Celebran los conquistadores, se
regocijan de haber tenido la posibilidad de imponerse, de haberse acomodado en
las tierras de otros, de haber llevado, en algunos casos, casi al borde de la
extinción a los pueblos avasallados, de haber usufructuado el producto de su
fuerza de trabajo, de haber saqueado las riquezas de sus territorios.
Rafael
Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica
Al encuentro pacífico entre colonos europeos y los wampanoag, le seguiría una guerra de exterminio contra las poblaciones originarias de norteamérica. |
El jueves pasado, 21 de noviembre, se
celebró como todos los años en los Estados Unidos, el Día de Acción de Gracias.
Es una de las más importantes fiestas nacionales de ese país y, tal vez, la
fiesta familiar más significativa del año. Se celebra el agradecimiento de los
colonos europeos que llegaron en el barco Mayflower a la actual Plymouth, en el
estado de Massachusets, donde se encontraron una tierra arrasada por las
enfermedades que habían sido propagadas por los anteriores europeos que habían
pisado el lugar. Pero tuvieron la fortuna de encontrarse con
"supervivientes" que les enseñaron a vivir en las hostiles
condiciones con las que se encontraron.
Los europeos, ya desde ese momento
“colonos”, es decir, gente que llegaba a poblar la tierra en la que les estaban
enseñando a sobrevivir, agradecieron al dios de los cristianos, su dios, el
dios cuyo culto habría de imponerse no solamente en el actual Plymouth, sino en
todo el continente recién “descubierto”.
Celebraron su agradecimiento con un
pavo, ave americana que aprendieron a comer gracias a las enseñanzas de la
gente de la comunidad de Wampanoag que los acompañarían y servirían de guías
para que conocieran y aprendieran a cultivar el maíz con el que acompañaron la
comida del pavo.
El recibimiento abierto y bueno que
recibieron los europeos que desembarcaron del Mayflower se repitió en muchas
otras partes del actual continente americano. El mismo Cristóbal Colón alaba en
su diario de navegación sus maneras gentiles y el amigable recibimiento que le
hacen a él y sus hombres en las primeras islas del Caribe que pisan. Eran
hombres y mujeres que, inmediatamente, el europeo se dio cuenta que debían ser
transformados para que sirvieran a sus fines, o debían ser eliminados para que
no les estorbara.
En la América hispana, a pesar del
pogromo que fue la conquista, al final prevaleció el interés por utilizarlos
como fuerza de trabajo. En los Estados Unidos, el empuje de la civilización
occidental significó el arrasamiento de las poblaciones nativas. En ambos
casos, se trató del proceso de desarrollo del capitalismo europeo que, en su
expansión fuera de los límites de Europa, buscaba encontrar nuevas formas de
valorificación del capital.
En ambos casos, el período de empatía
propiciado por la bienvenida desprevenida de los indígenas terminó pronto. Las ansias por encontrar
metales preciosos, aprovecharse de las tierras cultivables, los bosques y la
fuerza de trabajo, desembocaron rápidamente en abusos intolerables que
provocaron la indignada reacción de los nativos americanos. Si alguien tenía
algo que celebrar, hacer una comida de acción de gracias, eran los vencedores,
los que llegaron de afuera y pretendieron eliminar lo ya existente e imponer
nuevas formas de vida. Para los nativos, las dos fechas emblemáticas de esa
celebración, el Día de Acción de Gracias y el 12 de octubre, no pueden ser sino
días de luto.
Las celebraciones de ambas fechas son
emblemáticamente representativas de la prevalencia, hasta nuestros días, de un
orden injusto. Celebran los conquistadores, se regocijan de haber tenido la
posibilidad de imponerse, de haberse acomodado en las tierras de otros, de
haber llevado, en algunos casos, casi al borde de la extinción a los pueblos
avasallados, de haber usufructuado el producto de su fuerza de trabajo, de
haber saqueado las riquezas de sus territorios.
Celebran hoy porque, en esencia, las
estructuras que se fraguaban en el momento en que sucedieron los hechos que se
transformaron después en emblemáticos, siguen prevaleciendo en el mundo.
Como en otras ocasiones se ha dicho en
relación a la fecha del 12 de octubre, y ahora hay que decirlo también para el
Día de Acción de Gracias: no hay nada que celebrar.
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