El único derecho que no pueden quitarnos es la creación estética del
lenguaje poético que se expresa en: el verso,
discurso, teatro, canto danza, novela ,cuento y en la lucha politica
por la liberación de los pueblos.
Juan Almendares* / Especial para
Con Nuestra América
Desde Tegucigalpa, Honduras
Al caminar por las playas hondureñas
del mar Caribe, se despertó la imaginación sobre la malacología (la ciencia que
estudia los moluscos; los seres mas
abundantes de la naturaleza después de los artrópodos. El caracol en su lento
andar con un solo pie conquista el
horizonte donde se abrazan la
infinitud del océano y del tiempo.
La protección del caracol son los movimientos miméticos de su lenguaje
corporal y la defensa del ser humano es la palabra. No fue el caos o el orden
de las palabras la alegría del espíritu.
Fue la unidad de ambos: símbolo armónico
del alma poética.
De pronto mi imaginación tropezó con ellas, algunas reptantes,
resbaladizas ante la verdad. Otras eran
la verdad misma. Quise asirlas con la razón utilitaria para descubrir la verdad
y no pude guardarlas en mi corazón porque eran fluidas , fuertes y libres como
la pasión de los huracanes caribeños .
Las perseguí sin alcanzarlas y se ocultaron en la profundidad del mar.
Al flotar mi cuerpo pude
percibir que vibraba con el dulce canto
de las caracolas: “Las palabras son libres al viajar en las olas del canto a la vida que vuela en el alma del
colibrí. El amor no se compra ni se vende. Es la expresión del gozo agitador
del movimiento espiritual y material
de la vida”.
La violencia imperial es el arma que frena el pensamiento libertario y
amordaza el ímpetu del amor.
La ternura libera la emoción reprimida y desata la inteligencia
del corazón; la “poesis” imaginativa del
pequeño colibrí o la encantadora
mariposa.
La palabra cuando tiene el poder de la imaginación es tierna,
espontánea y prístina Se torna viva, y
mágica.
En la soledad bulliciosa de las “megalópolis imperiales” no se escucha el canto de las
caracolas y los buitres se alimentan de la miseria de los
pueblos.
Las palabras se tornan asesinas, sirven para comprar y manipular la conciencia de gobernantes y clases
poderosas. Primero conmueven, con promesas y regalías; segundo: imponen por la fuerza de las armas: la ideología hegemónica, mediática , teológica y
educativa. Tercero: persuaden al legitimar socialmente la guerra total de las “democracias militarizadas”.
Son las formas de la violencia extrema insensibles al dolor humano y
de la Madre Tierra: hambre, tortura, masacres, desgarro de la cultura, invasión
de los territorios, extractivismo minero y agroexportador, limpieza social,
femicidio y crímenes del odio contra la diversidad sexual.
Cuando los pueblos y sus dirigentes
se colocan, sitúan y posicionan en función de los intereses colectivos y
no de la arrogancia autocrática, vertical e individualista; los seres organizados son insobornables;
se apropian: de la conciencia practica
de la libertad de la palabra al construir la autentica esperanza mediante: la
organización, resistencia, y la
movilización social transformadora
de la realidad.
Aplaudamos la magia de las
palabras. Sobre todo aquellas que son peligrosas para el sistema patriarcal,
racista, explotador de la naturaleza y de la humanidad.
Profundicemos en la historia que retroalimenta el pasado,
presente y futuro inseparable de la técnica , la ciencia la imaginación creadora y poética.
Celebremos la memoria
histórica de la conciencia de mártires,
héroes y heroínas . El derecho a la verdad , el derecho a ser libres , el
derecho a soñar la ternura de la revolución.
En la infinita unidad del
espacio y el tiempo caribeño “el tierno
aleteo de los colibríes lucha contra las garras
de los halcones imperiales”.
Tegucigalpa, 19 de Enero 2014
*Ex Rector de la Universidad
Nacional Autónoma de Honduras(UNAH). Defensor de los derechos humanos
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