En
200 años de Republica en el Perú, habrán cambiado los personajes, se habrán
maquillado las instituciones y aceitado vergonzosos discursos sobre transformación
nacional, moralidad y reformas, pero el criminal formato de gobernabilidad
continua vigente operando desde la médula del Estado.
José
Toledo Alcalde / Para Con Nuestra América
Estas líneas van
dedicadas al arte del mercadeo cucufato de la teología y política en el Perú.
En el Perú colonial y neocolonial el quehacer teológico y político – antes de
ser instrumentos de conversión,
transformación, metanoia de lo viejo
a lo nuevo, hacia la creación de nuevos individuos y mundos armoniosos – fueron
usadas, y lo sigue siendo, como herramientas de control mental y enajenación
social. No hay nada nuevo en esto, Marx y otros lo señalaron. La presente no
pretende abordar la visión de la Teología Política según teólogos como J.B. Metz, Ignacio Ellacuría o Carl Schmitt.
La idea es pensar y repensar en posibilidades de cambio sobre estructuras con
base de valores y no en endebles reformas sostenidas en movedizos fundamentos
de antivalores todas estas contrarias a cualquier cultura de la dignidad y
decencia que se pueda promover.
¿Esto quiere decir
que existe una teología y política indecente y aún así es avalada por la
iglesia (evangélica y católica) y el Estado? La respuesta pareciera ser obvia y
gracias a la impune y naturalizada obviedad el Perú, ad portas de sus 200 años de vida republicana, se ha convertido en
una de los laboratorios de la incivilidad más atractivo del mundo del crimen a
nivel global.
La
institucionalidad en el Perú se cae a pedazos. En el país que se vanaglorió de
liderazgo de la democracia en el continente - violando el derecho a la libre
determinación de los pueblos en relación a la Republica Bolivariana de
Venezuela y el respeto a los derechos fundamentales de miles de peruanas y
peruanos - su columna vertebral jurídica
dirigida por el Conejo Nacional de la Magistratura (CNM) ha demostrado la
hedionda esencia de la cual está hecha.
En el Perú, estamos
situados frente a una suerte de dictadura de la corrupción institucionalizada.
Corroído sistema de la impunidad donde los verdaderos poderes manejan el Estado
a su total antojo (OEA, USAID. CONFIEP, ONGs, etc.) El economista y teólogo alemán Franz
Hinkelammert habló de “totalitarismo del mercado”: […] lo que hoy
más nos amenaza. Es un nuevo totalitarismo, que esta vez está formándose y en
gran parte ya formado como totalitarismo del mercado. Las fuerzas que forman
este totalitarismo, no emanan del Estado, sino de los poderes anónimos del
mercado”.[1]
¿Por qué razón esta
suerte de hegemonía de la impunidad no atenta - de facto - contra los principios de los derechos humanos y civiles
del sistema democrático al cual señalamos pertenecer? ¿Por qué razón paladines
de la democracia como el señor Almagro (OEA) no pone el grito en el cielo por
las redes de corrupción institucionalizada en el Perú encabezado por su
“caudillo de la democracia” Pedro Pablo Kuczynski Godard quien estuvo a punto de fugarse del país
tal cual lo hizo en octubre de 1968: “El impedimento de salida del país
presentado por la Fiscalía contra el renunciante presidente Kuczynski
respondería a la existencia de antecedentes de fuga; ya en octubre de 1968,
Kuczynski, siendo funcionario público, se escapó del país, por la frontera de
Ecuador, con rumbo a Miami, luego de retirar del fisco peruano 17 millones de
dólares a favor de la compañía norteamericana International Petroleum Company
(IPC)”.[2]
Los antivalores
económicos, la inversión ética, que el lobista Kuczynski y demás funcionarios
públicos representan ¿por qué no son considerados terroristas,
anti-patrias, por el Establishment,
contrarios a los derechos fundamentales?
