Una nueva Honduras está
naciendo. Paradójicamente la ha hecho nacer el golpe reaccionario de junio de
2009. Lección que debería aprender la derecha extremista.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial
para Con Nuestra América
Desde
Puebla, México
Recientemente tuve el
gusto de estar nuevamente en Honduras. Sucedió porque bajo los auspicios de la
Fundación Friedrich Eberth fui a presentar
el número 17 de Bajo el Volcán, la revista del posgrado de Sociología de
la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. La misma ha sido dedicada a
Honduras y contiene además de 4 artículos escritos por académicos hondureños
acerca del proceso político en dicho país, entrevistas con ocho dirigentes representativos de la
resistencia hondureña. Ésta se transformado
sustancialmente en el partido Libertad y Refundación (Libre). Al igual que en 2011, tuve la oportunidad de
participar en el desfile del 1 de mayo en Tegucigalpa. Y no pude sino recordar
que era lo que acontecía hace dos años y contrastarlo con lo que hoy sucede.
En aquel momento el
país y en particular el Frente Nacional
de Resistencia Popular (FNRP), se encontraba en vilo ante la posibilidad del
regreso del exilio del derrocado presidente José Manuel Zelaya. Recuerdo haber
marchado por las calles de Tegucigalpa y culminado esa marcha en el parque
central en donde tuve la oportunidad de escuchar el discurso de Xiomara Castro,
la esposa de Zelaya convertida ya en una personalidad de la resistencia. Las
discusiones que se observaban en aquel momento las recogí en un artículo
publicado en La Hora de Guatemala el
16 de junio de 2011. ¿Podría Zelaya conservar su capital político al regresar del exilio? ¿abandonaría el
partido liberal y escogería un camino
distinto? ¿O por el contrario seguiría enzarzado en la lucha interna dentro el
bipartidismo hondureño? ¿Era adecuado participar en las elecciones de 2013 o
por el contrario dedicarse solamente a la resistencia social? ¿Xiomara Castro
estaría a la altura de los acontecimientos y sería candidata presidencial?
Hoy buena parte de
estas interrogantes han sido resueltas. Mel Zelaya sigue siendo el líder
indiscutible de la oposición antineoliberal en Honduras y
cuenta con una popularidad asombrosa. Ha abandonado el Partido Liberal y junto a cientos de miles de hondureños se
encuentra ahora en el camino de afianzar un partido propio. Desde su regreso a
Honduras fue explícito en la necesidad de
participar en la contienda electoral de noviembre de 2013. Finalmente,
Xiomara Castro fue electa sin discusión
como candidata presidencial de Libre. Sus perspectivas son buenas: en las
elecciones primarias que realizaron los partidos Nacional, Liberal y Libre para
elegir su candidato presidencial, Xiomara Castro fue la candidata más votada
con más de 560 mil votos. Ciertamente los dos grandes partidos históricos de
Honduras tuvieron cada uno de ellos más votos en esas primarias que las que
obtuvo Libre. El partido Nacional
alcanzó más de un millón de votos, el partido Liberal sumó 720 mil
mientras Libre alcanzó casi 600 mil votos. Pero se ha acusado a los primeros
dos partidos de inflar sus votos como siempre sucede para mostrar
una fuerza que puede influir en la elección de los votantes en la
contienda presidencial. Particularmente en el Nacional, las acusaciones de
fraude y prácticas ilegales no se hicieron esperar de parte del candidato derrotado Ricardo Álvarez
contra el ganador Juan Orlando Hernández.
Al interior del Partido
Libre, las elecciones internas mostraron cómo la influencia de las bases
liberales es decisiva. La tendencia que proviene de la izquierda revolucionaria
y los movimientos sociales alcanzó aproximadamente un 30% de los votos mientras
que las diversas corrientes de liberales en resistencia obtuvieron el 70%
restante. En este 1 de mayo tuve la oportunidad de escuchar a un Mel Zelaya
afianzado en una postura de centro izquierda y enarbolar la bandera del
“socialismo democrático”.
Una nueva Honduras está
naciendo. Paradójicamente la ha hecho nacer el golpe reaccionario de junio de
2009. Lección que debería aprender la derecha extremista.
1 comentario:
Aun frescos los acontecimientos del golpe de Estado en Honduras, hice el siguiente comentario:
La oportunidad de Honduras.
El golpe de estado en Honduras es sin duda un acto desesperado de la derecha hondureña, los militares y aunque todos le hemos dado el beneficio de la duda al presidente Obama, al menos las estructuras conspirativas aun no desmanteladas de la Embajada USA. Todos claman por el retorno a la institucionalidad democrática, pero no atinan a entender que en el pecado llevan la penitencia. Una constitución “pétrea” que ni el mismo soberano pueblo tiene derecho a modificar es su pecado. No se puede aspirar a una sociedad estática e inalterada. Ese hermano pueblo tiene ahora la oportunidad entrarle al meollo del asunto. ¡Cuánto les ha costado a los chilenos romper el “statu quo “que dejó establecido Pinochet!
Cuando se vuelva a la institucionalidad democrática, al soberano pueblo de honduras deberá dársele la oportunidad de opinar si desea una nueva constitución, a opinar si desea la reelección de sus autoridades nombradas por voto popular, ya sea consecutiva o alterna. Que traigan todos los vigilantes del proceso que deseen y en lo cuales confíen, pero que se le de al soberano pueblo de honduras la oportunidad de expresarse, de hacer propuestas, de estudiar el proyecto. Esta es la gran oportunidad del soberano pueblo hondureño de decidir incluso si quiere bases militares, escuela militar de las américas e incluso si quiere ejército. Esta es su oportunidad de crecer en democracia. No puede ni debe
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