Decir que el
neoliberalismo está fracasando nuevamente en Argentina es por lo menos
inexacto, porque para esa concepción de la economía el éxito no está asociado a
bienestar social o popular, sino a la eficiencia en la acumulación de capital
en manos de los más ricos.
Gregorio J. Pérez Almeida /
Para Con Nuestra América
En nuestro anterior
artículo, afirmábamos que en los planes imperialistas, Argentina y Venezuela
eran dos trenes que corrían en direcciones contrarias: una hacia el éxito y la
otra hacia el fracaso, pero advertíamos que las cosas no estaban saliendo como
Washington esperaba, porque ni les estaba funcionando la guerra económica
contra Venezuela ni el neoliberalismo grosero de Macri.
Sin embargo, para ser
consecuentes con nuestra visión crítica con Marxdefondo,
debemos examinar estos conceptos de “éxito” y “fracaso” cuidadosamente al
aplicarlos a los programas económicos neoliberales, porque para este “virus”
como lo llama Samir Amin, estos términos significan todo lo contrario de lo que
simbolizan en una concepción marxista y socialista.
Decir que el
neoliberalismo está fracasando nuevamente en Argentina es por lo menos
inexacto, porque para esa concepción de la economía el éxito no está asociado a
bienestar social o popular, sino a la eficiencia en la acumulación de capital
en manos de los más ricos. Desde esta perspectiva, miremos algunos datos para
ejemplificar nuestra tesis.
El Observatorio de la
Deuda Externa de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo
(UMET), en Buenos Aires, afirma lo siguiente en su informe del 26 de febrero
2018:
“Desde que Mauricio Macri asumió
la Presidencia, las emisiones de deuda totalizaron 132.969 millones de dólares
[…] De ese total, el Tesoro Nacional emitió 108.173 millones de dólares (76.032
millones fueron en moneda extranjera), las provincias 12.336 y las empresas
privadas 12.459 millones.
Según el informe, la fuga de
divisas totalizó 82.087 millones de dólares, salida que supera toda la emisión
en moneda extranjera del tesoro nacional” (https://www.pagina12.com.ar/97989-deuda-externa-sin-freno-para-financiar-la-fuga)
Prestemos atención al
monto del las divisas “fugadas”: 82.087 millones de dólares, es decir se
llevaron hasta febrero, el 61,72% del total de la “deuda soberana” que, para el
día de hoy, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Inec),
asciende ya a 250 mil millones de dólares.
La pregunta obligatoria
es: ¿Quién se llevó y se sigue llevando los dólares y para dónde los lleva? La
historia del neoliberalismo confirma que se los llevan lxs mismos que generan
la deuda hacia sus propias arcas en bancos y empresas en el extranjero, en
palabras criollas: los macristas se pagan y se dan el vuelto, con intereses y
regalías, a costillas del pueblo argentino. Y nunca más le devolverán un
céntimo, ¿O es que alguien ha visto a un zamuro regurgitar la carne que se
come?
Desde esta realidad
descrita, preguntemos por el significado de los términos “éxito” y “fracaso”:
¿Fracasó el neoliberalismo en Argentina o fracasó el pueblo que eligió a Macri
como alternativa al kirchnerismo? Para lxs capitalistas argentinos y sus socios
extranjeros ha sido todo un éxito, porque en muy pocos años han multiplicado
sus capitales.
El neoliberalismo aplicado
por Macri (y cualquier otro) no se puede valorar desde los intereses y
expectativas de sus promotores y beneficiarios sin contrastarlo con los
intereses y expectativas de sus víctimas, que son, si se puede decir, sus
ingenuos agentes: quienes votaron por él confiando en sus ofertas electorales.
Lo que muestra
claramente el caso argentino, es que el capitalismo es “exitoso” mientras
mantiene su hegemonía, es decir, mientras sus víctimas, explotados y excluidos,
están dominadas ideológicamente y no encuentran contradicciones entre sus
intereses y los de sus explotadores. Cuando se debilita la hegemonía, en
tiempos de crisis generadas por el capitalismo, como esta que sufre Argentina,
entonces se despiertan con los golpes de la realidad económica y deciden
confrontar a sus victimarios, como lo hicieron en 2001 y lo está haciendo en
2018… Y lo hicimos lxs venezolanos en 1989. Y esta es la gran diferencia entre
ambos procesos.
La hegemonía
capitalista en Venezuela, se rompió definitivamente ese año y aunque la
mediática mundial hable del “fracaso” del modelo “populista” o “socialista”
impuesto por Chávez y continuado por Maduro, más allá de los indicadores
económicos y sociales reconocidos por organismos multilaterales, hay un
indicador determinante e incontestable: el apoyo del pueblo consciente que les
ha dado 22 victorias de las 24 elecciones que se han realizado desde 1999.
Precisamente, la
victoria de Chávez surgió en el seno de la resistencia violenta del pueblo
venezolano al neoliberalismo. Resistencia que encontró continuidad en la
rebelión militar en febrero de 1992, en la Constitución de 1999, en las leyes
habilitantes de 2001 y en las políticas sociales que representan el 60% del
presupuesto nacional.
Para los pueblos
conscientes, no hay éxito político sin resistencia antiimperialista, sin
defensa de la soberanía y la independencia, no otra cosa explica que el
gobierno de Nicolás Maduro Moros, haya ganado cuatro elecciones entre octubre
2017 y mayo 2018, en medio de los más inhumanos estragos provocados por la
guerra económica y la violencia terrorista.
La derecha ha gobernado
históricamente con coitos interruptus
que definen sus períodos electorales: cada cuatro o cinco años simulan un
cambio de gobierno que promete mejorar la vida del pueblo. Cuando la izquierda
gobierna, tiene que poner en práctica planes a largo plazo para reconstruir la
economía y la sociedad en su conjunto que van avanzando progresiva y
continuamente, por lo que la derecha las acusa de “dictaduras”, pero los
pueblos conscientes, como el venezolano, tienen la capacidad política para
diferenciar a sus gobiernos de los de las burguesías.
Este es el indicador
irrefutable del éxito del proyecto chavista en Venezuela y debería serlo para
cualquier otro gobierno en el mundo.
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