sábado, 11 de enero de 2014

La soledad latinoamericana

América Latina vivió la soledad de los años 1990, cuando solo existía en los procesos de privatización y en las crisis financieras. Aparte de eso, solo noticias deportivas o una que otra elección que escogía nombres distintos para el mismo tipo de gobierno, hablaban del continente fuera de sus fronteras.

Emir Sader / ALAI

Era una soledad con las promesas de que la vía escogida entonces sería la de la integración en la globalización. Uno que otro mandatario, como Fernando Henrique Cardoso, era invitado a alguna cumbre de la llamada “tercera vía”, para demostrar que todavía quedaba algo de vida inteligente en el Sur del mundo.

Pero en general eran personajes despreciados – como Carlos Menem, Alberto Fujimori, Salinas de Gortari, Fernando Collor de Mello, Fernando de la Rua -, justamente porque aceptaban, de forma sumisa, los dictámenes del FMI, del Banco Mundial, de la OMC, con la esperanza de que la globalización trajera a nuestros países mas que capitales especulativos y sus respectivas crisis.

Hoy Latinoamericana vive de nuevo en soledad. Pero otro tipo de soledad. Varios de sus gobiernos despliegan políticas posneoliberales, a contracorriente de los vientos que vienen del centro del capitalismo, que siguen siendo vientos neoliberales. Así, estos gobiernos logran escapar de la recesión impuesta a los países del centro del sistema y que se reproducen en tantos otros de la periferia: varios en la misma América Latina.

Aprendiendo de las mismas experiencias europeas, esos gobiernos reaccionaron frente a la larga y profunda crisis generada en los países del Norte, han puesto en práctica políticas anticíclicas, que nos han permitido defendernos de la recesión. Mientras, paradójicamente, en Europa se intensifica la recesión con medidas de corte ortodoxo.

Con esas políticas, países latinoamericanos como Argentina, Venezuela, Brasil, Uruguay, Ecuador, Bolivia, no solo han resistido a la recesión, sino que han disminuido la desigualdad, la pobreza y la miseria, mientras éstas aumentan en Europa, Estados Unidos y Japón.

Por eso esos gobiernos, integrados en procesos propios de intensificación de sus relaciones, están, sin embargo, aislados respecto a otras regiones del mundo. Hay un intenso mercado con China, es cierto, pero ello no ha significado, hasta ahora, la creación de una fuerza política que proponga alternativas al agotado neoliberalismo.

Existen, es cierto, los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que han tomado importantes iniciativas, especialmente la más reciente creación, por ejemplo, de un banco propio de financiamiento y apoyo a  los países emergentes. Pero los Brics no han definido todavía una política y un marco de alianzas que pueda congregar al conjunto del Sur del mundo.

García Márquez decía, en su extraordinario discurso de recibimiento del Nobel de literatura, que los otros aceptan la originalidad de la creación artística de nuestros países, pero se resisten a aceptar que nosotros desarrollemos esa misma creatividad para definir nuestros destinos. Ahora esos países han encontrado el camino para, de forma original y creativa, construir el destino latinoamericano. Nos encontramos un destino común, aunque, todavía al precio de vivir una nueva soledad. Pero, por lo menos, la vivimos con sociedades más solidarias, menos desiguales, soberanas.
                      

-Emir Sader, sociólogo y cientista político brasileño, es coordinador del Laboratório de Políticas Públicas da Universidade Estadual do Rio de Janeiro (UERJ).

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