Mientras persista
el hegemón como patrón infalible de control, la percepción de la realidad
(hambre, analfabetismo, tráfico humano, especulación económica, muerte
prematura, impune corrupción entidades públicas, miseria salud pública,
desamparo socio-económico a pensionistas, etc., etc.) se encontrará invertida, la luz seguirá
siendo llamada oscuridad y la oscuridad será luz. Por ejemplo como en el caso peruano donde los
criminales gozan de libertad y los inocentes duermen a la sombra de hediondos
calabozos. Como señaló el teólogo uruguayo Julio de Santana: “La inversión
ética es obra de los que se cierran al futuro y tratan de preservar el statu quo. Los resentidos no procuran
crear nada. Nietzsche se refiere a ellos
como nihilistas: tienen el poder de negar y, con ello, promueven el triunfo de
las fuerzas reactivas de la
antivida”.[3]
En el Perú –el
pueblo decente– arde en la hoguera del escándalo por corrupciones de todo
género. Todos los presidentes de la República del Perú de los últimos 30 años
(en realidad son 200 años) se encuentran en el ojo de la tormenta con el caso
Odebrecht y Lava Jato. La complicidad de la estructura empresarial de la
construcción (CONFIEP), hoy impunemente en libertad, amparada por el más podrido sistema judicial,
sale en escena como una de las redes más antidemocráticas existentes. Ampliando
el vocabulario del sistema de defensa nacional, la corrupción debería ser
considerada una acción terrorista contra el Orden Constitucional, Estado de
Derecho y Derechos Fundamentales. Y, los/as corruptos/as, vale decir
terroristas, deberían impostergablemente ser juzgados con penas severas como
cadena perpetua o pena capital por delitos de traición a la patria.
El Perú vive una
enfermedad terminal que lleva más de 200 años. Los crímenes coloniales – reales
y simbólicos - siguen vigentes. La endemia sistémica llega a su máxima expresión
con crímenes de tráfico de influencias, cohecho, extorción, etc., como los
evidenciados en audios realizados al presidente de la Corte Superior de Justicia del
Callao, Walter Ríos; el presidente de la Segunda Sala Penal Transitoria de la
Corte Suprema, César Hinostroza; y los
miembros del Consejo Nacional de la Magistratura Julio Gutiérrez, Guido Aguila e Iván
Noguera, y demás personajes involucrados del mundo del deporte,[4] la
empresa privada,[5]
periodismo[6],
política,[7] etc.
Todo esto conforme a la denuncia emitida por el Instituto de Defensa Legal (IDL
Reporteros).
En
palabras de IDL-Reporteros: “[…] en esta y las siguientes entregas, los tratos
ilícitos perpetrados por algunos de los más altos miembros del sistema peruano
de justicia para beneficiarse a través de una impresionante colección de faltas
y delitos que van desde el tráfico de favores, las trampas en exámenes de
jueces y fiscales, el conflicto de intereses, hasta la manipulación de
sentencias en varios casos judiciales sobre crimen organizado e incluso en por
lo menos un caso de abuso sexual de menores de edad”.[8]
Como
vemos, en 200 años de Republica en el Perú, habrán cambiado los personajes, se
habrán maquillado las instituciones y aceitado vergonzosos discursos sobre
transformación nacional, moralidad y reformas, pero el criminal formato de
gobernabilidad continua vigente operando desde la médula del Estado.
Y, a todo esto ¿Por
qué razón construir la ecuación teología y política en la lectura de la
catástrofe de valores en el Perú?
