“La transformación social pasa por la organización
de los oprimidos y los explotados. Se trata de una pelea contra esa atomización
individualista, esa guerra de todos contra todos del espíritu del capitalismo”,
explica en esta entrevista el intelectual brasileño.
Diana Fuentes y Víctor Neves /
Marxismo Crítico y Rebelion
Michael Lowy. |
Michael Löwy es uno de
los más importantes pensadores marxistas actuales. Su basta obra, desde La
teoría de la revolución en el jóven Marx (1970) hasta su último La cage
d’acier: Max Weber et le marxisme wébérien (2014), abarca temáticas muy
diversas como el romanticismo, la sociología marxista o el ecosocialismo. El
sociólogo y filósofo de origen brasileño recibió una parte del equipo de Marxismo Crítico en su apartamento de Paris para discutir
sobre su enfoque romántico-revolucionario en Marx y su propuesta ecosocialista.
DF: Nos gustaría empezar
por destacar el trabajo que llevas haciendo desde hace muchos años, que entre
otras obras has plasmado en el libro “Rebelión y melancolía. El romanticismo
como contracorriente de la modernidad”, escrito con Robert Sayre hace más de 20
años, y donde abordas una cuestión que a nuestro modo de ver plantea una fértil
lectura de Marx. ¿De qué manera podemos pensar que Marx es un romántico? ¿Es
Marx un romántico?
ML: Planteado de esa
forma sencilla y directa, la respuesta sería no. Marx no es un romántico. En realidad
la posición de Marx hacia el romanticismo él mismo la resume muy bien en un
pasaje de los Grundrisse , fundamentos para la crítica de la economía política
de 1857-1858, primer manuscrito de El Capital que quedó inacabado. Ahí Marx
plantea que en el pasado existían formas de vida social mucho más llenas de
autenticidad, desde el punto de vista de la plenitud de la vida y que querer
volver a esa plenitud como plantean los románticos es absurdo. No podemos
volver al pasado. Pero quedar en el vacío presente como proponen los ideólogos
de la burguesía es insoportable . En tanto que la crítica de los románticos a
la civilización burguesa tiene su legitimidad en nombre del pasado, los
burgueses no tienen como contestarla. Por eso la crítica romántica seguirá
existiendo como una sombra de la burguesía hasta que ésta desaparezca. Creo que
ahí está todo dicho.
Marx reconoce al mismo
tiempo la legitimidad de la crítica romántica de la burguesía y la distancia
crítica respecto a la ilusión romántica de poder volver atrás, junto al hecho
que mientras exista el capitalismo y la sociedad burguesa existirá su crítica
romántica. Este es el planteamiento acertado que define bien la posición de
Marx.
Entonces, Marx no es un
romántico. Es alguien que trató en su obra de desarrollar una superación
dialéctica en el sentido de la Aufhebung hegeliana, una superación dialéctica
de la oposición entre romanticismo e ilustración. Es decir, toma elementos de
los dos, critica sus limitaciones y trata de proponer una alternativa superior,
representada por la dialéctica marxista. Esto como primer elemento de
respuesta. Marx no es un romántico, pero reconoce la legitimidad de la crítica
romántica de la sociedad burguesa. Por eso, Marx se apropia del pensamiento de
los críticos románticos del capitalismo desde los reaccionarios hasta los más
progresistas, que también los hay. No son todos reaccionarios, existe una
izquierda romántica, socialista, anarquista o comunista. Una izquierda
romántica que no quiere volver atrás sino que quiere dar una vuelta por el
pasado en dirección al futuro.
Pero Marx también se
interesa por los críticos reaccionarios y toma de ellos la parte crítica
mientras rechaza sus planteamientos regresivos respecto al pasado. Hay un
montón de ejemplos de este tipo. Para empezar con la economía política:
Sismondi, a quien Marx se refiere en diversos momentos. En el Manifiesto
Comunista hay un capítulo sobre Sismondi, en el que lo llama pequeño burgués,
reaccionario, etc., pero en el que dice que fue Sismondi el primero en plantear
que el capitalismo significa crisis, pauperización de los campesinos,
destrucción de las personas por la división del trabajo, etc. Hace un listado
de críticas al capitalismo que son casi todas las que Marx mismo va a retomar.
Hay una especie de homenaje en varios escritos de Marx, como en su historia de
las teorías de la plusvalía, donde va a retomar a Sismondi distanciándose de
sus ilusiones pequeño burguesas y su reivindicación de volver al artesanado del
pasado, interesándose por su crítica del capitalismo.
