La vertiginosa situación
internacional, sumada al convulsionado momento que vive América Latina y el
Caribe, ameritan la posibilidad de reflexionar directamente sobre la
geopolítica y su despliegue coyuntural. Veamos diez puntos concretos que nos
pueden ayudar a comprender mejor el tema.
Juan Manuel Karg / ALAI
1) Estamos ante un
indudable cambio de escenario latinoamericano. La llegada a los gobiernos de Argentina y
Brasil de Mauricio Macri y Michel Temer -uno por las urnas, aunque por
estrechísimo margen; el otro vía golpe parlamentario- ha modificado sensiblemente
el mapa regional. La correlación de fuerzas cambió. Esto tiene efectos
concretos, además de un despliegue de política económica ortodoxa en ambos
países: produce una parálisis también en las instancias de integración, tal
como se puede verificar en el Mercosur.
Dicho esto, hay que
llamar la atención sobre los agoreros del “fin de ciclo progresista” en la
región. Las encuestas que muestran a diversos exponentes de lo que fuera el
cambio de época latinoamericano disputando -y con buenas chances en varios
casos- nos ilustran que más que ante un fin de ciclo estamos ante una disputa
abierta de modelos, donde la derecha ha avanzado algunas posiciones.
2) En el medio de las
convulsiones, dos grandes noticias para la región. La firma del acuerdo de
paz en Colombia y el nuevo papel regional de Cuba también son una
contratendencia ante el avance de la derecha regional. El propio Papa
Francisco, de visita dos veces en la isla, llamó a dicho lugar “la capital de
la unidad”. Configura por cierto un desagravio importante para la Revolución
Cubana, que precisamente tiene lugar cuando La Habana ha sido sede de los
diálogos colombianos entre el gobierno de Santos y las FARC-EP.
3) ¿Multipolaridad puesta
en jaque?
Abriéndonos de cierta forma de las fronteras latinoamericanas, encontramos
cierto amesetamiento del bloque BRICS, que fuera quien en 2014 lanzara la audaz
idea de crear un Banco de Desarrollo del bloque, que pudiera funcionar como
contraparte al FMI y Banco Mundial. El presidente de facto de Brasil, Michel
Temer, fue con un notorio perfil bajo a la última reunión del bloque -en
simultáneo al G20 de China- en contraparte a la destacada presencia que tuvo
Dilma en la reunión de Fortaleza, cuando fuera anfitriona y propiciara un
encuentro con Unasur, dos años atrás. Esto nos habla del nuevo intento de
realineamiento de Brasil a escala global, con mayores guiños a EEUU y la UE, en
similar viraje al anunciado e implementado por Macri en Argentina.
Sin embargo, las
economías de Asía Pacífico son las que más crecen a escala global. De los
propios BRICS, dos de sus países (India y China) están en el top 3 de
crecimiento anual. A eso hay que sumarle que el gigante asiático será quien
conduzca las riendas de la economía global hacia 2030, según proyecciones
propias y ajenas. Como vemos, elementos que sirven para contrarrestar la idea
de multipolaridad en jaque que pretenden desplegar algunos medios de
comunicación.
4) La Vieja Europa,
partida en dos nuevas tendencias. Con la social-democracia en baja en
diversos países (España, Alemania, Francia y otros) y un auge de una nueva
izquierda liderada por el laborismo de Corbyn, Podemos y el Die Linke alemán,
también aparece una contratendencia en lo más rancio de la derecha, expresada
en Marine Le Pen, Pegida y otros exponentes. Estos elementos reaccionarios se
apoyan en un discurso anti-refugiados, explotando diversos prejuicios que hacen
correr a derecha ese debate (no hace falta decir que la opinión del Papa
Francisco en relación a los migrantes está a la izquierda de la mayor parte de
los líderes de la UE, comenzando por la propia Angela Merkel).