La invasión de Abya Yala (América) por legitimados y
sacramentados delincuentes ibéricos - en el s. XV - sacralizó el crimen
institucionalizado como método de gobernabilidad. Esta maquinaria criminalmente
operativa fue desarrollada – oleado y sacramentado - bajo la venia de los tres poderes: El Papado,
la Monarquía y las Cortes (teología, política y justicia). La empresa del
saqueo y el crimen religioso, político y militar fue el primer signo de la
malévola globalización del s. XV. Y así, hasta el día de hoy, el andamiaje
criminal del formato colonial (y neocolonial) se mantiene intacto, actualizado,
contextualizado y perfeccionado. En el Perú el crimen institucionalizado fue
considerado un acto de lealtad a Dios y la corona; un verdadero testimonio de
fe. Atrévanse a investigar el perfil religioso de los miembros de las redes del
crimen organizado en el Perú y verán la “sensibilidad espiritual” de cada uno
de estos elementos.
Sin la puesta en
escena de la teología y la política como pilares e instrumentos de control y
legitimización de la invasión, la
empresa colonizadora no hubiese tenido éxito y no lo tendría en su versión
neocolonial en nuestro tiempo. La idea no era, ni es, solo invadir, asesinar y saquear.
La idea siempre fue perpetuarse en la estructura mental del mundo colonizado
programando, de esta forma, la despensa oltre
Atlántico y de allí hacia la eternidad. El Comandante Hugo Chavez Frías
solía decir: “las batallas empiezan en la mente…”. En palabras de José Martí:
“Solamente un pueblo culto puede ser verdaderamente libre”.
Sin Corpus
Christi e Inquisición la lógica
colonial no se podría haber consolidado. La teología colonial, indecente,
aquella del dominio y control de las mentes sometidas adquirió dimensiones
monstruosas. Se asesinó en nombre de Dios, del orden y la justicia. Tal cual al
día de hoy. Te Deum, concordatos,
fiestas patronales, canonizaciones, visitas papales, son actos
teológicos-religiosos que aseguran al statu
quo que el andamiaje neocolonial no caiga en pedazos. Teología del
Capitalismo colonial de alma sanguinaria y adoradora de ídolos de barro. Para
la teología de la colonia era peor la muerte de un “anima sin bautismo” que
matar hombres inocentes. El sacerdote católico español Juan Ginés de Sepúlveda justificó la genocida campaña
colonizadora basándose en teorías del genocidio como las escritas por San
Agustín: “ […] es mayor mal morir un ánima sin baptismo que matar infinitos
hombres aunque inocentes.”.[9]
En
el Perú, como herencia colonial, cada mes a nivel nacional el fervor religioso
se asegura – que al son de procesiones, bandas, pachamancas, cerveza y chicha –
todos los pecados sean perdonados principalmente de las autoridades públicas e
instituciones del Estado que brillan por su absoluta ausencia en menesteres de
interés público y brillan por su exagerada presencia en asuntos de corrupción
de carácter personal e institucional. El Perú sabe que como parte del folclore
religioso del mes morado de Octubre, el Cristo Moreno, es llevado en andas a
cuanta institución pública tenemos en el llamado Tablero de Pizarro. Ser
presidente de la república, congresista o burgomaestre y no cargar al Señor de
los Milagros y recibir la bendición del cardenal de turno no es un buen
negocio.
Y, no es que
seamos contrarios a la espiritualidad de los pueblos. Somos críticos del
formato colonial el cual por un lado refriega en el rostro del pueblo al Cristo
sufriente y por otro se levanta en hombros el tesoro público rematando - al
mejor postor – el erario nacional y
recursos naturales. El ensayista y poeta peruano Manuel González Prada (José Manuel de los Reyes González de Prada y Álvarez de Ulloa)
hizo frente al cómplice accionar de la religión oficial (Iglesia Católica) con
el Estado y grupos de poder hermanados en torno a un solo proyecto: la
atomización del poder de facto y la
completa enajenación y eliminación de las mayorías excluidas y violentadas en
sus fundamentales derechos.