Lo mismo vale para
escritores como Balzac, que era un reaccionario, legitimista, que quería
restaurar la monarquía absoluta, pero la manera como analiza la sociedad
burguesa es muy importante para Marx y para Engels. Los dos dicen que aprendieron
más sobre lo que era la sociedad burguesa leyendo a Balzac que muchos tratados
de economía política y estadísticas. Entonces, hay también un homenaje a
Balzac.
Primer elemento a
retener: el romanticismo o la crítica romántica del capitalismo, es una de las
fuentes del marxismo, junto con la economía política inglesa, el socialismo
francés y la dialéctica hegeliana. Ha sido una fuente ignorada, normalmente se
habla de las otras tres pero hay también una cuarta. En segundo lugar, destacar
que en la misma obra de Marx y Engels hay algo que yo llamo el momento
romántico o dimensión romántica, esto es, una serie de argumentos en los que
Marx, por citar el ejemplo de un pasaje famoso de la Miseria de la filosofía ,
argumenta como cosas que en el pasado se intercambiaban o se regalaban entre
individuos como el amor, la amistad, el honor, la solidaridad, la fraternidad,
etc., ahora en el capitalismo se han convertido en mercancías que se llevan al
mercado para vender por su precio; es lo que se puede llamar la venalidad
universal: todo se ha transformado en mercancía. Se trata de una crítica que se
refiere al pasado; en el pasado precapitalista hubo valores humanos que ahora
están desapareciendo, lo que no significa que Marx quiera volver al pasado, pero
es claramente una crítica que se apoya en el pasado. O cuando Engels, en El
origen de la familia, la propiedad privada y el Estado , habla de la dignidad
del hombre en la comunidad primitiva. Todos esos elementos están presentes en
Marx y Engels, claro, sería largo desarrollarlos ahora, se puede simplemente
indicar que hay una vena, un momento romántico, que es parte del pensamiento de
Marx y Engels y del marxismo y que lamentablemente se ha dejado a un lado.
No es el único enfoque,
ni mucho menos, sino que está articulado con elementos que vienen de la
ilustración, la racionalidad y la ciencia. Se encuentran los dos
planteamientos; es lo que Ernst Bloch llama la corriente fría y la corriente
cálida del marxismo. La corriente fría hace referencia a la ciencia, al
análisis despiadado de la realidad capitalista. La corriente cálida es la
utopía, el sueño, el momento romántico. Bloch presenta la necesidad de los dos,
pero situando la corriente fría y el análisis científico, al servicio de la
corriente caliente, del sueño y de la utopía.
DF: ¿Qué vigencia le
podemos dar hoy a este enfoque?, ¿de qué modo se puede presentar en el momento
actual en el que hay una suerte de regreso al marxismo, en el que los círculos
de investigación marxista están actualizando ciertas discusiones y otras están
siendo cuestionadas?, es decir, ¿qué sentido tiene hoy para ti enfatizar este
enfoque, partiendo de la alusión a Bloch de la corriente cálida del marxismo y,
particularmente, en aquello que tiene que ver con el romanticismo?
ML: Primero, creo que
este enfoque es importante para rescatar en la historia del marxismo la
presencia de una corriente marxista cálida. No podemos entender la historia del
marxismo en el siglo XX y hasta hoy sin tener en cuenta que existió, dentro del
marxismo, una corriente que se reclama del romanticismo, que se autodefine
romántico-revolucionaria. Esa corriente incluye a Ernst Bloch, Walter Benjamin,
José Carlos Mariátegui, entre otros. Entonces, el primer paso sería tomar
conciencia de esa corriente dentro del marxismo del siglo XX.
Segundo, porque creo que
esta crítica romántica es importante en la lucha política, cultural, ideológica
y ética que llevamos a cabo contra el capitalismo. Es un error limitar la
crítica del capitalismo, como muchas veces hace la izquierda, únicamente al
hecho de la explotación de la plusvalía. Este elemento es importante pero el
capitalismo no es sólo eso. También somos anticapitalistas porque el
capitalismo es destructor, lo destruye todo, la comunidad humana, los valores
éticos, la solidaridad, el contenido humano de la vida social, la naturaleza. Y
son los románticos quienes enfatizaron estas dimensiones. En mi opinión, para
que el anticapitalismo mantenga su fuerza ética y cultural debe tener en cuenta
estas críticas.
