Como un mal recuerdo de
los años más oscuros del neoliberalismo en nuestra América, distintos actores
del mercado toman la vanguardia en la lucha contra los procesos de cambio, los
gobiernos progresistas de la región y nuestras siempre asediadas democracias,
en el contexto de lo que se viene denunciando como un empeño de restauración
conservadora de alcance continental.
Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica
“Los buitres se
parecen cada vez más a las águilas del imperio”.
Cristina Fernández,
presidenta de Argentina
La presidenta Fernández denunció las acciones que se gestan contra Argentina y su gobierno. |
Brasil y Argentina, en la particularidad de sus
escenarios políticos inmediatos, son dos
de los principales focos de este ataque concertado entre las derechas criollas,
los poderes extranjeros y el capital transnacional, cuyas maniobras no solo
ponen al descubierto los peligros concretos que todavía enfrentan nuestros
pueblos en sus luchas por la democratización, la independencia, la soberanía y
la autodeterminación; sino que, además, revelan que la batalla política,
económica y cultural contra lo que Franz Hinkelammert definiera en su momento
como el
gobierno extraparlamentario mundial –que articula el poder mediático
con el poder del capital, para condicionar y casi extorsionar a gobiernos
legítimamente electos-, sigue siendo un desafío al que no pueden rehuir los
procesos posneoliberales latinoamericanos, si realmente se quiere avanzar en la
construcción del alternativas al sistema capitalista dominante.
En Brasil, en cuanto se
publicaron nuevas encuestas que revelaron un aumento en la intención de voto
a favor de la presidenta Dilma Rousseff, y una pérdida de la popularidad
y del apoyo a la candidata de la oposición –la nacional y la extranjera- Marina
Silva, el mercado activó sus alarmas
y desplegó sus estratagemas de sabotaje a la democracia y la voluntad popular.
El periodista Eric Nepomuceno lo describe de
manera impecable: “En una sola jornada, la de ayer lunes 29, los papeles
en la Bolsa de Valores se desplomaron, mientras el dólar se valorizó hasta 2,57
por ciento. Luego hubo alguna reacción, y la Bolsa, cuyo índice llegó a caer
más de 5 por ciento, estabilizó su pérdida en poco más de 3 por ciento. El
dólar mantuvo una valorización, frente al real, de alrededor de 1,8 por ciento.
El viernes anterior, el movimiento había sido a la inversa: creyendo que el
sondeo electoral a ser divulgado al anochecer mostraría un empeoramiento en la
situación de Dilma, la Bolsa experimentó alzas de hasta 2 por ciento. El juego es claro: sube Marina, sube la
Bolsa y cae el dólar. Sube Dilma, se da el revés”.
En Argentina, por su
parte, la entente entre los llamados
fondos
buitre, un juez de Nueva York –Thomas Griesa-, y los sistemas judicial
y financiero de los Estados Unidos, invocando la santidad de la deuda externa y
la propiedad privada, declaró al
gobierno de Cristina Fernández en “desacato” por no atender las la
disposición de pagar 1330 millones de dólares a un grupo de especuladores. La
maniobra legal y de los lobbies
financieros, en abierta oposición al derecho internacional, a la soberanía de
los Estados, a recientes resoluciones de Naciones Unidas, y en suma, al más
elemental sentido común, pretende establecer como principio jurídico
la primacía de un tribunal municipal extranjero, por sobre los tribunales de
una nación soberna, por sobre sus leyes y por encima de los acuerdos y
normas internacionales.
Aceptar este “disparate
jurídico”, como ya se le calificó en Argentina, tendría gravísimas
repercusiones para el país suramericano, y al mismo tiempo, sentaría un precedente nefasto del que se
podría valer los especuladores del capital transnacional para someter, una vez
más, a numerosos países pobres ahogados por deudas externas espurias y
créditos internacionales establecidos mediante cláusulas leoninas.
En un enérgico y valiente mensaje, con motivo de un acto
oficial en la Casa Rosada, la presidenta Cristina Fernández denunció sin
aspavientos la conjura que está en
marcha contra Argentina, en la que “sectores
concentrados de la economía quieren voltear al Gobierno con ayuda extranjera”,
grupos que “ya no vienen como veían antes, que armaban a sus hermanos de
uniforme contra el pueblo, acá no usan misiles, usan golpes de mercado, golpes financieros para que la gente crea que
las cosas andan mal”. Y advirtió: “Si
me pasa algo, en serio lo digo, no miren hacia Oriente [en alusión a las
supuestas amenazas del Estado Islámico], miren
hacia el norte”.
Quien quiera descifrar
las tendencias políticas y el rumbo de los acontecimientos que hoy conmueven a
nuestra América, y que nos mantienen en vilo sobre resultados electorales o
tensiones en países como Argentina y Brasil, no debe perder de vista la
influencia que, en forma abierta o velada, según las circunstancias, siguen
ejerciendo los Estados Unidos, ese norte revuelto y brutal –al decir de José
Martí-, la nación que ha declarado la guerra perpetua, para intentar salvar las
ruinas de un imperio que marcha hacia su decadencia.
Mirar hacia el norte, para comprender nuestro sur y para actuar a favor
de su futuro: he ahí la cuestión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario