Con
el atentado del pasado sábado [4 de agosto] se ha incorporado en la lucha por
el poder en Venezuela el método de acción que encaja en lo que se conoce como
terrorismo.
Leopoldo Puchi / El Universal
Otros
eventos que han tenido lugar en el país con anterioridad pudieran catalogarse
de forma genérica como violencia política, pero el intento de asesinato del
Presidente y el estallido de explosivos en drones durante un acto público y
masivo transmitido por televisión, reúne todos los elementos que caracterizan
una acción terrorista.
Y,
precisamente, por el carácter terrorista del acontecimiento es que destaca, de
forma muy notoria, la ausencia de una clara condena del atentado por parte de
los factores opuestos al gobierno venezolano, tanto internos como externos.
Una
actitud sinuosa de peligrosas implicaciones porque sugiere que se le brindaría,
en alguna medida, validación al uso de esta forma de actuación armada al
realizarse en el contexto venezolano.
Unión Europea
No es
usual, por ejemplo, que la Unión Europea, que le ha conferido prioridad a la
lucha contra el terrorismo, no haya condenado sin medias tintas la utilización
de este método y que haya evitado mencionar los hechos por su nombre.
Tal
vez se estima que debe hacerse una excepción al tratarse de Venezuela, aunque
no se conocen explicaciones oficiales que sustenten esta actitud
condescendiente.
O
quizás se trata de una inhibición por un desliz circunstancial. En todo caso,
un asunto delicado, puesto que las ambigüedades debilitan la capacidad de los
Estados para enfrentar el terrorismo. Recordemos que ya para 1999 la Asamblea
General de Naciones Unidas proclamaba que “los actos criminales encaminados o
calculados para provocar un estado de terror en el público general, un grupo de
personas o personas particulares para propósitos políticos son injustificables
en cualquier circunstancia, cualesquiera que sean las consideraciones
políticas, filosóficas, ideológicas, raciales, étnicas, religiosas o de
cualquier otra naturaleza que puedan ser invocadas para justificarlos”.
Entendimientos
Habría
que añadir que el evento ha tenido lugar en el momento preciso en que factores
políticos nacionales e internacionales han planteado la inminencia de una
transición forzada que tendría como vectores de su concreción una implosión
social y una exacerbación de las tensiones desde la vecina Colombia.
Frente
a esta posible evolución de los acontecimientos, le corresponde al Gobierno
abrirse al diálogo con todos los sectores que sean partidarios de la lucha
política pacífica, en lugar de una reacción de cierre sobre sí mismo. Y, sobre
todo, debe mantener con firmeza el nuevo rumbo económico adoptado y avanzar
todavía más en la flexibilización para impulsar la actividad productiva.
En
cuanto a la oposición democrática, le corresponde condenar el terrorismo y
reforzar la debilitada institucionalidad del país, comenzando por la
institución del voto, en la perspectiva de acuerdos de entendimiento y
convivencia.
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