Además, creo que el
romanticismo nos ayuda a entender una serie de cuestiones muy actuales. Por
ejemplo, la crítica de la visión ilustrada de la civilización del progreso, que
desde varios puntos de vista, empezando por el ecológico, es un desastre. Para
entender por qué el progreso dentro del capitalismo y la civilización moderna
es un desastre hay que valerse de esa perspectiva romántica.
Y, por último, para tomar
un ejemplo latinoamericano, si queremos entender la lucha de los indígenas en
contra del neoliberalismo, las multinacionales y del capitalismo agrario, que
es un elemento muy importante de las luchas sociales hoy en día en América
Latina, tenemos que partir de ese enfoque, que está en Marx y Engels, sobre la
valoración de la comunidad primitiva, de las formas de vida precapitalistas
comunitarias, que están en la raíz de esas luchas indígenas tan importantes.
Todo ello configura un
conjunto de temáticas importantes para pensar el marxismo en el siglo XXI que
tienen que ver con esa corriente cálida o romántico-revolucionaria dentro del
marxismo.
DF: Sobre este punto,
para profundizar, es muy interesante analizar si esto contribuye también a
pensar este horizonte del que hablas, es decir, el caso latinoamericano y los
movimientos indígenas. Lo apasionante de la cuestión es que este romanticismo
que expones no significa un regreso al pasado o una pervivencia de un pasado
que no ha sido tocado por el largo proceso que ha implicado la modificación del
estilo de vida y de las relaciones sociales en el capitalismo. Nos gustaría que
abundaras en esta cuestión, ¿cómo nos ayuda esta visión romántica a entender y
aproximarnos a estos fenómenos sociales y de resistencia al capitalismo sin que
por ello pensemos que se trata de una suerte de regreso a un pasado intocado?
ML: José Carlos Mariátegui
ya lo había planteado de manera muy acertada. Hay que volver a leer a
Mariátegui en América Latina. Él decía que hubo en el pasado precapitalista,
precolombino, anterior a la conquista, algo que él llama el comunismo inca. Fue
muy criticado por esa definición, lo trataron de populista, de romántico. Hay
que tener en cuenta que la expresión “comunismo inca” se encuentra en Rosa
Luxemburg, en su libro sobre Introducción a la Economía Política habla
del comunismo inca. ¿Qué quiere decir esto? En la civilización inca además de
la estructura absolutista, el poder del inca y su oligarquía, existían en la
base, en las comunidades indígenas, formas comunitarias de vida, de trabajo,
con propiedad común de la tierra, etc. A eso lo llama comunismo inca. Y dice
Mariátegui que a pesar de los siglos de conquista y de liberalismo capitalista
han sobrevivido en las comunidades indígenas, esas prácticas colectivistas
comunitarias, ese espíritu comunitario, y que nosotros, los socialistas,
comunistas, revolucionarios marxistas, debemos apoyarnos en esas tradiciones,
en ese espíritu colectivista de los campesinos e indígenas para desarrollar
nuestro trabajo socialista o comunista moderno. No para volver al
Tahuantinsuyo, al Imperio Inca, sino para construir el socialismo moderno, el
comunismo, incluso con las conquistas técnico-científicas, pero rescatando ese
espíritu comunitario tan enraizado en las comunidades indígenas. Ése es el
planteamiento de Mariátegui que a mí me parece muy acertado y muy actual.
Lo que vemos ahora es un
hecho sorprenderte, casi un siglo después de Mariátegui, los indígenas siguen
revelándose, peleando, luchando a partir de sus comunidades, de su espíritu
comunitario y sus prácticas de ayuda mutua y de su relación comunitaria con la
naturaleza. Actualmente volvemos a encontrar eso bajo una forma nueva, que
Mariátegui no podía haber previsto, lo que se pueden llamar luchas
socio-ecológicas. Luchar por la defensa del medio ambiente, de la naturaleza,
de los bosques, del agua, de la tierra, en contra de las multinacionales del
petróleo, de la minería, del oro, por ejemplo, del agronegocio, etc.