En palabras de
González Prada: “A pesar de los subterfugios, de
las argucias, de los distingos y de las evasivas, no cabe duda que de toda
cuestión social o política surge siempre una cuestión religiosa. El Catolicismo
ha dominado tanto las conciencias, se ha ingerido tanto en la formación de la
sociedad civil, que al emprender una reforma radical nos encontramos frente a
frente de la Iglesia para cerrar el paso en nombre de un dogma, de un canon o
de un derecho consuetudinario… Queramos [,por ejemplo,] oponer la justicia y la
solidaridad al régimen inicuamente egoísta del Capital, y la misma Iglesia nos
dirá que no invoquemos la justicia sino la caridad, que el pauperismo se
resuelve con la limosna o sopa de los conventos, y que al no resolverse, al
proletariado le cumple resignarse y esperar la retribución en el otro mundo”.[10]
Mientras en el Perú, y demás
países neo-colonizados, no se desmorone las bases de la racionalidad colonial
euro-norteamericana (Aníbal Quijano), desenmascarando y erradicando las
herramientas de control mental como son la teología y política (política
económica) - protectoras del Establishment
– seguirá campeando la hegemonía de la indecencia, la impunidad y la corrupción
institucionalizada. A diferencia de la época de González Prada ya no se puede
hablar cuasi exclusivamente de religión oficial. La expansión de iglesias protestantes
o evangélicas – desde el s. XIX – ingresaron a América provenientes de EEUU y
Europa reproduciendo el libreto colonizador-esclavista ibérico del s. XV.
Es así como el proceso de
colonización se desarrolló de la mano de quienes gestionaron el control de las
masas usando la fe como instrumento adormecedor social. En palabras del filósofo y académico costarricense
Arnoldo Mora Rodríguez: “Los principales seculares usarán de la
iglesia en beneficio de sus propios intereses económicos y políticos, a fin de
acrecentar su poder y harán del discurso teológico un instrumento de
legitimación de sus pretendidos derechos, no sin hacer a la jerarquía
beneficiarse de ese mismo poder”.[11]
En el Perú, el proyecto
independentista no acabó con el ciclo opresor. La realeza política fue
desplazada permaneciendo – intocable – el statu
quo religioso por medio del cual siguió presente el reinado colonizador en
manos de criollos y mestizos. La lógica
del Imperio – por más proceso independentista llevado adelante – nunca fue
anulado, más aún existió la sucesión del ente colonizador: de España, Francia,
Portugal a los EEUU y aliados y de los EEUU a las megas corporaciones
financieras, comerciales, productivas, religiosas.
La racionalidad instrumental
(imperial) – subsistente hasta nuestros días – continúa arropándose en
ideologías de control planetario de carácter mesiánico (p.e.: Doctrina del Destino Manifiesto –
Monroe). Lo cual – entre otras acciones - da lugar a desquiciados proyectos
violentistas como el acaecido el pasado sábado 4 de agosto en la ciudad de
Caracas, Venezuela, donde el presidente democrático de la Republica Bolivariana
de Venezuela Nicolás Maduro Moros sufrió un mercenario atentado sin éxito (magnicidio en calidad de frustración).
En el caso venezolano, es la
Iglesia Católica quien – desde la cúpula - se ha posesionado contraria al
régimen bolivariano desarrollando a la perfección el formato teológico-político
colonial al servicio de los grupos de
facto y organizaciones foráneas. Una
de las principales conspiradoras contra el régimen democrático bolivariano
María Corina Machado manifestó en más de una oportunidad su apoyo a la teología
colonial de la Iglesia Católica en Venezuela: “La
Iglesia Católica venezolana ha asumido desde el primer día, con lucidez y
coraje, esta lucha que sabe, es existencial”.
