Quienes se muestran partidarios o propician un
camino de intervención militar para Venezuela hacen parte en el plano
internacional de sectores muy influyentes y se encuentran ubicados en
posiciones de mando en las distintas instancias de poder del denominado mundo
occidental. Han tomado la decisión de estimular con mucha fuerza una acción
armada en Venezuela. Por esta razón, hay motivos ciertos de inquietud, sin ser
alarmistas.
Leopoldo Puchi /
www.efectococuyo.com
Pero al mismo tiempo habría que considerar que existen factores
internacionales muy significativos que se muestran partidarios de una evolución
de la situación venezolana basada en los mecanismos pacíficos de la alternancia
electoral. Y aunque es a los propios venezolanos y a sus distintos grupos
dirigentes a quienes corresponde la tarea de construir ese camino, debe
considerarse como una valiosa ayuda el soporte que puedan brindar gobiernos
amigos y organizaciones especializadas para facilitar el proceso de encuentro
entre las partes enfrentadas.
Ahora bien, lo que resulta incomprensible y contradictorio es que los
factores internos favorables a esta opción no hayan, luego del proceso comicial
de mayo, esbozado propuestas que permitan despejar con realismo esa opción de
la vía electoral. Por lo general, se escuchan pronunciamientos indirectos, sin
precisión o basados en interrogantes.
No hay una decisión clara sobre la incorporación a un esquema de
negociaciones, que ni se rechaza ni se admite. Y, como se sabe, sin negociación
no hay camino electoral. Por otra parte, tampoco hay una definición sobre cual
es el sendero planteado para la participación en elecciones. Tan solo la
formula de elecciones libres, que tiene
fuerza conceptual pero es vaga a la hora de dar pasos concretos.
De manera que habría que pasar de las formulaciones abstractas sobre el
camino pacifico, democrático y electoral y sobre elecciones libres a diseños
específicos de propuestas con posibilidades verdaderas de materializarse.
Quedarse en generalidades conduce a mantener el juego trancado.
En la actualidad, el rumbo que luce con mayores probabilidades de
concretarse es el de las elecciones de relegitimación que tendrían lugar luego
de aprobada la reforma constitucional que esta en curso en la Asamblea
Constituyente. Se elegiría el año entrante un nuevo presidente, un nuevo
parlamento y los cargos regionales y municipales. La otra opción, también
derivada de los cambios en la Constitución que podrían tener lugar, es la de la
reducción del periodo a cuatro años con posibilidad de una sola reelección. En
este caso, la próximas presidenciales serian para 2022.
Estas dos opciones son las que se presentan con viabilidad para un
cambio de gobierno, distintas a un alzamiento militar o a una intervención
extranjera. Si se quiere un camino electoral habría que trabajar en ellas con
empeño. Establecer compromisos que las hagan viables y competitivas. Es
ineludible, por lo tanto, que se realicen conversaciones y se emprendan
negociaciones.
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