Cuando los campesinos de
Perú, de la región de Cajamara, se revelan contra una multinacional de la
minería del oro con la consigna “Agua sí, oro no”, es a partir de la comunidad
indígena, de su relación con la naturaleza, de su espíritu comunitario, que
están resistiendo al capitalismo, al neoliberalismo y a las multinacionales
imperialistas. Están en la vanguardia de las luchas y eso se ha traducido, por
ejemplo, en Cochabamba, Bolivia, en la Conferencia Mundial de los Pueblos
contra el cambio climático y el neoliberalismo, con la participación de decenas
de miles de delegados indígenas, ecologistas, de izquierda, sindicales, etc.,
donde se decidió luchar para defender la madre tierra contra el carácter
destructor del capitalismo. Y me gusta siempre recordar que en los años 30,
Walter Benjamin decía, hablando de Bachofen y de la discusión sobre la
comunidad primitiva, que las comunidades primitivas consideraban la naturaleza
como una madre generosa mientras que el capitalismo es un sistema no sólo de
destrucción sino de asesinato de la naturaleza. Corresponde casi palabra por
palabra con la resolución de la conferencia de Cochabamba.
DF: Pensando en Walter
Benjamin y en esta veta del pensamiento cálido, la crítica que se inscribe en
la discusión del romanticismo, ¿podríamos decir que se abona la idea de que en
el propio marxismo, en Marx mismo y en Engels, no hay una temporalidad lineal?
Porque estas resistencias al capitalismo y los movimientos abiertamente
contestatarios no podríamos comprenderlos bajo una perspectiva lineal
progresiva de acumulación de experiencia política. Tus planteamientos me hacen
pensar que en el propio Marx podemos percibir también que hay la posibilidad de
comprender estas resistencias bajo una idea de temporalidad distinta y que
también podría estar en esta discusión sobre el romanticismo. Y por ello para
ahondar en esta idea del porqué insistir en la crítica romántica, nos gustaría
que nos vincularas esto con tu propuesta sobre el ecosocialismo, sobre cómo
toda esta discusión sobre tu lectura de la obra de Marx y el romanticismo y tu propio
análisis se proyecta en esta propuesta.
VN: Yo añadiría otro
problema que tiene que ver con todo esto. Cuando pensamos en una corriente
cálida y una corriente fría que se combinan para superar el capitalismo, en los
ejemplos que nos has traído, sobre las comunidades indígenas y la defensa de la
madre tierra, ¿no haría falta ahí el análisis frío de la crítica de la economía
política capitalista? ¿Cómo desde el marxismo podemos, por ejemplo a través de
la propuesta ecosocialista, aproximar las dos perspectivas?
ML: El ecosocialismo que
ser refiere a la herencia marxista trata de incorporar las dos corrientes. La
crítica de Marx a la Economía Política capitalista que incluye los tres
volúmenes de El Capital y todo lo que Marx ha llevado a cabo como análisis
científico del capitalismo, juntamente con lo que se ha hecho después, como el
análisis del imperialismo, etc. Tenemos que apropiarnos de toda la tradición
marxista de análisis científico de lo que es el capitalismo, el imperialismo,
la globalización, etc. Y eso está presente también incluso en la declaración de
Cochabamba, en su análisis del neoliberalismo y el capitalismo.
Debemos integrar las dos
corrientes. El ecosocialismo trata precisamente de asociar la crítica ecológica
del productivismo, el consumismo, el carácter destructor de las fuerzas
productivas capitalistas con el análisis marxista de cómo funciona el sistema
capitalista.
El ecosocialismo toma de
la crítica romántica al capitalismo la idea de que el capitalismo no es
simplemente un progreso. Es a la vez progreso y regresión. Desde el punto de
vista de ciertas conquistas científicas y técnicas, es un avance, pero desde el
punto de vista humano y de la relación con la naturaleza, es desastroso. Hay
que romper con esa visión lineal de la historia como progreso según la cual el
desarrollo de las fuerzas productivas nos llevará al socialismo . Pensar que
cuanto más avanza la productividad y las formas más sociales de la producción
más nos acercamos al socialismo es una ilusión. El ecosocialismo rompe con esta
visión que está presente, si no en Marx y Engels, en buena parte de la
tradición marxista. El ecosocialismo plantea que el carácter destructor del
capitalismo, que ya Marx había antevisto pero no había desarrollado, hoy en día
es uno de los problemas más importantes de la lucha revolucionaria, porque el
capitalismo está conduciendo a una catástrofe ecológica. El cambio climático,
en particular, sin precedentes en la historia de la humanidad, es una amenaza a
la misma existencia de la vida en el planeta y, por tanto, eso replantea la
cuestión de la lucha anticapitalista en términos nuevos, más radicales. Lo que
hay que plantear es la superación de una visión muy estrecha que existió en la
izquierda marxista en el pasado según la cual la revolución tiene por tarea
transformar las relaciones de producción para permitir el libre desarrollo de
las fuerzas productivas. Eso no funciona así.
