Ahora, Inglaterra y los
Estados Unidos “patean la escalera” y sermonean a la periferia capitalista
subdesarrollada que todo lo que ellos hicieron
no son sino “malas políticas económicas”. El neoliberalismo nos lo
pregona en los grandes medios de comunicación electrónicos e impresos,
y la mentira repetida millones de veces
se convierte en el dogmatismo neoliberal.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
En 1841 el economista
alemán Friedrich List (1789-1846), publicó un libro que llevaba por título “The
National Sistemy of Political Economy” en el que criticó duramente a
economistas y políticos que como Adam Smith
y William Pitt (el viejo) sostenían que el libre cambio era el camino
del éxito en el desarrollo industrial. En realidad lo que había practicado Inglaterra era lo contrario: el
proteccionismo industrial evitando la competencia de otros países industriales
en el propio país. Lo que hacían los
defensores del libre cambio que además recetaban o imponían a los países no
industrializados, no era sino “patear la escalera” por donde ellos habían
subido al éxito económico. En su
libro Pateando la escalera
(2002) (la traducción española es de Juan Pablos Editor, México 2011), el profesor de origen coreano de la
Universidad de Cambridge, Ha-Joon Chang, no ha hecho sino seguir las huellas de List
en el contexto del combate al neoliberalismo en el siglo XXI.
Chang demuestra en su
libro que a excepción relativa de Suiza, Bélgica y Holanda, todos los demás
países alcanzaron el estatus de países del primer mundo o
países desarrollados, haciendo exactamente lo contrario de lo que ahora nos ha
recetado el Consenso de Washington y lo que se impone en los Tratados de Libre
Comercio. El camino de la industrialización de Inglaterra, Estados Unidos,
Alemania, Francia, Japón, España, Suecia,
Austria, Dinamarca y recientemente Corea del Sur y Taiwan no se asentó
en el libre cambio y la ausencia de intervención estatal como han pregonado los
historiadores económicos neoliberales. La obra de estos últimos no son sino
verdades parciales en el mejor de los casos, mentiras plenas en el peor de los
mismos. Lo que originó el desarrollo industrial de los actuales países del
primer mundo, fue una combinación de proteccionismo a su industria naciente y
una activa intervención estatal en lo que Chang llama “Políticas
intervencionistas en Industria, Comercio y Tecnología” (PICT).
Inglaterra en el siglo
XVIII y luego en la tercera década del XX, Estados Unidos en el siglo XIX,
Alemania, Suecia, España a fines del XIX principios del XX, Francia, Corea y
Taiwan en el siglo XX combinaron altos impuestos a productos industriales que
provenían de otros países y un intervencionismo estatal que se expresó en
políticas tales como: inversiones públicas en infraestructura vial e
industrial, creación de empresas
estatales, inversiones mixtas entre Estado e iniciativa privada, prohibición de
emigración a trabajadores calificados, prohibición de exportación de maquinaria
con tecnología de punta, fuerte inversión en educación pública e investigación,
espionaje industrial dirigido desde el Estado, patentes de inventos hechos en otros países (plagio), eliminación de
impuestos a materias primas y maquinaria usadas en las industrias nacientes,
protección a monopolios, creación de cárteles, planificación estatal, créditos
dirigidos a industrias, prohibición de exportación de materias primas que
servían a las industrias a otros países. Los países más proteccionistas en toda
esta historia fueron Inglaterra y Estados Unidos.
Ahora estos países
“patean la escalera” y sermonean a la periferia capitalista subdesarrollada que
todo lo que ellos hicieron no son sino
“malas políticas económicas”. El neoliberalismo nos lo pregona en los grandes
medios de comunicación electrónicos e
impresos, y la mentira repetida millones
de veces se convierte en el dogmatismo
neoliberal. El mundo ideal de la globalización neoliberal es que la periferia
capitalista se desangre entregando sus recursos naturales, ofreciendo mano de
obra barata y dedicándose a producir en el mejor de los casos bienes de
consumo.
El mérito de Ha-Joon
Chang es que en un libro relativamente
breve, desmantela de manera demoledora las patrañas neoliberales. Agrega
argumentos para construir un programa nacional popular y nos ofrece claves para
entender lo que actualmente acontece en Latinoamérica.
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