5) Mientras Europa
discute flexibilizar, América Latina busca copiarse. 2016 fue escenario de
masivas movilizaciones en París y otras ciudades de Francia contra la reforma
laboral propuesta por Hollande-Valls. La recién llegada derecha latinoamericana
(Temer-Macri) discute ahora en combo como avanzar en flexibilizaciones
laborales similares a la introducida por la social-democracia en declive.
Incluso 100 empresarios brasileños le pidieron a Temer que llevara la jornada
laboral a 12 horas, en un intento de “reforma trabalhista” que ya genera
fuertes protestas de parte de los sindicatos de aquel país, en espacial la CUT.
Sin embargo hay que decir
que allí donde se aplican políticas neoliberales en el mundo laboral también
hay fuertes reacciones. Dos ejemplos nos sirven para ilustrar esto: las
manifestaciones contra las AFP (jubilaciones privadas) en Chile y las
multitudinarias marchas contra el TTIP (acuerdo EEUU-UE) en diversas capitales
europeas.
6) Se hace preciso
desmitifcar el “no hay alternativas” con el que la derecha busca eternizarse. Primero fue el supuesto
“fin de las ideologías”. Luego el supuesto “fin de la historia”. Y ahora tal
como ha dicho Macri, la derecha latinoamericana presume del “no hay
alternativas” frente al ajuste y la ortodoxia económica (una idea que no es
novedosa, vale decir, recordando a Margaret Thatcher). Esta es una falacia,
como la supuesta “desideologización” de sus autores. Si hay alternativas, tal
como muestran los propios cambios introducidos durante los gobiernos
posneoliberales durante la última década y media.
7) Los medios de
comunicación, un debate pendiente para los líderes populares de la región. La evidente asimetría
existente entre los masivos medios de comunicación de la derecha regional
-fogueados hace décadas y en algunos casos más de un siglo- y su contraparte
promovida por una cosmovisión posneoliberal es bien evidente. Los movimientos
nacional populares, progresistas y de izquierda de la región tienen ante sí un
desafío enorme: la construcción de medios masivos de contrainformación que
puedan contrarrestar la feroz campaña mediática contra algunos de sus líderes.
Pensar proyectos de largo alcance y masivos, con rigurosidad periodística y en
horizonte de constituir una unidad latinoamericana también en este ámbito, es
un eje inevitable en vías a cambiar la matriz discursiva imperante hoy.
8) La derecha
latinoamericana no está cómoda allí donde gobierna. Este es un punto en el
cual hacer hincapié, siempre y cuando se habla de la supuesta crisis de los
gobiernos de izquierda en la región, pero no se detalla lo que sucede puertas
adentro de las experiencias conservadoras. En México la desaprobación creciente
de Peña Nieto se suma a los miles de desaparecidos en aquel país -y el notorio
caso, aún no esclarecido, de los 43 de Ayotzinapa- en una situación que ha
llevado incluso a diversos analistas a hablar de la categoría de “Estado
fallido”. En Argentina, el shock económico introducido por Macri, ha llevado a
una unidad creciente de los gremios, impactando de lleno en las encuestas -que
muestran, todas, en retroceso al mandatario-. Por último, el rechazo a Temer
según todos los sondeos conocidos, demuestra que le será complejo generar
gobernabilidad tras el impeachment (y el anuncio de medidas económicas
antipopulares, como la propia reforma laboral).
9) El desafío más grande
de la izquierda latinoamericana: volver a encantar. Una larga década de
gobiernos también producen algún agotamiento. Es un dato objetivo. Se hace
necesario oxigenar, tanto en discurso como en acciones y propuestas en
concreto. Mostrar que hay alternativas y volver al gobierno en aquellos lugares
donde la derecha avanzó. Darle fuerza a los liderazgos que pueden disputar en
próximas elecciones. Crear grietas y avanzar posiciones en aquellos lugares
donde la disputa aún parece ser entre opciones conservadoras -tal como
demuestran los últimos ballotages en Colombia y Perú, por caso-.
10) La puja de modelos en
América Latina va a seguir. Si no hubo “fin de las ideologías”, y tampoco existió el denominado
“fin de la historia”, ¿por qué habría de existir un “fin de ciclo” continental?
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