La acumulación de riqueza y poder se ha convertido en una verdadera
adicción. Los ricos ya no se contentan con lo mucho que tienen, sino que cada
vez necesitan de una mayor cantidad para sentir bienestar. Su satisfacción no
tiene límites.
Fander Falconí / El Telégrafo
(Ecuador)
El dinero y los bienes materiales aumentan en el mundo, de acuerdo al
‘Global Wealth Report 2014’, elaborado por el Credit Suisse Research Institute.
En el año 2000 la riqueza material fue de $ 117 trillones (un millón de
millones de dólares). Para mediados de 2014 se incrementó en $ 20,1 trillones,
en comparación al período anterior. Ahora, la riqueza llega a $ 263 trillones.
Pocas manos concentran la riqueza. La acumulación desigual se puede
representar como una figura piramidal, en cuyo vértice se sitúa el 0,7% de las
personas, el selecto grupo de los multimillonarios, que concentran el 44% de la
riqueza. Dentro de ese grupo, el reporte estima que 128.200 personas tienen una
riqueza de más de $ 50 millones, 45.200 poseen más de $ 100 millones y 4.300
personas tienen más de $ 500 millones. El 70% de las personas -que apenas
poseen el 2,9% de la riqueza- está en la base de la pirámide.
Norteamérica es la región con mayor participación de la riqueza
(34,7%), seguida de Europa (32,4%), los países del Asia- Pacífico -sin China e
India- (18,9%), China (8,1% con el 21,4% de la población mundial adulta),
América Latina, India (1,4%) y África (1,1%).
América Latina, además de su poco peso en la participación de la
riqueza y una importante demografía (8,4% de la población adulta mundial), es
la región donde encontramos las mayores desigualdades en la distribución de los
ingresos en el mundo, incluso superiores al África subsahariana.
Por tal motivo resultan importantes los avances registrados en materia
de equidad en la región, como resalta el estudio ‘Desigualdad en América Latina
en los 1990 y 2000. Avances y recomendaciones para la política pública’, de
Flacso. Esta investigación demuestra que en las décadas del ochenta y noventa
-etapa de aplicación de políticas neoliberales-, la desigualdad medida por
ingresos aumentó. En la década de los 2000 -fase de implementación de políticas
posneoliberales-, la concentración del ingreso disminuyó en la mayoría de
países (salvo en Colombia, Costa Rica y Honduras).
La investigación de Flacso destaca que los cambios en las relaciones
de poder, provocados por la presencia de gobiernos progresistas y la acción
pública deliberada a favor de la equidad, han sido esenciales para acortar las
distancias entre ricos y pobres.
Si bien la región se benefició de los altos precios de las materias
primas, la reducción de la desigualdad de ingresos obedeció a alzas en los
salarios reales, generación de empleo, mejores condiciones de trabajo,
disminución de brechas salariales entre trabajadores calificados y no calificados,
creación de oportunidades en educación, salud y nutrición, y fiscalidad
progresiva.
En la altura de la pirámide el capital financiero y los súper ricos
concentran la riqueza, mientras que la poca riqueza de la base se mueve. Tanto
peso en metal en el vértice de la pirámide puede provocar un colapso, si no hay
una justa distribución de la riqueza mundial.
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