Venezuela
es el blanco número uno de los Estados Unidos en el continente. Su aliado
subordinado principal es Colombia. Desde allí seguirán las preparaciones de
ataques en un escenario donde ninguna posibilidad puede ser descartada. Todos
lo vimos en pantalla.
Marco Teruggi* / Página12
Quisieron
asesinar a Nicolás Maduro. La operación fue realizada durante un desfile por el
81 aniversario de la Guardia Nacional Bolivariana en el centro de Caracas. El
presidente daba un discurso cuando dos drones cargados con material explosivo
–habría sido C4– fueron interceptados. El estallido activó el mecanismo de
seguridad presidencial y provocó un momento de dispersión del desfile. La
transmisión televisiva fue cortada. Siete Guardias resultaron heridos.
La
confirmación de lo sucedido vino por parte del ministro de comunicación y del
mismo presidente. Explicó en cadena nacional los hechos, elevó la autoría
intelectual del intento de asesinato a nivel internacional, señaló a Juan
Manuel Santos como responsable. Colombia, la principal base de acción de los
Estados Unidos (EEUU) en el continente, nuevamente en el centro del escenario.
La
acción fue reivindicada por sus supuestos autores. Un comunicado fue leído
desde Miami por la opositora Patricia Poleo, defensora de la tesis de que solo
se podrá terminar con el chavismo mediante la violencia armada. La acción
llevaría por nombre Operación Fénix, dirigida por oficiales, suboficiales,
soldados activos y en reserva de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Fanb)
Desde otra cuenta de Twitter, @soldadosdfranela, también hubo una adjudicación
del hecho, bajo una acción que habría sido civil y militar.
Fue
un intento de magnicidio, como varias veces se había denunciado que podría
darse, según planes descubiertos.
El
hecho resultó sorpresivo, a la vez que era una posibilidad dentro de las
lógicas/formas del conflicto en Venezuela. El repertorio de acción de quienes
buscan terminar con el chavismo abarca todos los métodos: ataque/bloqueo sobre
la economía, aislamiento y criminalización diplomática, cerco mediático,
elecciones, golpe de Estado desde sectores de la Fanb, insurrección con
despliegue paramilitar combinado con un quiebre militar, preparación de un escenario
de intervención internacional conjunta.
La
posibilidad electoral quedó descartada luego de la última victoria presidencial
de Maduro, las hipótesis apuntaban y apuntan hacia intentos de fuerza por las
tres vías: Fanb, grupos irregulares, internacional, una combinación de las
formas.
Un
repaso de los últimos meses indica que se habían desactivado intentos al
interior de la Fanb, así como de grupos armados compuestos de civiles y
desertores. En el primer caso un hecho notorio fue la desarticulación del
Movimiento de la Transición al Pueblo en marzo de este año, que tenía epicentro
en batallones claves de la Fanb, como el Batallón Ayala, en pleno Caracas. Otro
fue la acción dada a conocer a posteriori por el portal Bloomberg, la Operación
Constitución, que, afirmaron, debió haberse realizado antes de las elecciones
presidenciales para impedir los comicios y secuestrar al presidente.
Un
recorrido por los últimos tres años muestra cómo de manera periódica son
desarticuladas tramas golpistas desde dentro de la Fanb, siempre con una
conexión internacional, una triangulación principal EEUU-Colombia-Venezuela.
En el
segundo caso, grupos armados desarrollados por fuera de las Fanb, el hecho más
notorio fue el de Oscar Pérez, quien había aparecido en julio del 2017 con un
ataque con granadas desde un helicóptero sobre el Ministerio de Interior y
Justicia, y el Tribunal Supremo de Justicia. Él, junto al grupo que lideraba,
cayeron a principios de este año: estaban en su escondite con armas robadas en varias
acciones militares –la última a finales del 2017– y dispararon contra los
cuerpos de seguridad del Estado que fueron a detenerlos. Fue presentado como
héroe y mártir por la prensa internacional.
Oscar
Pérez murió, no así el intento de construcción de un brazo armado que tiene
múltiples conexiones, en particular con el paramilitarismo infiltrado durante
años que, entre abril y julio del año pasado, entró en acción y asaltó
cuarteles militares, comisarías, pueblos enteros durante días.
El
intento de magnicidio podría ser una combinación de ambas variables: desde
dentro de la Fanb, así como con despliegue de los grupos entrenados y
financiados para acciones de este tipo. Ya han comenzado a darse arrestos.
El
hecho se dio en una etapa donde la derecha venezolana atraviesa una de sus más
profundas crisis. Incapaz de volver a ponerse de pie luego de la derrota
política que le implicó la Asamblea Nacional Constituyente hace un año y pocos
días, ha perdido elección tras elección, y ahondado su falta de credibilidad
dentro de su misma base social. Líderes sin liderazgo, unidades rotas,
incapacidad de retomar las calles, de acertar en la estrategia.
Una
acción de este tipo podría pensarse como desencadenante de otras en caso de
lograr el objetivo, una oleada de voluntad ahí donde ha sido quebrada, una
activación de asaltos ante el “vacío de poder” hasta acceder al Palacio de
Miraflores. La derecha necesita un episodio que vuelque el curso de los
acontecimientos que, de seguir así, anuncian la permanencia del chavismo en el
gobierno por el tiempo que dure el mandato electoral. La hipótesis del
estallido popular debido a la presión de las variables económicas es una
posibilidad lejana, puede no llegar nunca. No pueden descansar en esa variable.
El
intento de magnicidio no logró su objetivo. Fortaleció allí donde existían
dudas: se había nombrado varias veces el intento de una acción de este tipo.
Esta vez el lobo llegó.
Resulta
clave comprender la lógica del conflicto para anticiparse a lo que pueda
suceder. ¿Cuántas acciones similares a esta logró desactivarse antes de que se
accionaran? El chavismo se enfrenta a una estrategia que combina todas las
formas posibles de ataques, las que en otros países del continente aparecen
solo en una o dos de sus dimensiones. En Venezuela golpean por asaltos, de
forma conjunta, separada, por etapas, por todos los ángulos. Los drones sobre
el presidente fueron una más, una alerta con alta carga simbólica.
Venezuela
es el blanco número uno de los Estados Unidos en el continente. Su aliado
subordinado principal es Colombia. Desde allí seguirán las preparaciones de
ataques en un escenario donde ninguna posibilidad puede ser descartada. Todos
lo vimos en pantalla.
*
Sociólogo argentino radicado en Venezuela.
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