Esta patológica y dogmática
forma de ver la historia es resumida por el filósofo
y académico costarricense Arnoldo Mora Rodríguez: “Un imperio que
posee la verdad y solo se concibe como imponiéndola al mundo entero, a todos
los pueblos. Esto solo puede lograrse mediante una concepción teológica, dentro
del marco de una religión de carácter soteriológico, mesiánica y, al mismo
tiempo, abocada como su misión más importante, a la salvación de la totalidad
de los pueblos”.[12]
Mientras
persista un quehacer teológico monoteísta y una praxis política opresora el
proyecto colonizador global proseguirá arruinando el planeta. Mientras existan
lobos vestidos de ovejas que vendan la mentira como verdad y se entornillen en
lucrativos curules parlamentarios y judiciales, el proyecto colonizador global
proseguirá arruinando el planeta. Destruyendo todo vestigio de vida. Mientras
exista la percepción mercantilista de la política, la economía y la religión
sin lugar a dudas la poca reserva de humanidad existente se extinguirá en
tiempo relámpago.
Solo un “buen
creyente”, dogmático y fundamentalista puede llegar a ser un extraordinario
político corrupto y viceversa. A la luz de lo sucedido en el Perú, un país
demolido por un sistema putrefacto sistemáticamente, podríamos ensayar sobre
una teología del milagro desde la
perspectiva del statu quo. Donde lo
imposible puede volverse posible: cometer crímenes y vivir en libertad,
multiplicar riquezas de origen mal ávido y ser condecorado a pesar de ello,
ganar presidencias de la república de la mano de gánsteres y recibir todo el
respaldo de organismos internacionales, hacerse millonarios por medio de cargos
públicos, etc. Todas estas distorsionadas materializaciones del éxito humano
son resultado de una fe, de una espiritualidad, de un racionamiento teológico y
político fetichista, herencia de una lógica colonial aún sin erradicar.
Sea cual fuere
el tinte político del gobierno de turno, siempre y cuando no existan signos reales
de cambio de paradigma, el cual incluye el reconocimiento a las diversidades y
el derecho irrestricto del ser humano, y toda expresión de vida, al paradigma
de la ética del buen vivir (Sumaq Kawsay,
Suma Qamaña) - como acto
descolonizador - el ciclo dialéctico entre opresores y oprimidos persistirá
autodestructivamente en el tiempo. Y, todo esto por más teología, filosofía,
política o economía de la liberación que pueda ensayarse en los claustros
académicos.
[1]
Franz J. Hinkelammert. ¿Quieren el
mercado total? El totalitarismo del mercado. Fuente: file:///C:/Users/jose/Downloads/el%20totalitarismo%20del%20mercado%20y%20el%20mercado%20total2%20(7).pdf.
Revisado: 07/08/18.
[2]
Diario UNO. PPK se fugó por primera vez en un Volkswagen. En: http://diariouno.pe/ppk-se-fugo-por-primera-vez-en-un-volkswagen/. Revisado: 06/08/18.
[3] Julio de Santana. La práctica económica como religión. Critica
teológica a la economía política. San José, C.R.: DEI, p. 72, 1991.
[4]
IDL- Reporteros. Los invitados a la
fiesta de Oviedo. En: https://idl-reporteros.pe/invitados-a-lafiesta-de-oviedo/.
Revisado: 06/08/18.
[5]
IDL- Reporteros. Como viajar a Rusia.
https://idl-reporteros.pe/como-viajar-a-rusia/.
Revisado: 06/08/18.
[6]
IDL- Reporteros. El almuerzo de Cesar
Hinostroza con Aldo Mariátegui. En: https://idl-reporteros.pe/el-almuerzo-de-cesar-hinostroza-con-aldo-mariategui/
. Revisado: 06/08/18.
[7]
IDL- Reporteros. ¿Aló,
Becerril? En: https://idl-reporteros.pe/llamadas-a-becerril/;
Dialogo de Mulder con Hinostroza. En:
https://idl-reporteros.pe/dialogos-de-mulder-con-hinostroza/.
Revisado: 06/08/18.
[9] Lewis Hanke et al. Tratados
de Bartolomé de las Casas.
México: Fondo de Cultura Económica, p. 319, 1965.
[11] Arnaldo Mora Rodríguez. La Filosofía Latinoamericana. Introducción
Histórica. San José, C.R.: EUNED; p.161, 2006.
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