Tradicionalmente las visiones conservadoras ubican a los países
centroamericanos con muchos problemas y en una dinámica económica, política y
social de marcados contrastes. En efecto así es, pero no necesariamente todos
las sociedades del istmo centroamericano viven en una espiral de conflictos.
Muy por el contrario en algunas de ellas su desarrollo ha sido acorde con las
aspiraciones de bienestar de sus
pueblos.
Adalberto
Santana / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad
de México
Si bien en la prensa conservadora y antiprogresista
dibujan a la región como un escenario
tendencialmente violento y en crisis, en la realidad no es precisamente así.
Tal es el caso de Nicaragua donde se van a realizar próximamente elecciones
generales el 6 de noviembre de 2016 al que están convocados 3,4 millones de
ciudadanos. En la patria de Augusto C. Sandino, se desarrollarán en esa fechas
nuevos comicios para elegir al presidente y
vicepresidente, al igual que a 90 diputados de la Asamblea Nacional y 20 representantes ante el Parlamento Centroamericano.
El escenario apunta según las tendencias electorales a
que nuevamente y por tercera ocasión consecutiva gane el Presidente Daniel
Ortega y como Vicepresidente Rosario Murillo. Destacados dirigentes sandinistas
sobre los cuales se han lanzado toda una serie de campañas para obstaculizar su
reelección. En principio los sectores inconformes del Partido Liberal
Independiente (PLI) y otros sectores de
la oposición de derecha y de la ultraizquierda han tratado de generar un
ambiente de tensiones. Especialmente cuando estos sectores minoritarios a poco
tiempo de las elecciones han lanzado la campaña de no participar en las
elecciones para deslegitimarlas.
Esta campaña en gran medida que esta llamando a la
abstención electoral, trata de generar un clima de desestabilización para ir
acumulando fuerzas e inducir un crecimiento ficticio de la oposición. Sobre
todo alentado por los medios de información como la Sociedad Interamericana de
Prensa (SIP) que en su reunión 72 Asamblea General realizada en la Ciudad de
México acusó como lo hace tradicionalmente a los gobiernos progresista de la
región latinoamericana de falta de
libertad de prensa. En sus mira están los gobierno de Cuba, Nicaragua,
Venezuela, El Salvador, Bolivia, Ecuador contra quienes hacen gran escandalo.
Ignorando o minimizando las atrocidades
que realmente hacen otros gobiernos conservadores de la región y el continente.
Lo que si ocurre en Nicaragua y es lo que preocupa a esa
derecha cavernícola, es negar el hecho de que en la patria de Rubén Darío, el sandinismo tiene un respaldo mayoritario
en amplios sectores de la sociedad. En
sondeos realizados en Nicaragua
(por la encuestadora M&R Consultores) a mediados de año, lo que resaltaba
era la amplia simpatía del electorado nicaragüense por el Frente Sandinista de
Liberación Nacional (FSLN) y de sus principales autoridades como el presidente
Daniel Ortega. Incluso el Latinobarómetro lo ubica junto con el presidente de
Ecuador, Rafael Correa, como los dos mandatarios más populares de la región
latinoamericana. En tanto que los sondeos de M&R Consultores, también
destacaban que las personas en Nicaragua
se sentían plenamente representadas en sus necesidades e intereses. A esto se sumaba la amplia simpatía por el
FSLN. Incluso, en ese mismos sondeos
resaltaba que el 34,4 por ciento no indicaba ninguna adhesión partidaria y en
torno al conjunto de la oposición sólo un 5,4 por ciento se declaraba
identificado con la oposición (ampliamente fraccionada). Principalmente se
inclinaba en un 2,7 por ciento por el Partido Liberal Constitucionalista (PLC)
y un 2,3 por ciento con el PLI.
En gran media esa encuesta reflejaba una amplia simpatía
por el sandinismo, especialmente por la realización de obras de beneficio
colectivo para el conjunto de la población, en especial por sus programas
socio-productivos y por la creación de una infraestructura y por sus esfuerzos
en materia de salud, empleo y educación. Un elemento resaltante que tiene que
ver con la unidad nacional y la identidad como nación, se reflejaba en otro
punto que destacaba en la encuesta. Asimismo resultaba relevante que el
gobierno sandinista mostraba para los encuestados un clima de progreso
económico, seguridad y estabilidad nacional. Donde el respaldo a las Fuerzas
Armadas de Nicaragua que cumplieron el
pasado 16 de octubre 37 años de existencia, en ellas tenía la confianza de más del 87 por ciento
de los encuestados. Esto se hace más evidente y se constata cuando se consulta
el índice de seguridad del Foro Económico Mundial publicado por Forbes
Centroamérica, donde Nicaragua figura como el país mejor posicionado de la
región latinoamericana y alejado de los riesgos de la delincuencia organizada,
lo que le imprime una garantía a los negocios de los inversionistas por la alta seguridad. En
tanto que países como Guatemala, Honduras, Jamaica y México figuran como los
países con grandes riesgos de seguridad.
Así, Nicaragua figura como un país que al finalizar 2016 tendrá inversiones
externas directas por mil quinientos
millones de dólares.
De ahí que puede pensarse que en las próximas elecciones
el FSLN no tan solo ganará la presidencia y vicepresidencia del país,
sino la mayoría de la Asamblea Nacional y de la representación en el Parlamento
Centroamericano. Situación que de confirmarse será un fuerte golpe a la
oposición de derecha y la ultraizquierda que quieren ver la derrota de
los sandinistas. De esa manera sumarían un golpe favorable a los sectores
progresistas latinoamericanos como los que generaron en Argentina con el triunfo electoral de Mauricio Macri en
noviembre de 2015. En Nicaragua, no podrán hacer golpes de Estados como en
Honduras (2009) y Paraguay (2012) o Brasil (2016). La Alianza Unida, Nicaragua Triunfa,
encabezada por el FSLN será el seguro triunfador de las elecciones del 6 de
noviembre de 2016. Con el triunfo electoral de Daniel Ortega, se refrendará la
etapa ascendente de las fuerzas progresistas en América Latina. Así,
Nicaragua con el sandinismo
fortalecerá la consigna de la revolución
sandinista en el siglo XXI de ser: “cristiana, socialista y solidaria".
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