Como curas que nos hemos tomado en serio la
promesa de Jesús de estar presente en los pobres y vulnerados (Mateo 25) no
podemos dejar de hacer llegar a nuestro pueblo nuestra reflexión sobre lo que
está sucediendo en nuestro país.
Curas
en la opción por los pobres
Ya no hay maniobra distractiva que pueda
ocultar el descalabro político, económico y social al que ha conducido la
propia ineptitud del gobierno nacional. No lo puede el escándalo de las fotos
de unos cuadernos que no sabemos si existen o existieron realmente, ni tampoco
pueden los chivos expiatorios de la “herencia recibida” y de los efectos de la
situación internacional ocultar la ineptitud. Ya no pueden echar las culpas a
otros. Gobernar un país no es dirigir una empresa, aunque también cabe dudar de
que pudieran dirigir empresas por medios honestos y leales (algunas de las
empresas de los “cuadernos” lo demuestran).
En pocos meses se han subastado/rifado
miles de millones de dólares que quisiéramos saber quiénes los han comprado,
aunque no es difícil suponer quiénes se han beneficiado de ello. Comparado con
las reservas perdidas, lo que supuestamente está involucrado en las fotos de
los cuadernos representa una proporción mínima (y son, además, una proporción
mínima de lo que los corruptores han ganado de su propia acción corruptora).
No nos engaña el discurso melodramático del
Presidente, fingiendo dolor por las políticas extremas que se ve “obligado” a
tomar, apelando al golpe bajo de comparar su sufrimiento con el de su secuestro
y que es nada frente al sufrimiento al que someten a nuestro pueblo: son las
políticas que muchos en su gobierno (y probablemente él mismo) han deseado
adoptar desde el principio. Políticas recesivas dictadas por el FMI y los
Estados Unidos, que favorecen la especulación financiera mientras crean las
condiciones necesarias para desarticular el aparato productivo de la Nación y
seguir hundiendo en la pobreza a buena parte de nuestros conciudadanos.
Queda al descubierto el desprecio por los
más pobres en las medidas de “achicamiento del Estado”. La desaparición de los
ministerios de Salud y de Trabajo lo demuestran con palmaria claridad, tal como
las medidas que, ya antes de las “corridas del dólar”, se habían venido
anunciando, como, por ejemplo, la planificada eliminación de la Secretaría de
Agricultura Familiar (SAF) y el desfinanciamiento de las universidades
públicas.
Ninguna de las promesas del gobierno que
pretendían indicar una preocupación por los más pobres se ha cumplido. No
podemos sino calificarlas con la palabra engaño:
· Lejos de la anunciada “pobreza cero” la
pobreza se multiplicó (timba financiera, precarización del trabajo, dólar,
inflación, créditos hipotecarios inviables, devaluación).
· Lejos de eliminar la llamada “grieta”,
creció el enfrentamiento entre argentinos (procesos judiciales irregulares,
presos políticos, sustracción de derechos, aumento de la represión de las
fuerzas de seguridad).
· La lucha contra el narcotráfico: nuestros
barrios siguen inundados por el tráfico y el consumo de sustancias mientras se
sigue desmantelando el Estado para atender esta realidad urgente
· La cesión de soberanía al poner las FFAA
bajo la tutela de un gobierno extranjero e incorporarla a la Seguridad
Interior, nombre vago que sin duda anuncia la posibilidad de emplearlas en la
represión de la protesta social.
Las políticas anunciadas y las medidas
económicas tomadas no hacen otra cosa que sincerar aquello a lo que se
intentaba llegar con el “gradualismo”: de un golpe han hecho tomar conciencia,
si a alguno le quedaba una duda, del proyecto de país del actual gobierno:
hacer más ricos a los ricos, cueste lo que cueste. Un país con los lazos
solidarios definitivamente destruidos, como lo ha puesto al desnudo la reacción
de los grandes productores agropecuarios que se sienten “discriminados” por las
retenciones (no hay que olvidar que esa fue también la respuesta del
ex-ministro de Agroindustria a la propuesta de los técnicos de la SAF en
Catamarca de no disminuir las retenciones en lugar de desmantelar la
secretaría: “ustedes discriminan mis derechos”).
Ésta no es la Patria que queremos: la
patria de la especulación, la patria sometida, la patria para unos pocos.
Queremos una Patria para todos los que quieran habitar este bendito suelo,
donde todos los que la habitan gocen de sus derechos: de su derecho al pan
sobre la mesa, de su derecho a un techo digno, de su derecho a la salud y la
educación, del derecho a un trabajo con el que alimentar y dignificar a sus
familias, del derecho a trabajar su tierra. Queremos una Patria unida por lazos
de solidaridad, en la que nadie esté de sobra y en la que todos podamos
llamarnos hermanos. La Patria que todos los cristianos pedimos cuando rezamos
al Padre “que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo”.
3 de septiembre
de 2018
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