellos les importan un comino. Los
muertos los ha puesto el pueblo. Más de uno mencionará a Fidel, Raúl, Chávez,
Maduro, “a esos rojos guerrilleros y dictadores” que tuvieron que
ver con la Firma de La Paz. Y escupirán pues, desde el hígado su ignorancia, su
mente colonizada y dejarán ver su actuar de monigotes manipulados por un
sistema que los utiliza y después los deshecha.
El No en Colombia es el triunfo
momentáneo de la oligarquía y de Estados Unidos, pero Latinoamérica sigue
resistiendo y el pueblo colombiano no es la excepción, a las puñaladas por la
espalda está acostumbrada la Patria Grande, una más no la desvanecerá. La Paz
en Colombia será, como también será un día en cada rincón de América Latina.
Por nuestros muertos, por nuestro mártires, por la infancia, por los campos
verdes que florearán en las aradas y en las laderas.
Un abrazo lleno de amor al
pueblo colombiano, a quienes han luchado por esta Paz y a quienes la han llorado
y añorado.
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