Nadie en su sano juicio
quiere disturbios, ni mayores padecimientos que los que nos ha sumido este
gobierno irresponsable. Quiere sí que Macri entregue el mandato en 2019 a un
argentino dispuesto a gobernar para su pueblo.
Roberto Utrero Guerra / Especial
para Con Nuestra América
Desde
Mendoza, Argentina
Se han ensayado miles
de versiones de cómo llegamos a este neoliberalismo aberrante. Es inexplicable.
Es inexplicable que tengamos, según Google, el presidente más corrupto del
mundo, con más de 50 sociedades offshore entre él y su familia en 11 paraísos
fiscales: 29 en Panamá, 3 en Hong Kong, 4 en Uruguay, una en Belice, una en
Dubái, dos en Gran Caimán y una en British Island, conforme la causa 3.899/16 a
cargo del juez federal argentino Alejandro Cassanello.
Más inexplicable aún es
que el mismo presidente nos hable de honestidad y transparencia. Más que
inexplicable es perversamente malicioso.
Es inexplicable que en
su último desesperado discurso del lunes 3 de mañana, el que fue grabado dos
veces y alargara con su módico lenguaje, repitiendo varias veces lo dicho
previamente, dado que sus últimas salidas eran de uno o dos minutos, solicitara
ayuda a todos los habitantes para solucionar los errores cometidos. Que para
reducir el tremendo déficit fiscal, trasladara el ajuste necesario, al pueblo
de la nación, a los que menos tienen.
Inexplicable y
previsible es volver a insistir con el aumento de tarifas y combustibles que
asegure rédito empresario, cuando todo eso se vuelca a los precios.
Inexplicable para esa masa aturdida por el hambre es esconder la grave
situación por la suba de las tasas y la fuga de divisas por las Lebacs o la
especulación financiera, de la que han disfrutado los amigos del poder.
Inexplicable es atar al
próximo gobierno los compromisos contraídos con el FMI, situación por la que
está siendo procesado en estos momentos junto con otros funcionarios.
Es inexplicable que
para sensibilizar a la audiencia dijera que son los peores cinco meses de su
vida desde su secuestro hace más de 30 años, cuando hay decenas de millones que
no comen. Inexplicable es que luego nos enteremos que ese fin de semana en que
era grabado el mensaje, para distraerse jugara al pádel y al fútbol para
distenderse, lejos del mundanal ruido y el sufrimiento ajeno, que insiste en
convencer que le duele.
Inexplicable es que
para justificarse apele a los fenómenos climáticos: la turbulencia, un
temporal, una ventisca o chubasco o a los altibajos del exterior, llegando al
extremo de cruzar el Bósforo y echarle la culpa a Turquía, cuando seguramente a
los esporádicos visitantes de Santa Sofía ni se les pasa por la cabeza ese país
de finis terre llamado Argentina.
Inexplicable es que
siga con la cantinela de los cuadernos y la pesada herencia, cosa que al fragor
de los últimos acontecimientos, nadie recuerda.
Inexplicable también
para sus socios del campo volver a las retenciones, los que ya mostraron su
enojo, aunque claro, con la guiñada de no exigir el pago inmediato a la fecha
de las exportaciones.
Es inexplicable y hasta
paradójico que ahora, ¿para horrar? reduzca el número de ministerios de 19 a
10, ocupados por el mejor dream team de los últimos 50 años, aquel que entre
novedades y modernización impuso una Dirección de Movilidad en Bicicleta,
dependiente de la Dirección de Transporte No Motorizado, Subsecretaría de
Movilidad Urbana dependiente de la Secretaría de Planificación de Transporte
del Ministerio de Transporte que conduce Guillermo Dietrich. Leyó bien, así de
delirante es el organigrama, cuyas carteras anteriores serán ahora secretarías,
no relevantes según su criterio, como Salud y Trabajo.
Inexplicable es no
imaginar, dibujar o pergeñar un esbozo de plan de crecimiento, para no digamos
seducir a las pymes o las economías regionales, sino algo que se refiera
mínimamente a expandir el alicaído mercado interno.
Inexplicable es el traslado
de responsabilidades de la nación a las provincias, bajo el pretexto de que
ellas tienen superávits, cuando previamente las había sometido a la firma de un
pacto fiscal. Otra manera de desviar la tijera para que los ministros
provinciales recorten con más precisión.
Lo explicable es la
crisis enque ha sumergido al país por su impericia y mentiras, que el acuerdo
con el Fondo iba a condicionar la política económica, sobre todo la fiscal,
donde la primera exigencia es el ajuste del gasto social para asegurar el pago
del préstamo solicitado. Que el dólar haya trepado cerca de los $ 40, cuatro
veces más de lo que estaba cuando asumió el gobierno. Que la inflación prevista
ahora sea del 42%, muchísima más de lo prevista en enero y, que en el rubro alimentos,
sea superior aún.
Explicable es que la
recesión va a seguir conforme la caída de actividad de todos los sectores de la
economía. Si la producción nacional cae, sube el desempleo, se achica el
consumo y todo finalmente se va a un abismo del que pasarán años para poder
recuperarse.
Explicable, aunque
injustificable son los saqueos a los supermercados, muchos de los cuáles han
ocurrido en villas carenciadas en varias provincias argentinas. Situación que
repite idénticos flagelos ocurridos en 1889 y 2001, donde la desesperación
popular llegó a esos extremos y los intendentes salieron a comprar alimentos y
distribuirlos en las barriadas más pobres. Explicable entonces es el gatillo
fácil y la represión por parte de los organismos de seguridad que fueron
equipados en tal sentido.
Explicable es también
el apoyo brindado a Macri por Donald Trump, quien lo ha felicitado por su
excelente gestión. Hecho que tiene estrecha relación con la avanzada de China
en el comercio internacional y la próxima reunión del G20.
Explicable es que la ex
presidenta Cristina Kirchner sea quien haya subido en todas las encuestas y,
aunque sólo se la nombre en relación a los cuadernos o los pasillos judiciales,
el gobierno con su fracaso sigue trabajando a su favor. Al punto que pocos
hablan de la reelección del presidente para el año que viene.
Explicable también es
que nadie hable de golpe, aunque los voceros del gobierno insisten con esa
posibilidad, porque hasta los movimientos sociales respaldan la democracia y la
convivencia en paz.
Nadie en su sano juicio
quiere disturbios, ni mayores padecimientos que los que nos ha sumido este
gobierno irresponsable. Quiere sí que Macri entregue el mandato en 2019 a un
argentino dispuesto a gobernar para su pueblo.
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