Nadie duda que en las
elecciones presidenciales del 6 de noviembre el FSLN ganará ampliamente. La
principal fuerza de oposición, el Partido Liberal Independiente (PLI),
convertido en paraguas de otros partidos y la disidencia sandinista, fue
despojada de su representación legal por lo que el FSLN tendrá fácil la
victoria. El régimen sandinista es visto
como autoritario, pero el presidente Ortega según Latinbarómetro es el segundo
más popular de América latina después de Rafael Correa.
Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
Recientemente he
regresado de Nicaragua después de
participar en el XV Congreso Centroamericano de Sociología. Al recorrer
las calles de una remozada Managua, evoqué las veces que anteriormente estuve
en la patria de Darío, Sandino y Fonseca. La primera vez, sucedió en diciembre
de 1979 cuando la revolución nacía y el país estaba lleno de sueños. Managua, Masaya, Monimbó y otras ciudades
mostraban todavía los estragos de las cruentas batallas de la gran guerra que
derrocó al dictador Somoza. Viajando en un avión de carga de regreso de una
breve estadía en Cuba, estuve una
segunda vez en marzo de 1980.
Finalmente en julio de
1989, asistí la celebración del décimo
aniversario de la revolución. Managua era una ciudad calurosa, polvorienta y
poco urbanizada. Participé en el desfile conmemoratorio que culminó en un mitin
presidido por los nueve comandantes, en el cual Daniel Ortega pronunció una
suerte de primer discurso de campaña. Aludiendo a la Unión Nacional Opositora
(UNO) que postulaba a Violeta de Chamorro, Daniel comenzó su discurso diciendo
“Uno es ninguno”. No era cierto. En
febrero de 1990, el FSLN fue derrotado y
un abatido Ortega aceptó su revés mientras era abrazado por su esposa Rosario
Murillo. La revolución había sido derrotada por la guerra de baja intensidad y
lejos quedaba la bellísima canción de Carlos Mejía Godoy: “Ay Nicaragua,
Nicaraguita… ahora que ya sos libre, Nicaraguita, yo te quiero mucho más”.
Mucho ha acontecido
desde entonces. Managua es hoy una ciudad llena de bulevares hermosos adornados
por arboles metálicos monumentales que iluminados en la noche resultan
espectaculares. Lo que fue la plaza
central alberga el monumento con las
tumbas de Carlos Fonseca Amador y Santos López, pero hoy se les ha unido Tomás
Borge a quien en 1989 vi dando un vibrante discurso en el centro de
convenciones. Los sandinistas se han reciclado y combinan un resuelto pragmatismo
con evocaciones discursivas del sandinismo de las décadas pasadas. Rosario
Murillo se ha convertido en alguien reputada como el poder detrás del trono y las imágenes de la
pareja presidencial aparecen en todo el
país. “Nicaragua, cristiana, socialista, solidaria” reza el afiche. Nadie duda
que en las elecciones presidenciales del 6 de noviembre el FSLN ganará
ampliamente. La principal fuerza de oposición, el Partido Liberal Independiente
(PLI), convertido en paraguas de otros partidos y la disidencia sandinista, fue
despojada de su representación legal por lo que el FSLN tendrá fácil la
victoria. El régimen sandinista es visto
como autoritario, pero el presidente Ortega según Latinbarómetro es el segundo
más popular de América latina después de Rafael Correa.
¿Forma parte Nicaragua
de los gobiernos progresistas? La respuesta es ambigua, los índices de pobreza
bajaron entre 2009 y 2015 de 44.7 a 39% y la pobreza rural de 67.8 a 58.8%.
Buena parte de los productos básicos son subsidiados. Un hecho cierto es que
hoy Nicaragua es con Costa Rica el país más seguro de Centroamérica. El
discurso antiimperialista se combina con pragmatismo hacia Washington.
He aquí la patria de
Sandino hoy, saque usted sus conclusiones.
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