El Plan Cóndor, cuya magnitud recién
comienza a ser documentada, cubrió de sangre y lágrimas los campos y las urbes
de nuestra América, en la demencial campaña imperialista para erradicar
agrupaciones e ideas “comunistas”, término acuñado para designar a todo tipo de
nacionalistas, soñadores y progresistas del mapamundi.
Jaime Galarza Zavala / El Telégrafo (Ecuador)
No, la hermosa melodía que lleva este
título no ha pasado, no ha perdido vigencia, pues responde al eterno espíritu
creativo del artista, a la conjunción del sentimiento y la naturaleza, al
abrazo permanente del hombre y el paisaje. Tampoco pasa de actualidad, no puede
pasar nunca la orgullosa presencia del rey de los Andes, que corona nuestro
escudo nacional, aunque el ventarrón capitalista, que arrasa con todo, estuvo a
punto de extinguirlo, pero hoy tiende a conservarse gracias a la conciencia
ecológica que va ganando a la joven generación y a los niños del mundo.
Por desgracia, hay otro “cóndor” que
tampoco pasa, y que está muy vivo y al acecho de nuevas cacerías: el Plan
Cóndor, inventado por las dictaduras militares del continente en las décadas
del 60 y el 70 del pasado siglo, y que tuvo por comandante en jefe al matador
del pueblo chileno, Augusto Pinochet, y figuras emblemáticas, como el general
Jorge Videla, que acaba de ser recuperado por el infierno, mientras en
Guatemala a Ríos Montt, fascista de la misma camada, le espera una provechosa
condena de 80 años de prisión.
Claro que toda esta “gang” de
asesinos no fue otra cosa que hechura de la CIA y la Escuela de las Américas,
nido de gorilas uniformados que infamaban a los amables gorilas de las selvas
africanas. Y hechura también del Mossad, la CIA de Israel, centro de
exportación de terroristas e instructores de escuadrones de la muerte.
El Plan Cóndor, cuya magnitud recién
comienza a ser documentada, cubrió de sangre y lágrimas los campos y las urbes
de nuestra América, en la demencial campaña imperialista para erradicar
agrupaciones e ideas “comunistas”, término acuñado para designar a todo tipo de
nacionalistas, soñadores y progresistas del mapamundi. Por fortuna, en América
(en toda ella), la memoria histórica es fuerte e indestructible. De allí que se
van uniendo voces, cabezas e iniciativas para llevar adelante el pleno
descubrimiento de las fechorías criminales del Plan Cóndor, que habrá de
terminar en un enorme Nuremberg, superior al que juzgó a los nazis al término
de la Segunda Guerra Mundial.
Por cierto, los Kissinger y los Bush
figurarán entre los principales sentenciados, mientras Jaime Roldós Aguilera,
Omar Torrijos e incontables millares de víctimas del macabro plan se
convertirán en bandera universal de los derechos humanos.
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