Nada de lo
que acontece en Brasil está aislado de un proyecto regional del poder. El poder
real diseñó una misma política que replica a nivel regional de golpes de Estado
institucionales (Honduras, Paraguay, Ecuador, Venezuela, Argentina), donde la
proscripción es parte de la instalación de un Estado policial, de excepción y
autoritario.
Vivimos en
un mundo qué se encuentra inmerso en una disputa global por el intento de las
potencias imperiales y el capitalismo financiero occidental, de mantener el
control de los recursos estratégicos, y su hegemonía política y económica a
nivel mundial, ante el surgimiento de nuevos polos de poder y gobiernos que
representan la voluntad de sus pueblos y se resisten ante las imposiciones de
los centros de poder mundial.
En este
marco, el diseño estratégico de EEUU para Latinoamérica, es volver retomar la
Doctrina Monroe, de “América para los [norte]americanos”. La contraofensiva
imperial inició luego de que en el 2005 dijimos "No al Alca", el área
de libre comercio para toda América que proponían los norteamericano. Por esta
razón, se asocian a los oligopolios mediáticos un sector de la elite política,
económica, judicial y los servicios de inteligencia de los países
latinoamericanos y lanzan sus campañas destituyentes de persecución, difamación
y finalmente de proscripción de los líderes populares en nuestra región.
Es
estratégico para los centros de poder mundial y las oligarquías locales que los
recursos no sean administrados por gobiernos populares y soberanos que no se
subordinan a su dirección. Por ello, la ofensiva imperial busca principalmente
desarticular y luego eliminar cualquier tipo de resistencia política, social o
sindical organizada que le impida la consecución de sus intereses económicos y
geopolíticos. Lula es hoy en Brasil la expresión de esa resistencia, es el
conductor en el que pueblo brasilero confía, por eso buscan que no sea
candidato. Él sintetiza la posibilidad de poner un freno a la avanzada
neoliberal en su país y la región. Su llegada a la presidencia fue un antes y
un después en Brasil: sacaron a más de 40 millones de la pobreza, disminuyeron
la desigualdad, desarrollaron industrias estratégicas, se independizaron de los
designios del FMI y de Estados Unidos, y a su vez, buscaron alianzas con los
países de la región y potencias emergentes como los países del BRICS (Brasil,
Rusia, India, China y Rusia).
Hoy el
"linchamiento mediático y judicial” es la herramienta de la difamación y
al escarnio a los movimientos populares y sus líderes, a los cuales se busca
proscribir mediante fallos judiciales sin pruebas y jueces cómplices; es el
Partido Judicial impulsado por el Imperio y los servicios secretos. Nada de lo
que acontece en Brasil está aislado de un proyecto regional del poder. El poder
real diseñó una misma política que replica a nivel regional de golpes de Estado
institucionales (Honduras, Paraguay, Ecuador, Venezuela, Argentina), donde la
proscripción es parte de la instalación de un Estado policial, de excepción y
autoritario.
El objetivo
a reinstalar el modelo neoliberal a nivel regional, y para ello es necesario
perseguir a los que se resistan. Dilma Rousseff advirtió con claridad que el
golpe que la sacó de la presidencia aún no ha concluido y teme que se inicie
una nueva etapa con una impronta aún más radicalizada y represiva de una
segunda fase golpista. Entre otros aspectos, ésta nueva fase del golpe buscaría
quitar a Lula de la carrera electoral hacia las presidenciales de 2018 y, de
concretarse esta posibilidad, destaca Rousseff, la democracia brasileña estaría
ya herida de muerte y el continente condenado.
Por esta
razón, la democracia hoy está en jaque en Brasil y en todo el continente. El
voto de la mayoría es el punto de origen de legitimación de los gobiernos, sin
embargo una democracia plena significa también el respeto a los derechos como
la libertad de expresión y de participación de distintos sectores sociales en
la vida pública, el respeto del derecho al trabajo, la vivienda y una vida
digna, el desarrollo económico y científico, una sociedad más justa y una
soberanía real de los centros de poder mundial.
El pueblo
brasileño, al verse perjudicado por las medidas neoliberales y obturados los
canales institucionales tanto en el campo económico, el campo laboral, como en
el de los derechos civiles, se ve en la necesidad de salir a la calle,
movilizarse y re-ocupar el espacio público. Lejos de amenazar a las
instituciones democráticas, el pueblo pone a la democracia en el territorio que
le diera origen: la asamblea pública, la calle. Se trata de una democracia
activa, protagónica, frente a la democracia fósil, insincera, simulada. Lejos
de desestabilizar, el pueblo brasileño la reencauza, la re-democratiza. Desde
el campo nacional y popular de Argentina acompañamos, apoyamos y participamos
de la decisión del pueblo hermano brasileño de practicar una verdadera rebeldía
civil y exigir en las calles que Lula pueda ser candidato en las próximas
elecciones.
Brasil es
la mayor economía de la región y representa la mitad de la población de
Sudamérica, por esta razón la victoria de Lula y la vuelta de un gobierno
popular a este país es esencial para la recuperación del proceso de liberación
a nivel regional. Sólo es posible un proyecto real de unificación regional, que
pretenda autonomía de los centros de poder mundial, con Brasil como parte de
ese proceso, y Lula es el líder que mejor puede conducirlo.
El golpe no
cierra si puede ser candidato, y aclaró que "no es contra Lula, es contra
un proyecto de país”.
Es por todo
esto que debemos tener conciencia de los nuevos desafíos para la liberación
nacional y continental, y dar una necesaria respuesta monolítica a escala
regional, con la suficiente profundidad como para entender que no se trata de
fenómenos aislados, locales o nacionales, sino de una estrategia ideada y
profesionalmente ejecutada a nivel mundial. A diferencia de otras etapas, el
campo popular de América Latina mantiene bastiones de gobierno, la adhesión
masiva a sus líderes, la memoria reciente de los gobiernos populares, e
importantes niveles importantes de organización y militancia, que deben ser
nuestras principales herramientas para afrontar la ofensiva neoliberal.
La disputa
a nivel regional sigue siendo Patria o Colonia, liberación o dependencia, entre
un modelo neoliberal que no puede
ser otra cosa
que pro-norteamericano, y un
continentalismo que pretende salir
de la periferia ,
rebelde, que entiende como
camino imprescindible para
lograrlo a la unidad
e integración soberana, con mayor integración política,
comunicacional, económica, industrial y científico-tecnológica.
Las
organizaciones sindicales, políticas, sociales y de derechos humanos que
adherimos y escribimos en consenso este
comunicado e integramos el Comité Argentino de Solidaridad Lula Presidente,
apoyamos desde nuestra propia lucha, con total convicción la candidatura de
Lula y su triunfo en Brasil, ya que será trascendental para la futuro de la
Patria Grande.
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