Una flor viajaba en mi
sangre.
Mi corazón era un violín.
Quise o no quise. Pero a
veces
me quisieron. También a
mí
me alegraban: la
primavera,
las manos juntas, lo
feliz.
¡Digo que el hombre debe
serlo!
(Aquí yace un pájaro.
Una flor.
Un violín.)”
Juan Gelman (“Epitafio”).
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