Desde el punto de vista
ecosocialista sabemos que las mismas fuerzas productivas, el aparato
productivo, son capitalistas, están al servicio del capitalismo y tienen una
dinámica destructora del medio ambiente, de la naturaleza, de los equilibrios
ecológicos. El aparato productivo, tal y como existe, basado en las energías
fósiles, en los pesticidas, en los químicos, etc., es lo que nos está llevando
al desastre. Tenemos que pensar la transformación revolucionaria no sólo de las
relaciones de producción, sino también del aparato productivo, del patrón de
consumo que es totalmente artificial e insostenible, de los medios de
transporte, etc. Es toda la civilización que debe ser cambiada desde su raíz ,
desde sus fundamentos. La visión de la transformación revolucionaria que
propone el ecosocialismo es mucho más radical que una cierta visión tradicional
de la izquierda que se limitaba a plantear la cuestión de la propiedad privada,
que obviamente es muy importante porque el primer paso es romper con la
propiedad privada, pero la transformación no termina ahí, sino que ahí empieza.
Un cambio que implica transformar el conjunto de la civilización, romper con el
paradigma de la civilización industrial-capitalista occidental moderna y
plantear una nueva civilización ecosocialista basada en otros valores: en el
valor de uso y no en el valor de cambio, en la solidaridad y no en la
competencia, en la planificación democrática y no en el mercado salvaje. Se
trata de un planteamiento radical.
DF: Viendo el panorama y
todos los elementos que nos planteas, añadamos un punto final. Hoy día estamos
frente a una suerte de “regreso del marxismo” que nos permite reflexionar sobre
todos los temas de los que nos has hablado, pero no podemos negar que, por otro
lado, en el espectro social generalizado se produce un incremento y
profundización del individualismo y la enajenación. Desde este marco general,
¿cómo podríamos recuperar para esta discusión la insistencia de la perspectiva
del romanticismo sobre el sujeto autárquico, autónomo, sin ponerlo en discusión
con algo que está presente por ejemplo en Luckàcs en Historia y conciencia de
clase, y que tiene que ver con el problema del colectivo y el sujeto. Es decir,
¿cómo no caer en la perspectiva conservadora del romanticismo que insiste en un
sujeto autónomo, autárquico, pero que lo escinde de las relaciones colectivas y
las relaciones sociales y que a la sociedad contemporánea le viene muy bien?,
¿cómo abundar en eso que Luckàcs observaba?
ML: La crítica de los
románticos al capitalismo tiene dos vertientes que no son contradictorias, pero
sí son distintas. Una es la afirmación de la singularidad de los individuos, la
valorización del individuo en su calidad única y singular. Cada individuo tiene
una singularidad que tiene un valor humano profundo. Pero, ¿qué hace el
capitalismo? Uniformiza todos los individuos, destruye la singularidad, los
hace todos copias conformes uno del otro, todos consumen la misma Coca Cola,
todos ven las mismas películas, todos se sientan delante de su televisión. Se
produce una homogeneización y una uniformización mercantil que destruye esa
calidad singular de los individuos. Por otro lado, dicen los románticos, el
capitalismo destruye los vínculos comunitarios, las relaciones sociales
colectivas, atomizando a la gente, dejando los individuos atomizados,
disociados, entonces el individuo ya no va al sindicato, al partido, ni al café
o al teatro, sino que se queda en su casa con su televisión individualmente.
Esa atomización es una característica del capitalismo.
Creo que podemos
recuperar esos dos elementos de la crítica romántica. Al mismo tiempo valorizar
el sujeto individual, en su singularidad, en su autenticidad, y a la vez
valorizar las relaciones sociales, comunitarias, no solo la comunidad
tradicional de la que hablaban los románticos, sino nuevas formas comunitarias
como pueden ser el sindicato, el partido, el movimiento social, el grupo de
afinidad, etc. La lucha de clases en un sentido amplio y todo el conjunto de
luchas que tienen que ver con el enfrentamiento social, son nuevas formas
colectivas de comunidad fundamentales porque no habrá cambio social sin
organización colectiva. En eso Luckacs tiene toda la razón.
Podemos reivindicar esta
crítica romántica en sus dos dimensiones pero obviamente sabemos que la
transformación social pasa por la organización de los oprimidos y los
explotados. Se trata de una pelea contra esa atomización individualista, esa
guerra de todos contra todos del espíritu del capitalismo. Es una pelea que no
sabemos si vamos a ganar, como decía, Daniel Bensaïd, es una apuesta.
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