Los logros alcanzados por la Revolución Ciudadana y la presencia de
Gabriela Rivadeneira y otras mujeres de gran mérito a la cabeza de este
proceso, muestran la capacidad movilizadora y transformadora de las utopías en
la búsqueda de un mundo mejor y más equitativo.
Jorge Núñez Sánchez / El Telégrafo
Gabriela Rivadeneira (centro), presidenta de la Asamblea Nacional de Ecuador. |
Gabriela Rivadeneira, la joven e inteligente presidenta de la Asamblea
Nacional, ha puesto nuevamente en el ámbito del debate político el tema de la
utopía. Lo ha hecho con esa fuerza apasionada con que los jóvenes de hoy
exponen y defienden sus sueños de futuro, para un país que está en trance de
abandonar un pasado sombrío y que hoy aparece teñido con el verde color de la
esperanza.
Precisamente por venir de la juventud, esa invocación a la utopía
adquiere un valor trascendental, porque significa que las mentes jóvenes han
hecho suyos los viejos sueños de justicia social, trabajo compartido y paz que
yacen en el fondo del espíritu humano y que tuvieron en la obra de Tomás Moro
una de sus más acabadas expresiones.
Moro, un humanista inglés de fines del siglo XV y comienzos del XVI,
se angustió ante el panorama de guerra, miseria y brutal explotación de los
trabajadores que se veía por toda Europa, plagada de soldados mercenarios,
campesinos hambrientos, ladrones, vagabundos, ancianos y enfermos abandonados.
Fue así que se puso a soñar con un mundo distinto e imaginó la
existencia de una especie de isla o península aislada, en la que una multitud
de hombres buenos y generosos habían construido una nueva sociedad sin ricos ni
pobres, basada en la paz, la tolerancia, el esfuerzo común y el reparto
equitativo de los bienes del trabajo humano.
Mas el inicio del tercer mandato de Rafael Correa ha sido también
ocasión propicia para el rescate de otras utopías, de similar trascendencia.
Una de ellas, el antiguo y siempre nuevo sueño de la unidad latinoamericana. Un
sueño que en Bolívar adquirió valor profético, cuando escribió en su Carta de Jamaica: “Es una idea grandiosa
pretender formar de todo el Mundo Nuevo una sola nación, con un solo vínculo
que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una
lengua, unas costumbres y una religión, debería, por consiguiente, tener un
solo gobierno que confederase los diferentes Estados”.
Otra utopía rescatada por los líderes de la Revolución Ciudadana ha
sido el sueño de modernidad nacional que impulsó Eloy Alfaro. Una modernidad
que apuntaba a la superación de la pobreza y la delincuencia mediante la
creación de nuevas fuentes de trabajo y especialmente a través de una
industrialización protegida.
En fin, parte de ese sueño alfarista era la integración de las mujeres
a la construcción de la nueva sociedad. Decía don Eloy que “nada hay tan
doloroso como la condición de la mujer en nuestra patria” y por eso se propuso
“abrirle nuevos horizontes, hacerla partícipe de las manifestaciones del
trabajo compatible con su sexo, llamarla a colaborar en los concursos de las
ciencias y las artes; ampliarle, en una palabra, su campo de acción, mejorando
su porvenir”.
Ahora, los logros alcanzados por la Revolución Ciudadana y la presencia
de Gabriela y otras mujeres de gran mérito a la cabeza de este proceso,
muestran la capacidad movilizadora y transformadora de las utopías en la
búsqueda de un mundo mejor y más equitativo.
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