Los liberales latinoamericanos confunden
combate contra el Estado en combate por las libertades. No se dan cuenta que
quien expropia los derechos de la gran mayoría de la población no es el Estado,
sino el mercado, que ellos añoran como supuesto espacio de libertad.
En el
debate con Andrés Manuel López Obrador, uno de los más conocidos teóricos del
liberalismo latinoamericano, Enrique Krauze, protesta por haber sido calificado
de conservador. Los liberales latinoamericanos siempre creen que la defensa de
las libertades es lo que los define.
Reivindican
la filiación al liberalismo europeo, que fue la ideología de la burguesía
ascendente en la lucha en contra del feudalismo. Trasfieren mecánicamente el
rol del liberalismo en Europa para América latina, sin darse cuenta de como los
marcos históricos de los dos continentes son muy distintos, definiendo
naturalezas radicalmente diferentes para el liberalismo.
En América latina el liberalismo fue la
ideología de los modelos de economías primarias exportadoras, es decir, de la
derecha oligárquica, con su defensa de la apertura de los mercados. Estuvo
asociada a los regímenes políticos de derecha, entre ellos las dictaduras
militares.
Se opone al Estado, a los liderazgos
populares, a sus políticas -tildadas de “populistas” -de distribución de renta,
de reconocimiento de los derechos sociales de todos. El liberalismo en América
latina nunca se ha identificado con la defensa de la “libertad”, salvo que
consideremos que la “libertad de prensa” de los medios lo representa.
El liberalismo por acá, oponiéndose al Estado,
se ha identificado con el mercado, por lo tanto con el gran empresariado y sus
políticas económicas liberales y neoliberales. Ha sido siempre de derecha.
La derecha, en Europa, se ha identificado
con la defensa del Estado y de la nación. Pero bajo la concepción chovinista,
según la cual un Estado es siempre mejor que el otro. No hay dominación
externa.
En América latina es la izquierda la que
asume la defensa del Estado y de las cuestiones nacionales, en contra de la
intervención externa. El liberalismo fue siempre apropiado por la derecha en
nuestra región.
En la era neoliberal, la conexión entre
liberalismo y mercado se ha vuelto
estructural. Se ha dado una convergencia entre el liberalismo económico
y el liberalismo político. En México, la llegada de los gobiernos del PAN
(Partido Acción Nacional) a la presidencia en 2000 fue saludada como la
democratización de ese país. Claro que, después de los fracasos de los
gobiernos de ese partido, los liberales no han hecho ningún balance de sus
ilusiones y siguen apoyando candidatos de los partidos tradicionales, para
evitar lo que para ellos es el mal más grande: la alternativa de izquierda.
Lo mismo en toda América latina. Fernando
Henrique Cardoso, supuestamente socialdemócrata, incorporó a los liberales a su
gobierno para realizar una gestión neoliberal. En todos lados los liberales se
han acomodado a los intereses del mercado, peleando contra el Estado y su
capacidad de inducir el desarrollo económico, de garantizar los derechos
sociales a la masa siempre postergada de la población, de poner en práctica
políticas externas soberanas.
Es que los liberales latinoamericanos
confunden combate contra el Estado en combate por las libertades. No se dan
cuenta que quien expropia los derechos de la gran mayoría de la población no es
el Estado, sino el mercado, que ellos añoran como supuesto espacio de libertad.
Libertad del capital, del gran empresariado, que expropia derechos, concentra
renta. Es lo que hace el mercado frente al Estado mínimo que propugnan los
liberales.
Los ricos no necesitan del Estado. Tienen
los bancos privados, tienen trasporte privado, tienen educación privada, tienen
planes de salud privados. Los que necesitan del Estado son los más frágiles,
los más desvalidos, los excluidos, con tal que sea un Estado que deje ser
instrumento de los poderosos y de los millonarios.
Los liberales no entienden América latina,
porque no se dan cuenta que vivimos en sociedades capitalistas, en la era
neoliberal. Que vivimos en sociedades oprimidas por el imperialismo. Son
categorías esenciales - capitalismo, neoliberalismo, imperialismo- que ellos
desconocen.
Ahora los liberales se concentran en atacar
la candidatura que puede rescatar a México de las desgracias que los gobiernos
neoliberales y el Tratado de Libre Comercio con EE.UU. han traído para el país.
Su pánico a que un gobierno defienda los intereses de la gran mayoría de la
población mexicana, que defienda los intereses nacionales, que acerque México a
América latina, triunfe. Pero esa es la esperanza de la mayoría del pueblo
mexicano y también de América latina. Derrotar al neoliberalismo y la
subordinación a Estados Unidos para construir un México justo y soberano.
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