Se mire por donde se mire, el neoliberalismo no sabe gobernar, ni
siquiera bajo sus propias premisas. Dime de qué presumes y te diré de qué
careces. Si las agencias de calificación de riesgo hicieran bien su trabajo,
desde criterios estrictamente ortodoxos, les daría a todos ellos una nota muy negativa.
Alfredo
Serrano Mansilla / CELAG
Estabilidad, confianza, certidumbre y eficiencia son las cuatro promesas
más repetidas por cualquier proyecto neoliberal. ¿Se cumplen? ¿Es un gobierno
neoliberal capaz de dar estabilidad a un país? ¿Saben cómo generar confianza y
certidumbre? ¿Logran tener economías eficientes? Veamos qué sucede en Latinoamérica.
Empecemos por Argentina.
Crear un buen eslogan es siempre más fácil que estabilizar la economía
de un país en un ambiente de fuerte restricción externa. El macrismo se
desgasta a mucha más velocidad de lo previsible porque demuestra que no sabe gobernar
ni gestionar. En algo menos de tres años consiguió que el país esté patas
arriba. La economía no va, se mire por donde se mire. La inflación apunta este
año 2018 a estar por encima del 40% según las últimas estimaciones oficiales, a
pesar de que la tenían calculada en el 15% a fines del año pasado. La economía
se contraerá por encima del 2%, aunque habían pronosticado que crecería por
encima del 3%. La liberalización cambiaria provocó una devaluación que no tiene
fin: en este tiempo lo llevaron de 10 pesos hasta casi 40, y veremos cómo
acaba. La inversión extranjera jamás llegó. Se prometieron dólares que era
imposible de producirlos en casa, y sólo han podido ser obtenidos
parcialmente,con una deuda eterna con el mundo. El Fondo Monetario Internacionalpide
más ajuste: más recortes sociales, menos salarios, provocando así que la
demanda interna pierda toda su fuerza como motor económico. La tasa de interés
va por el 60%: espaldarazo ideal para que la economía financiarizada acabe con
la economía real. La industria se desmorona. La balanza comercial es cada día
más deficitaria tras la liberalización de las importaciones.
El cuadro macroeconómico del neoliberalismo en Argentina no resiste a
ningún test de equilibrio ni eficiencia. Mauricio Macri y Cambiemos trajeron
consigo justamente lo contrario de aquello que siempre promete: incertidumbre y
desconfianza. La inestabilidad no sólo es económica, también lo es política y
social. Las protestas crecen y se extienden a casi todos los sectores
gremiales. La marcha de las mujeresdemostró también la incapacidad del Gobierno
para entender que está surgiendo otra nueva mayoría que refleja un sentido
común cada vez más protagónico en la sociedad argentina. Tampoco les funciona
el oído; se alejaron de todo lo que pasa en la calle. El timbreo como apuesta
publicitaria está bien, pero no les sirve para que la ciudadanía resuelva sus
problemas. Están atrapados en sus propios anuncios mientras que la
inestabilidad afecta a la gente.
Pero no es únicamente en Argentina donde neoliberalismo e inestabilidad
se dan la mano. Brasil es otro buen ejemplo de ello. Con elecciones a la vista
yun presidente no electo desde hace años, este país presenta un largo etcétera
de sucesos que conforman un panorama ciertamente inestable. Su economía no
crece. El real se devalúa. El país se ha militarizado para frenar protestas. Y
Naciones Unidas desautoriza que se impida a Lula ser candidato a presidente.
Otro caso es el de Perú, que aunque su macroeconomía es estable, el
sistema político y judicial hace aguas por todas partes. Posee un presidente no
electo tras el caso de corrupción que sacó a Kuczynski de su condición. Tiene a
otros tantos ex presidentes también en la cárcel o prófugos por haberse
enriquecido ilegalmente. El sistema judicial está completamente podrido. El
actual fiscal general está con múltiples casos en su contra. La mayoría de la
ciudadanía no cree en sus instituciones.
Es fácil seguir dando ejemplos de países que bajo la gestión neoliberal
no saben generar ni confianza ni certidumbre. Colombia es otro país con una
economía real raquítica, desindustrializada progresivamente, con productividad
muy baja, sin demanda interna que logre generar crecimiento sostenido, y con
indicadores sociales más propios de países en guerra. Y con un conflicto cada
vez más difícil de resolver por la llegada de Iván Duque a la presidencia. Y,
mientras tanto, las muertes de lideres sociales continúan. Chile es otro
destino no tan ideal como lo presentan. Con una economía que no despega, y en
medio de continuos paros nacionales por parte de una gran diversidad de
sectores, el país tampoco muestra un marco de estabilidad. Y no olvidar a
México, cuyo neoliberalismo ha hecho que la economía siga estancada, con alta
inflación, fuertemente endeudado, con un sector petrolero venido a menos luego
de las últimas reformas, y con pobreza y desigualdad de carácter estructural
que, además de ser injustas, suponen un freno a cualquier intento de
reactivación económica.
Se mire por donde se mire, el neoliberalismo no sabe gobernar, ni
siquiera bajo sus propias premisas. Dime de qué presumes y te diré de qué
careces. Si las agencias de calificación de riesgo hicieran bien su trabajo,
desde criterios estrictamente ortodoxos, les daría a todos ellos una nota muy negativa.
La verdadera experticia del neoliberalismo es comunicar lo que no sabe
hacer. Ni estabiliza; ni da certeza ni confianza; y tampoco logra consolidar
economías eficientes.
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