Cada cincuenta años, cuando los Estados Unidos se
quitan el secreto de estado, se confirma que, para lograr sus objetivos, han
utilizado todos los medios posibles, en abierta contradicción con el discurso
utilizado, en el que siempre se presentan como campeones de
"democracia".
Geraldina Colotti / ALAI
A veces sucede que reconocen sus estrategias
durante la redacción de un libro, como lo hizo la "democrática"
Hillary Clinton en sus memorias, admitiendo la injerencia de Estados Unidos en
el golpe en Honduras contra el entonces presidente Manuel Zelaya. También
sucede que, como en una película de Hollywood con la que el "sueño
americano" siempre se autoabastece, Bill Clinton admite los efectos
nefastos de las políticas económicas impuestas a los países del sur.
Así, el ex presidente de los Estados Unidos
se presentó ante la comisión extranjera del Senado en 2010, cuando era enviado
especial de la ONU a Haití: se disculpó públicamente por haber obligado a ese
país a reducir los aranceles sobre el arroz subsidiado por los Estados Unidos
durante su mandato. Una política que ayudó a frustrar las aspiraciones de Haití
a la soberanía alimentaria.
A veces sucede que los objetivos son declarados
abiertamente, y eso - ayer un Nixon como un Trump hoy – piden a la CIA que haga
"gritar la economía", en Chile ayer como en Venezuela hoy.
Objetivos que el fragor de los medios de
comunicación se compromete a cubrir o disfrazar, presentando argumentos más
válidos a favor de la guerra sucia librada por el imperialismo. Para aumentar
la confusión, proliferan sitios y "opiniones" que no sólo ignoran o
trivializan las fuentes y los puntos de referencia, sino que esconden la única
clave de análisis política fuerte para hacer inteligible un sistema mundial
lanzado en el abismo del modelo capitalista: la de la historia como historia de
la lucha de clases, como choque de intereses, lo que implica jerarquías tanto
en el análisis como en las "opiniones".
Y así, una avalancha de datos se vierte en las
conciencias desorientadas de la izquierda suave sobre la cuestión de los
"refugiados" venezolanos. La gente - como explica con razón, el
viceministro de Comunicación, Wilmer Castillo -, ha abandonado voluntariamente
el país, no porque sea perseguida o amenazada por paramilitares como en
Colombia.
Venezolanos víctimas de una guerra de propaganda
llevada a cabo por aquellos que querían usarlos para poner en práctica sus
sucios objetivos (empoderarse de los recursos de Venezuela). Ciudadanos que
están ahora en regresando al país, ayudados por el plan del gobierno Vuelta a
la Patria. De esto, sin embargo, no se habla en los medios hegemónicos, si no
para calificar como "show" este esfuerzo sin precedentes y generoso
de Maduro.
Mientras tanto, el Gobierno Trump, tan diligente en
la financiación de los países del Grupo de Lima por "ayudar a los
refugiados venezolanos", está extendiendo el período de detención contra
los niños migrantes, que hasta ahora era de veinte días (y ya así, era una
vergüenza). Desde julio, hay más de 400 niños de migrantes separados de sus
familias y detenidos en los Estados Unidos.
Un claro ejemplo de "democracia" de los
EEUU se deriva del testimonio del periodista mexicano Emilio Gutiérrez Soto,
liberado en agosto después de pasar siete meses en cárceles norteamericanas
junto con su hijo Oscar. En 2008, Gutiérrez había pedido asilo por primera vez
en los Estados Unidos, a raíz de las amenazas de muerte por haber denunciado
presuntos casos de corrupción de las fuerzas armadas mexicanas. En diciembre,
apenas una semana después de criticar la política de inmigración de los Estados
Unidos en un discurso a la organización National Press Club, fue encarcelado.
¿De qué tipo de "acogida", de cuál
"intervención humanitaria" Trump está hablando con respeto a los
migrantes venezolanos? La actitud de Europa, que cierra las fronteras a los
migrantes africanos, y la del Grupo de Lima, parecen la nueva edición de la
política de "Pies secos, pies mojados" dirigida contra Cuba a través
de la inmigración en Miami.
Se trata de aislar a Venezuela en las
organizaciones internacionales a través de la construcción de una supuesta
"crisis humanitaria" en las fronteras, que necesita poner
"campos de refugiados" donde montar "falsos positivos" para
invadir militarmente a Venezuela. Esto dijo claramente el embajador de América
del Norte Trujillo en la OEA. Esto está pidiendo, desde Miami, el títere
Almagro, secretario general de la OEA.
Intenciones expresadas varias veces en los últimos
meses por la administración estadounidense, que para derrocar a Maduro "no
descarta ninguna opción" y por esta razón está tratando de involucrar a
los gobiernos vasallos en una agresión militar. Declaraciones que evidentemente
han hecho cosquillas a los apetitos golpistas de los derechistas venezolanos,
que corrieron varias veces ver a sus padrinos, como suelen hacer cada vez que
ellos muestran una jugosa albóndiga. Intentos que sus partidarios en Miami
reivindican con arrogancia, como sucedió después del magnicidio frustrado por
las fuerzas de seguridad bolivarianas.
Un artículo del New York Times ahora
confirma todo esto. Citando fuentes norteamericanas y un ex comandante
venezolano, el NYT habla de reuniones entre grupos de militares golpistas
venezolanos y representantes de Estados Unidos que se suponía que los
ayudarían. Revelaciones que coinciden sea con algunas de las denuncias públicas
del gobierno bolivariano, sea con el incremento de amenazas de líderes
opositores en el exterior y sea con lo que, desde las bombas arrojadas por el
ex policía Oscar Pérez hasta los drones explosivos, ha caracterizado la escena
política venezolana desde el año pasado hasta este.
Habría suficiente como para hacer reflexionar a
todos esos "periodistas" que siempre están listos para poner las
comillas a un ataque como el de los drones definiéndolo como “supuesto atentado”,
y para definir como "terroristas" a los opositores que no les gustan
a los Estados Unidos. Sin embargo, incluso en este caso, no apareció ninguna
comilla en la definición de los golpistas venezolanos, simplemente definidos
como "rebeldes": los rebeldes que cortan cabezas en Siria…
Mientras se desencadena el ballet de los que toman
distancia del socialismo bolivariano, mientras que arrasan los púlpitos más
cobardes contra los sandinistas en Nicaragua, el imperialismo avanza como una
apisonadora, movilizando todas sus articulaciones.
Una delegación de la poderosa corporación episcopal
está visitando al Papa en el Vaticano. En el centro, la "crisis
humanitaria" en Venezuela y "los crímenes" de Daniel Ortega en
Nicaragua. De las bandas que secuestran, torturan y matan militantes sandinistas,
con la complicidad evidente de cierta jerarquía eclesiástica, por supuesto, no
hacen mención. De los obispos que han bendecido a los "guarimberos"
venezolanos antes de quemar “pacíficamente” a jóvenes afro-venezolanos, por
cierto no se hablará.
A los 45 años del golpe militar en Chile contra
Allende el 11 de septiembre, se está perdiendo incluso el mensaje del obispo
salvadoreño Oscar Arnulfo Romero que se atrevió a ponerse del lado de la gente,
pagando con su vida. Los muchos “sepulcros blanqueados” que - incluso en la
izquierda “liberal” - predican la no violencia y el perdón en contra de los
verdaderos tiranos, han puesto la mesa para que nosotros bendigamos el arma
(mediática y bélica) dirigida contra los que, como Maduro, por lo contrario, defienden
los intereses del pueblo, después de haberlos transformados en
"tiranos".
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