El triunfo
de Morena en México ha mostrado las posibilidades y las limitaciones de la
izquierda en el mundo actual. Ha triunfado una fuerza con ese signo porque
tiene una voluntad posneoliberal, está nutrida de diversos movimientos y causas
sociales y una de sus vertientes viene de la causa socialista.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
Los
acontecimientos de México en las últimas semanas, llevan a muchos a reflexionar sobre las
perspectivas de la izquierda en América latina y también con respecto a qué es la izquierda hoy. Desde
la derecha, en una operación ideológica que busca hacer desaparecer a la
izquierda, se dice que hoy no tiene
sentido hablar de derecha e izquierda. Hacer esa distinción no es más “que
repetir un pensamiento que ha sido rebasado por los acontecimientos mundiales y
que está lleno de anacronismo trasnochado”. Cierto es que en apenas cuarenta
años, muchos de los imaginarios, conceptos, fraseología y debates de la
izquierda han quedado rebasados. También es cierto que hoy existen banderas
transversales que son abrazadas por sectores ideológicos disímiles.
Agregaríamos que la izquierda no es un concepto, cuyo contenido sea
esencialmente similar en todos los momentos históricos.
Durante
muchos años, como efecto del surgimiento del movimiento obrero europeo, el
nacimiento de las distintas vertientes socialistas -particularmente del marxismo-, y sobre todo
después del triunfo de la revolución rusa de 1917, la izquierda se convirtió en
sinónimo de anticapitalismo. Los debates se centraron en qué fuerzas sociales
serían las llamadas a hacer la transformación capitalista, quiénes deberían ser
las clases dirigentes, cuál debería ser carácter de la revolución más próxima (democrática popular o
socialista), cuál tendría que ser la estrategia correcta para derrocar al
régimen burgués. El derrumbe soviético y el auge neoliberal volvieron en gran
medida obsoletos todos estos debates. La revolución dejó de tener la actualidad
que Lenin y Gramsci le asignaban, la clase obrera ya no tuvo la centralidad que
antaño ostentaba y las clases se vieron acompañadas de sujetos colectivos cuyas
identidades iban mucho más allá de lo clasista. El planeta dejó de ser visto
como uno en transición al socialismo después del triunfo bolchevique. En lugar de ello, se volvió perentorio enfrentar al capitalismo salvaje que surgió
una vez que los enemigos del capitalismo mordieron el polvo.
En esta
situación es en la cual estamos. El
triunfo de Morena en México ha mostrado las posibilidades y las limitaciones de
la izquierda en el mundo actual. Ha triunfado una fuerza con ese signo porque
tiene una voluntad posneoliberal, está nutrida de diversos movimientos y causas
sociales y una de sus vertientes viene de la causa socialista. Pero su triunfo
ha sido posible entre otros hechos,
porque logró articular un programa político que fue apoyado por las más
diversas tendencias ideológicas, entre ellas una parte de la derecha que se
identificó con la lucha contra la corrupción. Esto hizo posible que una parte
importante de las clases medias y sectores empresariales, abandonaran miedos y
prejuicios y se uniera a este nuevo bloque histórico cuyo horizonte va más allá
de la lucha contra la corrupción. He
aquí una de las lecciones que pueden sacarse de todo este proceso. Los sucesos
políticos de un país son irrepetibles en otro. No obstante ello, al sur del Río
Suchiate convendría examinar el proceso mexicano, y sin hacer calco sino
creación heroica, debería buscarse una
ruta transformadora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario